Tierra Adentro
Imagen de Anagrama

Titulo: Las lecciones peligrosas

Autor: Alissa Nutting

Editorial: Anagrama

Lugar y Año: 2015

Todavía me pongo rojo cada vez que leo que la octava novela de Don DeLillo, en la cual un profesor de estudios hitlerianos tiene que escapar de una nube tóxica, White Noise se tradujo al español como Ruido de fondo. No sé bien a bien si me pongo rojo de vergüenza o de coraje. Porque el ruido blanco, traducción correcta de white noise, no es el mismo fenómeno que el ruido de fondo. El ruido de fondo es cualquier sonido que se mete contra nuestra voluntad en una grabación, mientras que el ruido blanco es a lo que se refería William Gibson cuando escribió “El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto” en el inicio de Neuromante. Quizá sólo sea la parte de mí que recuerda que alguna vez estudié ingeniería electrónica, pero esa confusión me abruma.

El título todavía se percibe como una de las claves principales de entrada a un texto. Los académicos todavía gastan ríos de tinta adivinando las relaciones entre un título y la obra que éste contiene. Pero la verdad es que los títulos obedecen cada vez más a los deseos del editor, que tiene que pensar en la portada, en el marketing, en el espacio que tienen las reseñas en las columnas de los periódicos, más que en las aspiraciones literarias del autor. Tito Monterroso escribió en “Sobre la traducción de algunos títulos”, texto que ha encontrado una segunda vida en internet –con otro título y sin la firma del autor– que “en ningún país de lengua española habrá quien ponga por título Odiseo al Ulysses de Joyce. Alguien de la editorial no se lo permitiría”. Pero yo no dudaría que la editorial al menos propondría colocarle algún subtítulo sensacionalista del tipo Retrato del artista madurón o al menos la leyenda “Una nueva entrega de la saga que comenzó con Dublinenses”.

Mi teoría es que la traducción de los títulos a una lengua extranjera dice más de los editores que de los traductores. Específicamente, dice más de lo que los editores piensan que los lectores quieren leer. Así, À la recherche du temps perdu de Marcel Proust siempre ha sido en español de forma bastante literal En busca del tiempo perdido, palabras más, palabras menos, pero en inglés fue mucho tiempo Remembrance of Things Past (Recuerdo de cosas pasadas), quizá porque para los editores el tiempo no fuera algo que se pudiera perder y menos aún reencontrarse. Lo mismo pasó con el célebre thriller de Stieg Larsson Män som hatar kvinnor, que significa algo así como “Los hombres que odian a las mujeres” y que en español quedó como Los hombres que no amaban a las mujeres, pero que en inglés se tradujo como The Girl with the Dragon Tattoo (La chica con un dragón tatuado) que deja por completo fuera el odio, vuelve chica a la mujer del título original e introduce un nuevo elemento, el tatuaje, a cuenta quizá de que los grupos foco sugirieron que las chicas tatuadas tienen mayor aceptación entre el público consumidor de libros. Insisto, es sólo una teoría.

Cuando salió el sexto libro de la saga de Harry Potter, Harry Potter and the Half-Blood Prince, me intrigaba como traducirían ese half-blood al español. ¿Mestizo? ¿Sangre sucia? Pero al final el título en español quedó como Harry Potter y el misterio del príncipe porque, supongo, las mezclas raciales son algo que en español no se puede mencionar en un título, es mejor dejarlas como un misterio. Pero a mi gusto, el atropello más grande es Tampa, la primera novela de Alissa Nutting, que el cineasta Harmony Korine se encuentra adaptando para HBO, y que en español apareció en Anagrama bajo el nombre Las lecciones peligrosas. La divergencia en el título es tan grande que la mayoría de las notas en español sobre la adaptación cinematográfica de la novela no saben que ésta ya ha sido traducida. Pero esto no es el punto que me conmociona.

La mayoría de las notas comparan Tampa con la Lolita de Vladimir Nabokov. Y si bien estilísticamente no podrían ser más distintas, es sencillo entender el porqué de la comparación. Tampa es la historia de Celeste, una muy atractiva maestra de secundaria de la ciudad homónima de Florida, que tiene una predilección sexual por los jovencitos de 14 años. De hecho, ha elegido su trabajo específicamente para poder tener acceso a sus jóvenes presas. Se ha casado con un policía porque sabe que esa será la cubierta perfecta para su obsesión. Nutting no tiene problema en pintar a Celeste como una depredadora sicópata. Nadie confundiría Tampa con una apología de la pedofilia, como sí ha sucedido con Lolita. No hay forma en que el lector se sienta identificado con ella o sienta la más mínima simpatía. Todos sus pensamientos nos mueven al disgusto.

Asistimos con atención a los planes de Celeste para llevarse a la cama a sus jóvenes alumnos por la misma razón por la que nos gusta ver películas sobre asesinos seriales: nos parece increíble que la mezcla de astucia, inteligencia y suerte de los protagonistas, contrastada contra la negligencia y estupidez del resto de los personajes, les permita salirse fácilmente con la suya. Tampa es un texto satírico sólo en el sentido de que la realidad se ha vuelto satírica en sí misma. Por supuesto, los planes de Celeste no pueden salir bien para siempre. Ahí es donde Tampa entra a su parte más interesante. Este no es un libro sencillo de escribir, pero la prosa de Nutting supera la prueba con creces o, más bien, especialmente cuando da detalles explícitos de sus relaciones con los menores de edad. El riesgo estilístico y de fondo de Tampa contrasta con la prosa y los temas, pulidos hasta quedar totalmente romos, de la mayor parte de la producción de los nuevos autores norteamericanos.

Es por eso me extraña que se haya elegido Las lecciones peligrosas como traducción. Ese título, que poco tiene que ver con el seco topónimo del título original, hace pensar más bien en un contenido soft-porn. Hay un juego con el famoso Las relaciones peligrosas de Choderlos de Laclos, en la idea de que la sexy maestra enseñará a sus alumnos “lecciones que nunca olvidarán”, lo cual no puede estar más lejos del contenido real del libro.

No obstante el despropósito del título, el libro de Nutting es una excelente lectura que, eso sí, requiere de un estómago fuerte.