Tierra Adentro

A lo largo de esta columna he intentado explorar qué en el terreno del arte plástico en Oaxaca, va más allá de espacios privilegiados como galerías y museos. No siempre lo he logrado, tampoco descarto lo que se exhibe continuamente en museos y una que otra galería, pues ahí también se encuentran piezas que dialogan fuertemente con su entorno, cuestionando la realidad y el estado de las cosas que no nos resultan familiares. El museo no es necesariamente un espacio muerto ni anquilosado, curadores y artistas intentan traspasar los límites que impone la burocracia institucional y la censura, para mostrar trabajos que violenten e inviten al espectador a repensar su entorno.

Me he encontrado con artistas jóvenes y talentosos que trabajan diariamente en talleres de gráfica compartidos, para solventar una renta en el centro de la ciudad. Son ellos quienes buscan su propia voz a través del dibujo y de la estampa, y al mismo tiempo intentan vivir de su trabajo en un terreno donde se privilegia la pintura. La herencia estética que dejaron artistas como Rufino Tamayo y Rodolfo Morales todavía se respira en galerías y museos. Quienes tienen dinero suficiente para venir a esta ciudad a comprar arte esperan recrear ese imaginario y por ello, buscan pinturas y esculturas que se acerquen o reproduzcan el mismo canon.

Los materiales utilizados para pintar son caros y trabajar en una sola pintura requiere mucho tiempo y espacio. De ahí que artistas jóvenes, después de terminar sus estudios en artes plásticas e incursionar brevemente en la pintura, hayan emigrado a la gráfica para construir su propia plataforma y expresarse. Sin embargo, también la gráfica tiene sus dificultades, una prensa de grabado oscila entre los 15 mil y 30 mil pesos, mientras que las prensas litográficas superan los 35 mil; sólo un puñado de personas se dedican a hacerlas por encargo y si no has trabajado de cerca con ellas te pueden dar gato por liebre; al imprimir se desperdicia papel, se necesita paciencia y dedicación.

Ante este panorama, apunto un par de generalizaciones: en Oaxaca, me parece mucho más fructífero y experimental lo que se hace en gráfica que en pintura porque se utilizan diferentes soportes (desde metal hasta cantera) y técnicas con las cuales se obtienen colores y matices que no se logran de otra forma. Los artistas en oaxaqueños dominan diversos soportes y tienen su historia con la pintura. Me interesa saber por qué la dejaron, si su amor por la gráfica es pasajero o si se han instalado por completo en este terreno. A estas alturas de mi columna, resulta necesario no sólo visitar talleres de gráfica colectivos, sino acudir a estudios personales de estos artistas, platicar con ellos e indagar en los procesos que construyen verdaderos diálogos consigo mismos y con la realidad. Las siguientes entregas estarán destinadas a documentar esa labor. Lo que se encuentra detrás del objeto estético me interesa.

¿Qué talleres se dedican de lleno a producir y exhibir obra en esta ciudad? Entre los que he visitado se encuentran el Taller Zapata, donde además de grabado se hace serigrafía; Gabinete Gráfico del artista plástico Irving Herrera, quien recientemente produjo la carpeta Oaxaca colective, que incluye piezas de artistas de otras  latitudes como Humberto Valdez, Diana Morales, Luis Ricaurte y Teresa Olmedo; Taller la Chicharra, donde trabajan constantemente los artistas Baltazar Castellanos Melo, MK Cabrito, Edith Chávez, Iván Bautista y Venancio Velasco; y el Taller de Gráfica Libre, espacio que fue inaugurado hace poco tiempo por los artistas e impresores Adrián Aguirre y Betty.

Para muestra del alto nivel de estos artistas y talleres, están las exhibiciones de Baltazar Castellanos Melo e Iván Bautista que se inauguraron el fin de semana pasado en el centro de esta ciudad. De herencia afromestiza de la Costa Chica guerrerense, Melo explora sus raíces y narra pequeñas historias en sus pinturas; la relación erótica entre cuerpo y tierra adquiere forma en estas imágenes; también la música y sus colores, pues Melo además integra un grupo de charanga de música tradicional costeña. Por su parte, las piezas de Herbarium, de Iván Bautista, retratan en un mismo plano el cuerpo femenino y plantas medicinales como parte de un muestrario de recetas espirituales, remedios para la soledad, la tristeza o el insomnio. En sus cuadros las mujeres tienen manos delicadas pero muertas, alejadas de la creencia popular que liga lo femenino con protección, maternidad y dulzura. Estas mujeres poseen rostros soberbios que parecen saber del alcance de su poder y dominio sobre el espectador. Dejo estas imágenes como introducción.

 


Autores
Es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas, por la UNAM. Junto al artista plástico Pavel Acevedo, dirige Espacio Centro, un lugar independiente de exhibición y producción artística ubicado en la periferia de Oaxaca. Trabaja lentamente en su ficción y en un pequeño huerto.