Trabajo, en fin
–trabajo, en fin pero trabajo amado
si hay amable trabajo– 1
Exhausto es vivir siempre cansado
necesito escapar porque me asfixia
la respiración de mi congénere
Mis pequeños –de por sí– ojos
están enrojecidos llorosos
por la baja calidad del sueño
En el baño las mujeres presumen sus gastritis
como si fueran ascensos en la escala laboral
ahí se nota tu entrega, tu perseverancia,
el compromiso que adquiriste con la empresa,
directamente proporcional
a las tabletas de omeprazol que llevas en el bolso
Nos obligaron a hacer ejercicios en la reunión de la oficina:
levántense, estiren los brazos hacia arriba, inhalen y exhalen tres veces
para que no se duerman, para que pongan atención en la junta.
El antídoto contra el sueño no es estirarse sino dormir
dile eso a los capitalistas
En el baño hombres y mujeres se esconden para descansar un rato,
mojarse el rostro, simplemente quejarse de algo
Sentada en el váter miro mis zapatos
La mariposa que adorna la hebilla
será lo más cercano al cielo que veré
esta semana.
Oficio: poetA
El oficio de fregar los trastes
que cuando lo hace el poeta
necesita el ritual
de la sonata, del aria alemana
En cambio si lava su mujer
transcurre en silencio
Ella no divaga con la reflexión filosófica
mientras enjabona el vaso o el cubierto
piensa, cavila, eso sí
qué cocinará para la cena
cómo quitará el cochambre de la estufa
Ella no cae cual principiante
en la metáfora del agua del grifo
como el manantial
Ella retira del fondo del plato
y tira en el balde
las migajas de pan, los trozos de cebolla, el pimiento
que el poeta dejó
Y en silencio recopila las palabras
que signará más tarde en un poema.
Break
Un ave cuya especie no conozco
se posa en la rama más alta del árbol
con un graznido molesto
anuncia un cambio inadvertido
desde abajo la observamos las mujeres
asomamos la cabeza por la puerta o sobre el borde
de la ventana
en la oficina
con experiencia para especular sobre lo ajeno
imaginamos un pasado para el pájaro
que desde arriba
chilla
la primera de nosotras se aventura: es joven y extraña el calor
de su madre
interpela la segunda convencida
de la madurez de la creatura:
busca su nido o ha perdido uno de sus hijos
desde mi rincón también supongo
mientras imprimo el sello –indispensable en los oficios–
añado por lo bajo:
está buscando a su marido
mi compañera de escritorio ríe
con la efímera alegría del distraimiento
un segundo más miramos el ave, conformes
cada una de su interpretación del canto
enseguida regresamos a lo nuestro: la oficina
imprimir las actas, ordenar los documentos,
esperar a los burócratas
y vigilar que cuando firmen no se salgan del cuadrito.