Tierra Adentro
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Quiero hacer una confesión: amo el ciclismo tanto como el teatro.  Ambos me hacen sonreír y ambos llegaron para llenar mis pulmones de vida.

Encontrarme con Mónica Perea, dramaturga, directora, productora teatral y ciclista de corazón, ha sido  una grata sorpresa, pues ella es la encargada del programa “Teatro en bici”.

No dudé ni un segundo en acercarme a Mónica para hablar acerca de este hermoso proyecto, que sé, interesará a diversos grupos de ciclistas en el Distrito Federal.

Itzel Lara: ¿Cómo se te ocurrió la iniciativa de “Teatro en bici”?

Mónica Perea: Desde hace más de dos años, al entrar de lleno al mundo del ciclismo urbano conocí los grupos que se reúnen para rodar por la ciudad y sus alrededores. Me encantó poder compartir paseos y aventuras con todos ellos. Así que, con el apoyo del grupo al que pertenezco, Insolente, hicimos la primera rodada al teatro como un evento por el día del amor y la amistad. Luego, gracias a los chicos de BiciGourmet, me animé a hacer las visitas al teatro de manera periódica.

Desde siempre he visto en el teatro el problema de la falta de público. Me parece fundamental el acercamiento de nosotros como hacedores de teatro al público para que nuestro trabajo tenga más eco y podamos fomentar una necesidad entre las personas para consumir teatro. No contamos con las grandes infraestructuras de medios masivos de comunicación. La comunidad ciclista tampoco cuenta con ellas y se ha propagado de manera monstruosa. Es una forma más de interesarse por el teatro.

Yo misma era asidua asistente de la Escuela del Espectador de Bruno Bert y he leído sobre la original de Dubatti en Argentina. Creo que es una gran idea poder forjar un público crítico que, de entrada, ya tiene un poco más de apertura por el simple hecho de ver la bicicleta como su principal medio de transporte.

Primera rodada al CCB con Insolente a ver La pequeña habitación al final de la escalera.

Primera rodada al CCB con Insolente a ver La pequeña habitación al final de la escalera.

IL: Explícanos cómo logras los acuerdos con los teatros para los descuentos.

MP: Los que hacemos teatro sabemos la importancia que tiene llevar gente a las salas, sobre todo cuando hacemos teatro independiente, pues de la taquilla dependen los sueldos. También intuimos la importancia de la publicidad de “boca en boca”. Así que a nadie le viene mal que, de pronto, llevemos a sus puestas a un montón de gente que, de otra forma, no hubiera asistido. Sólo una vez nos limitaron a 10 los descuentos. De ahí en fuera, incluso los grupos piden que los ciclistas acudamos a sus obras.

IL: ¿Alguna institución se te ha acercado para darte apoyo? Algún tipo de asesoría para los que hacen las rodadas, etcétera.

MP: Pocas veces los ciclistas se acercan, pero lo han hecho para pedir apoyo en las diversas actividades que realizan. Yo he sido quien se ha acercado tanto a los grupos bicicleteros como a las instituciones. En el INBA, por ejemplo, fue a quienes me acerqué primero. Pero ya sabes, esa burocracia que alienta un poco el trabajo. Tenían el estacionamiento en remodelación. De pronto, meses después vi su iniciativa de los “viernes de al teatro en bici”. Francamente, me molesté un poco al principio. Luego, me buscaron ellos mismos para unir esfuerzos, ofrecer algunas cortesías y trabajar en conjunto, lo cual me pareció excelente idea.

También estuve tomando unos cursos de Empresas culturales en la Secretaría de Cultura, donde me ayudaron a ponerle más orden al proyecto. Ángel Ancona también nos abrió las puertas y nos brindó todas las facilidades para acoger ciclistas en los teatros del GDF.

IL: ¿Desde cuándo empezaste con el ciclismo?

MP: Desde hace un poco más de dos años y debo decir que me cambió la vida, tal como lo había hecho el teatro unos años antes.

IL: ¿Podrías definir para ti qué significa andar en bicicleta?

MP: Definitivamente no puedo usar otra palabra que no sea libertad. Aunque sea un cliché, pero es cierto. No me imagino ya andando en metro, siendo aplastada por toda la gente, con poco oxígeno y sin moverme. Mi ahora medio de transporte me permite hacer ejercicio mientras me traslado de un lugar a otro. Además, no deja de pasar a las 12 de la noche, no pasa por alcoholímetros ni se sube nadie a asaltar. Es independencia y es mucha insolencia.

El grupo Huizicleteros pedaleando en La Capilla luego de ver Sensacional de Maricones.

El grupo Huizicleteros pedaleando en La Capilla luego de ver Sensacional de Maricones.

IL: ¿Cómo se conjunta en tu vida el teatro y el ciclismo?

MP: Lo que más me gusta del teatro es verlo, luego, escribirlo y, finalmente, producirlo. Hago mucha producción porque me gusta estar atrás, ver cómo se produce la magia sobre la escena y ayudar a crearla. Se lee bonito, pero quienes están en backstage saben lo estresante que es ir a comprar las cosas que se necesitan, cotizar, coordinar, ir a sacar copias, hacer el papeleo, las carpetas, los ensayos… Ese trabajo tan indispensable, poco valorado y que pocos alcanzan a apreciar. Apenas me rendía el tiempo para todo. Con la bici, hacía menos tiempo a todos lados y no llegaba fastidiada del camino. No pasaba ninguna hora detenida en el tráfico gastando el dinero de la producción en taxis. Así fue, de manera orgánica.

Recuerdo una vez que para el montaje del texto de Veronica Musalem Nueva York versus el Zapotito que dirigió Arnaud Charpentier en el Helénico necesitábamos un tablón de triplay que fui a conseguir a una maderería hasta el eje 10 y llevé al teatro en mi bicicleta. Me veía como el Pípila versión ciclista. Con esa misma puesta en escena nos fuimos de gira al Itsmo, en Oaxaca y Patricia Rozitchner, la magnífica productora y ahora amiga, me permitió llevar entre la escenografía mi bicicleta por si surgía alguna emergencia.

Lo primero que se me ocurrió fue llevar a la gente en bici al teatro. Tuve una buena respuesta. Los ciclistas acostumbran verse por las noches (diario hay un grupo distinto que rueda desde diferentes puntos de la ciudad), hacen una parada para cenar y regresan al punto de encuentro. Vi la oportunidad de, en lugar de parar a comer, pararan para ir al teatro.

Por otro lado, a mediados de 2013, me quise regalar por mi cumpleaños el estreno de una puesta en escena de mi autoría. El capricho resultó en una temporada de 3 funciones con las que inauguramos los Martes de Teatro en la Pulquería de los Insurgentes con Gordita, la primera producción del proyecto. Además, Teatro en bici abrió un foro para los teatreros que buscan espacios de representación y fomentamos un público que aparte de ir a beber, puede disfrutar de un espectáculo sin costo extra.

Si estás interesado en disfrutar de un  paseo en bici, conocer nuevos compañeros del camino, pasar un buen rato en el teatro, o como teatrero, proponer alguna obra para su foro,  no dudes en seguir a “Teatro en bici”, a través de facebook:

“Teatro en bici”

Twitter:

@TeatroEnBici

Y el correo: teatroenbicidf@gmail.com

Y como decimos en el argot bicicletero: Felices rodadas a todos.

Gordita.

Gordita.


Autores
Ciudad de México, 1980. Dramaturga. Autora de Aún no recuerdo su rostro (FETA 2014). Fue Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (2009-2011) y de Jóvenes Creadores, FONCA, (2008-2009). Participó en los talleres de The Royal Court of London y realizó una residencia en la misma institución en marzo del 2013. Su obra Anatomía de la Gastritis, traducida al francés por David Ferré, fue editada por la editorial Le Miroir. Ha publicado Editorial El Milagro; Los Textos de la Capilla, segunda generación; Tierra Adentro, Buena tinta y la revista Este País. Su guion Distancias Cortas fue publicado en co-edición con IMCINE y Editorial Buena tinta, en 2012.