Timor Este, una transición ejemplar
De los múltiples acontecimientos que sucedieron a lo largo de la Guerra Fría, el complejo y pocas veces pacífico proceso de descolonización de África y el Sureste de Asia marcó un importante periodo de enfrentamiento entre las superpotencias, pues cada una buscó incorporar a las nuevas naciones dentro de su órbita de poder, mediante recursos económicos, militares, diplomáticos o de intervención directa, como el caso presentado en el texto anterior de la Guerra de Corea (1950-1953), o la guerra de Vietnam (1955-1975), por mencionar solamente algunos.
Enmarcado dentro de dicho proceso de independencia, encontramos a Indonesia, país que pudo liberarse rápidamente del yugo colonial holandés y, luego, entre 1942 y 1945, de un breve mandato japonés, y que involucra al que es aquí nuestro principal sujeto de análisis: Timor Este.
Timor Este se encuentra ubicado en el extremo oriental de la Isla de Timor, en el suroeste del vasto archipiélago de Indonesia, y las fricciones políticas que mantiene con el recién formado gobierno de Yakarta se hicieron latentes no solamente en los movimientos independentistas timorenses, sino también en los imperios coloniales Portugués e Inglés, los cuales, en pleno proceso de desintegración, tuvieron que negociar la independencia de nuevos países dentro del mismo archipiélago, como las islas Borneo (actualmente Malasia y Brunei) y Guinea (Papúa Nueva Guinea).
En este texto nos enfocaremos en exponer el desarrollo del comienzo violento y tortuoso del proceso de independencia en Timor Este, entre 1945 y 1999; luego, proporcionaremos un resumen del proceso exitoso de intervención internacional concertada y materializada por medio de la ONU, entre 1999 y 2009; a continuación, estableceremos las condiciones y retos actuales del país, en términos políticos y económicos; para concluir con la explicación de que este proceso es un ejemplo de que es posible llevar a buen término algunos movimientos independentistas gracias a la cooperación mundial.
Independencia incompleta y violencia gubernamental en Timor Este: 1945-1999
Terminada la ocupación militar japonesa en 1945, Indonesia rápidamente buscó ocupar todo el territorio del archipiélago, sin embargo, esto no resultó con las Islas de Borneo, Guinea y Timor, pues, en el caso de las dos primeras, aunque Gran Bretaña trató de mantenerlas como semiprotectorados por medio de federaciones estatales, los impulsos independentistas ganaron camino en los respectivos nuevos países, en 1963.
En el caso de Timor Este, el gobierno de Portugal, en ese entonces liderado por el proyecto político autoritario del Estado Novo (1933-1974), rehusó reconocer la soberanía de Indonesia sobre la totalidad de la isla de Timor, pues aquel enclave formaba parte de sus colonias desde hace 350 años. No obstante, esto no duraría mucho tiempo más, ya que en abril de 1974 un golpe de Estado militar en Lisboa,1 producto de los movimientos anticoloniales en África (Angola y Mozambique, principalmente) y de la opresión interna que no había permitido elecciones democráticas nacionales en las colonias desde 1925, obligó a Portugal a ceder en 1975 la independencia a sus colonias africanas, con excepción de Macao, devuelta a China en 1999, y de Madeira, que sigue bajo control portugués hasta hoy.
Aprovechando la situación política de la metrópoli, el 28 de noviembre de 1975, el Frente Revolucionario para la Independencia de Timor Este (FREITLIN) declaró la independencia de Timor Este de Portugal. A continuación, el vacío de poder creado fue empleado por el régimen indonesio proestadounidense de Suharto (1968-1998) a su favor, el cual, argumentando la amenaza socialista del FREITLIN a la estabilidad política nacional y regional —y luego del trauma que representó para Washington la derrota en Vietnam—, no objetó la invasión militar indonesia de Timor Este, que buscaba incorporarla como la 27ª provincia nacional. Tratando aquella invasión como una operación interna de seguridad y bloqueando toda cobertura mediática hasta 1988, la violencia contra los grupos insurgentes, pero también contra la población en general, cobró la vida, en los 24 años de ocupación indonesia, de entre 100 000 a 200 000 timorenses del este, lo cual ha dejado abierto un penoso capítulo dentro de la historia política de Indonesia, pues aquella ocupación, de acuerdo a Clinton Fernandes, aunque no constituye un genocidio, sí es una clara tendencia material y gubernamental hacia eso.
Durante este periodo violento de ocupación, el gobierno de Suharto se legitimó ante la población de Timor Este por medios pacíficos e institucionales, mediante la construcción de infraestructura eléctrica, de comunicaciones y de transporte, a la par del desarrollo de un sistema educativo que ideologizó a los jóvenes, concediéndoles la legitimidad que nunca pudieron obtener de la sociedad en general.
A pesar de la incorporación de facto de Timor Este al territorio de Indonesia, la ONU nunca reconoció ese gobierno, solo lo hicieron Australia y, de manera no abierta, Estados Unidos, dado el clima de polarización imperante de la Guerra Fría.
Para 1991, los grupos insurgentes del FREITLIN y otros grupos continuaban operando en el territorio en forma de guerrillas contra la ocupación indonesia, aunque para aquel año y hasta 1998, las condiciones políticas dentro de Indonesia harían insostenible la ocupación de Timor Este, las cuales se verían agravadas por dos incidentes que motivarían el retiro del apoyo australiano y estadounidense al gobierno de Suharto, dando paso al anhelado proceso de independencia real.
Uno fue la masacre en el Cementerio de Santa Cruz, en noviembre de 1991, en la que fuerzas indonesias dispararon contra una protesta pacífica, ocasionando numerosas muertes que nunca fueron reveladas por el gobierno, a la par de una ligera respuesta judicial contra los responsables, pues solamente algunos líderes de pelotón fueron juzgados y condenados, a pesar de que la orden de ataque venía desde las más altas esferas, incluyendo al propio Suharto.
Otro evento que atrajo la atención internacional respecto a las atrocidades cometidas durante aquella ocupación fue la constante diplomacia internacional que los líderes del FREITLIN ejercieron, con apoyo de organizaciones civiles portuguesas, en países e instituciones multilaterales, la cual llevaría al otorgamiento, en octubre de 1996, del Premio Nobel de la Paz a José Ramos Horta (segundo presidente de Timor Este independiente) y al Obispo local Carlos Filipe Ximenes Belo.
Conforme las presiones internas y externas se acumulaban en contra del gobierno de Suharto, el fin de la Guerra Fría y el subsecuente retiro del apoyo político y económico estadounidense mermaba el régimen, el régimen vivió una serie de rechazos cada vez más evidentes a sus políticas y, en 1997, una crisis económica en el continente generó manifestaciones que culminaron con la renuncia de Suharto el 21 de mayo de 1998, lo que terminó con más de 40 años de gobiernos de corte militar en aquel país insular del sureste de Asia.
Con la llegada al poder del presidente Bacharuddin Jusuf Habibie (1998-1999), comenzó una nueva etapa política en Indonesia, orientada a reformar el sistema político económico y nacional hacia a uno de carácter más abierto y democrático, y, sin duda, hacia uno que considerara el problema de Timor Este.
A este respecto, y con el apoyo de la ONU y la aprobación de Portugal, en agosto de 1999 se realizó un referéndum para determinar el estatus político de Timor Este, en el cual, a pesar de la violencia gubernamental ejecutada por grupos paramilitares respaldados por Yakarta que buscaban obtener un resultado favorable en la consulta, la población apoyó ampliamente la independencia de Indonesia, con un 78.5 de votos a favor, con lo que inició una nueva, pero no una sencilla etapa.
Proceso de tutelaje para obtener independencia verdadera: 1999-2009
Con el resultado del referéndum, inició la institucionalización de la independencia de Timor Este, a la par del retiro de las tropas y grupos paramilitares indonesios del territorio, los cuales habían ejecutado una política de tierra arrasada, en la que caminos, líneas eléctricas y de agua, telecomunicaciones e infraestructura en general, fueron destruidas, lo que había dejado en condiciones altamente precarias al gobierno de Dili, mientras la violencia política no aminoraba.
Frente a tan complicada situación, dos esfuerzos fundamentales que lograron encauzar el proceso de independencia en el país fueron, por un lado, la ayuda financiera internacional, la cual fue aproximadamente de 7 500 MDD, entre 1999 y 2011 —los principales participantes por relevancia de fondos fueron Australia, Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Nueva Zelanda y China—, y, por otro lado, la aplicación de cuatro programas emanados del Consejo de Seguridad de la ONU, los cuales aseguraron el mantenimiento de la paz en el país, así como la institucionalización estatal que partió desde cero. El primero acuerdo fue entre las autoridades locales y la Misión de la ONU en Timor Este (UNAMET-11 de junio al 30 de septiembre 1999); el segundo, con la Administración Territorial de Naciones Unidas en Timor Este (UNTAET-25 de octubre de 1999 al 20 de mayo de 2002); el tercero, con la Misión de Apoyo de Naciones Unidas en Timor Este (UNMISET-20 de mayo de 2002 al 20 de mayo de 2005); y, el último, con la Misión Integrada de Naciones Unidas en Timor Este (UNMIT-25 de agosto de 2006 a diciembre de 2012).
En la primera misión de UNAMET, comandada por Australia y precedida por la Fuerza Internacional en Timor Este (INTERFET), la violencia pudo disminuirse, pero a costa de aumentar objetivos a su misión, que ya no sería de paz solamente, sino como órgano preparativo y administrativo nacional, el cual debía garantizar las condiciones de seguridad nacional, para fundar las instituciones político-estatales necesarias en el territorio, junto con la participación activa de los grupos políticos locales.
Ya establecidas las condiciones de seguridad necesarias en Timor Este, la UNTAET, con el apoyo policial y administrativo de diversos países aprobado por la ONU, se encargó de manera general de ejercer funciones ejecutivas y legislativas en el país, así como de impartir justicia y realizar las primeras elecciones presidenciales, en las cuales resultó ganador el excombatiente del FREITLIN, Xanana Gusmão (2002-2007), declarando paralelamente, el 20 de mayo de 2002, la independencia formal de Timor Este.
Sin embargo, dados los enormes retos impuestos por la creación de nuevas instituciones, y ante la poca disponibilidad de recursos locales y externos, en términos personales, empresariales y estatales, los objetivos de la UNTAET no se cumplieron en su totalidad.
Ante ello, la misión de UNMISET continuó la labor de construcción administrativa política y de seguridad, mientras que el sector económico, para aminorar la dependencia del gobierno central de la ayuda externa, turnó la deuda al Banco Mundial, al Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), a diversas agencias de ayuda externa bilaterales y a ONG internacionales, y aunque se enfrentaron los mismos desafíos de recursos que durante la UNTAET, en 2005 y después de presiones políticas internas, se dejó a la administración local tomar por vez primera las riendas del país en solitario.
Lo anterior pareció marchar bien en un principio, pero entre 2006 y 2008 las instituciones de seguridad local establecidas por la UNTAET no contaron con la solidez esperada, y en medio de luchas internas del gobierno, pero también fuera de él —como prueba el atentado en 2008 al presidente José Ramos Horta (2007-2012) —, el país se tambaleaba de nuevo hacia las condiciones de violencia e ingobernabilidad similares a las de 1999.
Sin embargo, gracias a la última intervención de la UNMIT y al refinamiento y profesionalización de los aparatos de seguridad, a cargo de personal de la ONU y de Portugal, la violencia no regresó como antes y los niveles de estabilidad volvieron a la normalidad, encadenándose así un último elemento positivo para el futuro del país y para el anhelado crecimiento y desarrollo nacional, al menos en el corto plazo: la explotación de recursos marítimos petroleros y de gas, que ha permitido un crecimiento sostenido del PIB de 11.3% anual aproximado, entre 2007 y 2011.
Timor Este independiente: 2009 en adelante
Con el apoyo hasta 2012 de la UNMIT, la estabilidad y la seguridad se han mantenido por medio de las instituciones locales establecidas durante las diferentes misiones de la ONU, lo que muestra que un proceso concertado y bien definido en naciones percibidas como “Estados frágiles” puede ser exitoso. No obstante, hay que mencionar que el elemento energético ayudó en gran medida a nutrir no solo esos procesos de institucionalización, sino también a disminuir las condiciones de pobreza y el bajo desarrollo humano, que si bien siguen estando por debajo de la media mundial, la adecuada inversión de la riqueza energética puede ayudar a reducir aún más esta brecha.
Respecto al campo económico, en 2018 y gracias a la disposición diplomática de los gobiernos de Timor Este y Australia, pero también con ayuda intermediaria de la Convención de Naciones Unidas sobre Derecho Marítimo (UNCLOS), se definieron los límites marítimos entre ambas naciones, e inclusive se iniciaron charlas para la explotación de un nuevo campo gasífero que puede generar hasta 20 000 MDD de ganancias para los países involucrados; desafortunadamente, disputas políticas entre Canberra y Dili han pospuesto este proyecto.
Con lo anterior, entramos a una serie de nuevos objetivos, que el gobierno de Timor Este, toda vez encaminado a un proceso de crecimiento y con la amenaza de seguridad y fragilidad institucional casi resuelta, debe orientar para atender un sinnúmero de cuestiones inaplazables.
Destacan que los ingresos energéticos del gas representan aproximadamente 90% de la fuente de financiamiento gubernamental —el 10% restante está casi dominado por la exportación de café—, mientras que un programa político de desarrollo económico ya se encuentra mapeado, sin embargo, actualmente no hay indicios de una seria ejecución. Paralelamente, la producción interna no es suficiente para alimentar a la población nacional, por lo que la mayoría de los productos importados son para cubrir esa necesidad, lo que ha llevado a un serio desbalance comercial con sus dos principales socios, Australia y China.
Frente a esto, es imperativo ejecutar un programa de diversificación económica que radique no solamente en desarrollar mano de obra y empresas especializadas en materia de hidrocarburos, sino también en invertir en nuevos sectores económicos, como el de tecnologías de la información y servicios; pero para que ello sea posible, es necesario un mayor gasto presupuestario en educación que actualmente no es suficiente.
Es indudable que la institucionalización del régimen semipresidencial (compartido con un Primer Ministro) en Timor Este ha establecido buenas raíces, y que el panorama de inestabilidad de principios del siglo XXI parece haber quedado atrás, pero ahora es necesario no solamente un relevo generacional, pues los líderes revolucionarios del FREITLIN siguen dominando el escenario político nacional, sino también el establecimiento de nuevos mecanismos políticos y sociales, que ayuden al gobierno a mantener su legitimidad ante la sociedad, de modo que sus integrantes sean vistos como parte indisoluble del régimen democrático.
En este sentido, un ejemplo de ello es la organización civil Chega! (llega)Para Nosotros, la cual ha recogido recomendaciones de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Timor Este, establecida durante la UNTAET, y se ha enfocado en generar programas educativos y de apoyo orientados a la justicia de género, y en demandar justicia para las víctimas del violento tutelaje indonesio de entre 1975 y 1999, la cual incluya además el acceso a programas asistenciales de diferentes agencias gubernamentales; todo con el objetivo de ofrecer una suerte de resolución y un paliativo a las generaciones que sufrieron este negativo periodo de lucha independentista en la historia del país.
Conclusión: La ejemplaridad de Timor Este
Conforme a lo presentado, podemos observar que la ejemplaridad del proceso de independencia de Timor Este no radica en haber sido pacífico, pues el periodo de ocupación indonesia entre 1975 y 1999 da cuenta de lo contrario, así como numerosas violaciones a los derechos humanos, cometidas al amparo casi explícito de poderes externos e instituciones internacionales, los cuales se limitaron a determinar la ilegalidad de aquella anexión territorial, sino en la intervención internacional efectiva, en un contexto político mundial que ha evolucionado de la abierta confrontación y bipolaridad a un breve periodo de cooperación y diálogo internacional, que hoy parece estar regresando a su condición anterior.
Fue gracias a la adecuada coordinación y disposición de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, pero también a la participación activa de poderes regionales como Australia, que ese proceso hoy rinde los frutos esperados, lo que no es cosa menor, pues en la historia global —particularmente la de las Naciones Unidas—, la violencia derivada de conflictos locales, junto con la ausencia de voluntad política de resolverlos, ha terminado en tragedias como las sucedidas en Ruanda (1994) o la bélica desintegración de Yugoslavia (1991-2001). Estos procesos han designado a la ONU la responsabilidad de mantener la paz y estabilidad internacional.
Pero ante ello, debemos rescatar el ejemplo de Timor Este y las lecciones expuestas previamente, en las que se demuestra que sin un consenso regional e internacional multilateral, los problemas locales y globales no podrán resolverse, a menos que recurramos al viejo ejercicio de la violencia como el único medio efectivo, desde que una sociedad se encontró con otra, para dirimir disputas y diferencias.
Fuentes consultadas
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- Howe, Brendan, et al., UN Governance: Peace and Human Security in Cambodia and Timor-Leste, Palgrave Macmillan, Suiza, 2021.
- Kehoe, John, “Gas, money and spies: Time running out for Timor-Woodside deal”, Financial Review, agosto 2022, disponible en https://www.afr.com/companies/energy/gas-money-and-spies-time-running-out-for-timor-woodside-deal-20220808-p5b85o
- McWilliam, Andrew y Leach, Michael, eds., Routledge handbook of contemporary Timor-Leste, Routledge, [s. l.], 2019.
- Molnar, Andrea Katalin, Timor Leste: Politics, history and culture, Routledge, Londres, 2012.
- Pereira, Zélia, y Graça Feijó, Rui, eds., Timor-Leste’s Long Road to Independence: Transnational Perspectives, Amsterdam University Press, Amsterdam, 2024.
- Phan, Hao Duy, et al., eds., Timor-Leste/Australia Conciliation: A Victory for UNCLOS and Peaceful Settlement of Disputes, World Scientific Publishing, Singapur, 2019.
- Strating, Rebecca, The Post-Colonial Security Dilemma: Timor-Leste and the International Community, ISEAS Publishing, Singapur, 2019.
- Webster, David, Flowers in the Wall: Truth and Reconciliation in Timor-Leste, Indonesia, and Melanesia, University of Calgary Press, Calgary, 2018.