Tierra Adentro
Fotografía por Amaranta Caballero.

El trayecto para llegar al albergue fue largo, sin embargo veloz. Temprano tomamos un taxi de ruta que nos llevó por la vía rápida hacia las inmediaciones de la zona de El Lago —en la zona este de esta horizontal ciudad—, y luego de cruzar varias calles y colinas llegamos a la casa.

La casa–albergue es mediana, aunque genera la sensación de amplitud porque tiene dos patios. A un lado, los vecinos sembraron un naranjo y hoy estaba cargado de su anaranjado fruto. “Ahí va la niña come–tierra”, dijo alguien; recordé de inmediato a Rebeca Buendía y sus hábitos de comer tierra y cal de las paredes. Sólo que esta niña no lo hace a escondidas. A las 10:15 am de hoy, domingo, más o menos 25 niños y niñas —en compañía de sus padres— esperaban dentro del albergue las instrucciones a seguir para pasar un día más antes del cruce hacia los Estados Unidos.

Sin pensar en ello, escapamos por unas horas del mundo de los adultos. Para eso, nos subimos a un aeroplano rojo de madera, cerramos los ojos y emprendimos vuelo. De un rollo de papel blanco cortamos varios metros, los pegamos sobre una de las paredes dentro del área de la sala–comedor de la casa; sacamos las crayolas y los lápices. Los niños y las niñas ya jugaban, ya se correteaban, ya salían al patio, ya regresaban luego de sentir el aire pesado, caluroso y con tierra que al estilo de los vientos santana, en algunas temporadas, suelen azotar por esta región.

Primero llegó volando un búho. No. ¿Qué digo? Primero llegó el pico de un búho. Luego su cabeza, las garras y el plumaje. —¿Quién sabe qué es esto?—,“un pájaro…” “Un gato…” “Un búho”, gritó Jenny. De a poco, los niños y las niñas comenzaron a venir, a sentarse, a quedarse quietos detrás de la fila de crayolas que a manera de colorida e imaginaria frontera permitía dar un espacio para observar cómo el papel sobre la pared se iba poblando. —¿Alguien sabe qué es lo que hay aquí?—, “un bosque”.

Sin avisar, aparecieron las cabezas flotantes de conejos. Dibujemos tres… no, cinco… no, siete… no, diez. Diez cabezas flotantes de conejos. Una rama sin árbol para el búho. Un sol pequeñito a la derecha y dos lunas: una llena y otra menguante. —¿Qué pasa en este bosque? ¿El día o la noche?—, “¡Los dos!”, contesta un coro de seis voces. Tres niños son tocayos y el más pequeño del grupo, de año y medio, de nombre Bryan, se apodera de un puñado de crayolas y no se despega de la pared. Intermitente voltea a ver a la maestra y sigue dibujando.

 

Fotografía por Amaranta Caballero.

Fotografía por Amaranta Caballero.

‒ ¿De qué están hechas las nubes?

– ¡De agua y de granizo!

– Yo paso maestra, a dibujar el granizo más pequeño del mundo.

– Yo paso, yo paso maestra, a dibujar una yegua negra.

– Yo paso, yo paso, quiero dibujar un chango y luego un tren.

– Yo quiero dibujar un árbol y un pino y luego otro árbol.

– ¡Faltan unas mariposas y las flores!

– ¡También las abejas!

Fotografía por Amaranta Caballero.

Fotografía por Amaranta Caballero.

‒ ¿Y quién más falta en este bosque?

– ¡La Llorona! Grita Axel.

‒ ¿Cómo es La Llorona?

– ¡Pelona!

– ¡No, de pelo largo, largo!

– ¡No, La Llorona tiene el pelo mocho de un lado!

Animado el bosque entre estruendo de niños y niñas: cantaron pájaros, llovió y luego salió el sol, nadaron cisnes, ataviadas de rojo surgieron las hormigas.

‒ ¿Y quién nos falta? ¿Falta alguien?

– Sí… bueno, no falta pero lo voy a poner.

‒ ¿A quién?

– A Dios. Arriba de una nube está Dios, dibujado con un sombrero café pero en realidad es su corona… ¡Mamá, ¿de qué es la corona de Dios?!… Ah sí, de espinas.

– Yo le voy a tapar la cara a Dios. Para que no pueda ver. Mira, con el color café.

– Y aquí ponemos la casa de los colores, que está llena, muy llena de colores. Es una familia muy grande.

‒ ¿Y tiene ventanas esa casa?

– No, sólo colores ¿Maestra, qué no ve?

Fotografía por Amaranta caballero.

Fotografía por Amaranta caballero.

*

Alianza Nacional de Jóvenes Inmigrantes, mejor conocida como The NIYA (National Immigrant Youth Alliance), opera una casa-albergue de Tijuana y desde el día siete hasta el diez de marzo promueve la campaña: “Tráiganlos a casa/Bring them home”. Alrededor de 150 personas de diversos estados de la República, con un aproximado de 30 niños —cuya edad va de meses de nacidos hasta de 14 y 15 años—, adultos y jóvenes esperan a mañana para cruzar hacia los Estados Unidos y pedir de manera legal su reinserción con sus familiares; ya que en su mayoría fueron deportados o auto deportados sin saber después de vivir varios años, trabajar o realizar estudios en aquel país.

El albergue donde los migrantes se encuentran ahora funciona permanentemente como comedor comunitario; durante estos días facilita sus instalaciones así como su apoyo incondicional.

Gracias a Manlio César Correa, por su entusiasmo, trabajo y convocatoria para ir a jugar con los niños y niñas inmigrantes.


Autores
La redacción de Tierra Adentro trabaja para estimular, apoyar y difundir la obra de los escritores y artistas jóvenes de México.
(Guanajuato, 1973). Realizó estudios de licenciatura en Diseño Gráfico y la maestría en Estudios Socioculturales. Ha publicado los siguientes libros: Libro del Aire (Editorial De la Esquina, 2011), Okupas (Letras de Pasto Verde, 2009), Todas estas puertas (Tierra Adentro, 2008), Entre las líneas de las manos (en el libro Tres tristes tigras, Conaculta, 2005) y Bravísimas Bravérrimas. Aforismos (Editorial De la Esquina, 2005). Participó en el Laboratorio Fronterizo de Escritores/Writing Lab on the Border (2006), participó en el Festival de Poesía Latinoamericana LATINALE 2007 con sede en Berlín. Recibió la beca del FONCA para escritores en 2007. En Mayo de 2012, participó en las jornadas literarias “Los límites del lenguaje” con sede en Moscú. Su trabajo escrito y gráfico ha sido incluido en varias antologías así como en revistas nacionales e internacionales. Desde el año 2001 vive en Tijuana. Ama la música y ama dibujar.
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Fotografía cortesía de la autora
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