Siria y el eterno choque geopolítico
Gran Siria: crisol de múltiples culturas y enfrentamientos geopolíticos
El actual conflicto pudiera parecernos como un mero y reciente enfrentamiento de potencias modernas (Rusia, Estados Unidos, Irán, Israel, Arabia Saudita etc.), sin embargo, esta posición especial de Siria en el tablero mundial data de mucho tiempo atrás. Para ello ocuparemos el término Gran Siria, el cual incluye a los territorios actuales de Siria, Jordania, Israel y Líbano, y porque denomina a la región de nuestro interés antes de que se convirtiera en países independientes ya entrado el Siglo XX.
Dicha Gran Siria comenzaría a ser influida cultural y socialmente por una de las primeras civilizaciones de la antigüedad, los fenicios (2500 a.C-539), y quienes descubrirían en sus costas (Mediterráneo Oriental) el punto focal de su proyección, riqueza y poderío naval en el Mediterráneo. Pasado el tiempo, esta región se vió envuelta en sucesiones imperiales del este y el norte, y es así como los fenicios fueron sustituidos por el control Aisirio, luego Babilonio, y absorbidos éstos últimos por otro gran imperio antiguo, el persa.
Con el advenimiento del imperio heleno, el territorio pasó a formar parte de éste cuando Alejandro Magno derrotó a los persas y absorbió todos sus dominios, y el cual, a su muerte, sería incorporado al Imperio seléucida como parte de la herencia fragmentada del Imperio heleno entre el Siglo IV a.C y el I.
Posteriormente, la región pasaría a incorporarse dentro del control Romano, como provincia de la República (509 a.C-27) y luego del Imperio (27-1453) en su faceta romana y bizantina. Sin embargo, para el año 635 su control sería sustituido por el califato Rashidun (632-661), el califato Omeya (661-750) y el califato Abasí (750-1258). Durante esta etapa, también es preciso notar que la Gran Siria experimentaría la influencia religiosa más importante en la actualidad: el islam, el cual junto con diversas denominaciones cristianas como la ortodoxa conformarían el panorama espiritual de la Siria contemporánea.
En contraste, durante esta etapa se libraría uno de los primeros episodios de enfrentamiento político religioso entre oriente y occidente, nos referimos a las cruzadas1(1095-1291). Para 1516, todo el territorio de la Gran Siria sería incorporado dentro del imperio otomano y se mantendría bajo su administración hasta finales de la Primera Guerra Mundial que tuvo como una de sus consecuencias el desmembramiento de dicho imperio para ser controlado a manera de protectorados por dos de los grandes vencedores del conflicto, Francia e Inglaterra.
No obstante, el movimiento nacionalista iniciado en Europa y que causaría aquella primera gran conflagración mundial se había extendido de igual forma en la zona, y es así como una corriente nacionalista, Siria —previamente en lucha con los otomanos— reclamaba la independencia a los poderes vencedores de la guerra.
Ante la negativa de reconocer la independencia de Siria en 1920, Francia e Inglaterra se dividieron el control imperial bajo el nombre de “protectorados” en gran parte del medio oriente y la Gran Siria, quedando esta última bajo mandato francés y generando un fuerte rechazo al gobierno de ocupación. De igual forma durante este periodo se formarían movimientos árabes nacionalistas con el concepto ideológico central del futuro pan-arabismo2 y de muchos partidos políticos de la época, incluido el partido Baaz Árabe Socialista (fundado en 1947). Finalmente, sería hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) que Siria y los demás territorios de la Gran Siria obtendrían su independencia dentro del marco de un nuevo enfrentamiento imperial conocido como Guerra Fría.
Golpes y la llegada de la Dinastía Assad
Entre 1946 y 1958 el país inauguraría su periodo independiente sumido en golpes de Estado y la inestabilidad política derivada de un súbito abandono y nulo crecimiento institucional hecho por el protectorado francés. Uno de los caminos que los gobiernos a cargo decidieron emprender dentro del intenso pensamiento nacionalista y panarabista de la época fue la unión con el régimen de Nasser en Egipto para crear la República Árabe Unida (1958-1961), la cual tuvo una corta existencia pues los líderes locales sirios no quisieron perder influencia ni control nacional a favor de elementos nasseristas externos.
Entre 1961 y 1971 el país se vería envuelto por luchas intestinas en el partido Baaz, que poco a poco iría acaparando el dominio de la escena política nacional y frente a elementos más rádicales propios y externos (como la hermandad musulmana). También se fraguarían los últimos golpes de Estado que culminarían en 1970 con la llegada de Hafez Al-Assad al frente de la República Árabe Siria establecida en 1971, en la que elementos sunitas3ocuparon puestos políticos de liderazgo mientras que los alawitas4(facción a la que pertenece la familia Al-Assad) fueron colocados dentro del aparato coercitivo y de seguridad del Estado sirio.
Entre 1971 y 2000, Hafez Al-Assad gobernó Siria con una política de corte menos radical que ciertas alas del partido Baaz proponían, colocando familiares y miembros alawitas dentro del Ministerio de Defensa y de Seguridad para evitar posibles golpes de Estado como la historia reciente del país ampliamente había demostrado. De forma paralela, el Estado desarrollado por Al-Assad consideró principalmente una economía controlada por el gobierno (hasta 1991) y un régimen de participación política unipartidista, centrado en la figura del partido Baaz y una ideología centrada en el culto a la personalidad, islamismo moderado y ciertos atisbos de gaullismo.5
Hacia el exterior, —y quizá esa es una de las razones junto con la corrupción inherente al sistema autocrático-hereditario establecido por Al-Assad— el gobierno sirio buscó establecerse como el actor predominante en Medio Oriente respecto al conflicto árabe-israelí6al participar en la Guerra de Yom Kippur (6-25 de octubre de 1973) de la cual pocas ganancias se obtendrían, pues para 1978 se firmaban los acuerdos de Campo David y el lado árabe perdía un aliado clave en el conflicto. También decidió involucrarse en la Guerra Civil del Líbano (1975-1990) y en la cual no terminaría su presencia militar sino hasta 2005.
Otro elemento que vino a generar problemas en los años finales de Al-Assad fue el resurgimiento de movimientos islamistas radicales como efecto indirecto de la Revolución Islámica de Irán en 1979 (cuyos efectos serían extensivos a todo Medio Oriente), ello junto a la crisis de sucesión entre 1983 y 1984 ya que su salud iba decreciendo año con año. Sin embargo, pudo mantenerse al frente del gobierno ya entrada la década de los 90 y preparar a su futuro sucesor, Bashar Al-Assad.
Este último personaje asumió el control del país al morir su padre el 10 de junio de 2000 y hasta los inicios de la Guerra Civil en 2011 trataría de hacer frente a dos grandes problemas: por un lado el gobierno debía continuar las reformas implementadas por su antecesor, orientadas a la liberación de la economía siria posterior al fin de la Guerra Fría en 1991, y por otro lado conservar el poder político ante una sociedad insatisfecha por la presencia de un solo actor político relevante (el partido Baaz) por más de 40 años, ello también impulsado por una población joven en aumento que no encontraba oportunidades de empleo y frente a un gobierno incapaz de resolverlo en el corto plazo. Es así como llegamos a la antesala principal de este conflicto.
2011: Siria y la Primavera Árabe
Al igual que otros regímenes de Medio Oriente y África Subsahariana (Túnez, Libia, Argelia etc.), Siria se vio envuelta en una serie de protestas populares que demandaban al gobierno desde una mayor participación en la vida política nacional, hasta la total renuncia de todos los líderes políticos. Dichas manifestaciones populares fueron nombradas “Primavera Árabe” y se realizaron entre 2010 y 2012 con resultados diversos, ya que en el caso de países como Egipto, Túnez, Libia y Yemen los gobiernos fueron derrocados; en otros como Marruecos y Jordania se introdujeron reformas políticas; y en el caso de Siria e Irak las protestas pronto derivaron en guerra civil y el surgimiento de nuevas amenazas terroristas.
A principios de 2011, Siria se encontraba aquejada por los efectos negativos de la fallida transición a la economía neoliberal que había sido impulsada por Bashar Al-Assad desde inicios del 2000, las clases bajas y medias se encontraban empobrecidas y el país experimentaba una sequía severa. Esto tuvo como consecuencia el inicio de protestas contra el régimen en las áreas rurales y las periferias de las ciudades principales.
Para mediados del 2011 y ante la represión violenta del gobierno de Al-Assad hacia los inconformes, comenzaron a presentarse los primeros movimientos armados insurgentes, los cuales estarían representados principalmente por el Ejército Libre Sirio. Frente a esto el régimen movilizó sus tropas y a finales el año 2012 el conflicto ya había adquirido todos los tintes de una Guerra Civil.
La ONU trató desde inicios del año 2012 en establecer un alto al fuego y sentar a las partes para negociar una salida pacífica, sin embargo, los esfuerzos fracasaron y para los años 2013 y 2014 el conflicto escalaría su magnitud con la participación de agentes extranjeros, por el lado rebelde serían apoyados por Turquía, Arabia Saudita y Estados Unidos, y por el lado gubernamental estaría apoyado en su mayoría por Irán a través del grupo islamista chiíta Hezbollah. Hasta este momento la facción insurgente controlaba todo el territorio norte sirio y parte del Este en su frontera con Irak, llegando al punto de amenazar con tomar la capital, Damasco.
Es también durante este periodo que el número de víctimas civiles y militares aumentaría, y los desplazados internos comenzarían a migrar fuera del país hacia Turquía, Jordania y otros países europeos por vía terrestre y marítima.
Hacia principios de 2014 y 2018 surgiría una nueva amenaza terrorista en el territorio que afectaría no solamente a Siria sino a las naciones europeas y americanas involucradas en el conflicto, el Estado Islámico de Irak y el levante (región que incluye a la Gran Siria) comenzaría a operar en territorio noroeste iraquí y entre 2014 y 2015 tomaría buena parte del territorio de Siria, poniendo en una posición verdaderamente precaria al gobierno de Damasco.
No obstante, el conflicto ya tomaría un cariz totalmente internacional, pues con los avances tan peligrosos logrados por el Estado Islámico las potencias militares actuales decidieron actuar para erradicar dicha amenaza en Medio Oriente. Es así como Estados Unidos y Rusia decidieron intervenir de manera directa en Siria, el primero apoyando con ataques aéreos y equipo a las fuerzas rebeldes y kurdas (que hasta ese momento decidieron involucrarse); mientras que para el caso ruso se apoyó de manera técnica y logística al gobierno legítimo, pero también con un contingente permanente militar, naval y aéreo que operaría únicamente en zona siria.
Lo anterior tuvo como resultado que a principios del 2018 se expulsara a las fuerzas terroristas del Estado Islámico de territorio sirio, pero también, y gracias al apoyo y control aéreo ruso, la administración de Al-Assad pudo iniciar la recaptura del terreno perdido frente a los rebeldes desde 2013.
2018 en adelante: la focalización del conflicto y sus posibles desenlaces
Luego de la derrota del Estado Islámico y la recuperación de la mayoría del territorio por parte del gobierno de Damasco, la situación bélica se ha concentrado en dos puntos fundamentales: por un lado, el norte de Siria en su frontera con Turquía había caído en control rebelde apoyado por el régimen de Estambul y hacia el este de aquella se dividió el dominio espacial entre fuerzas insurgentes y fuerzas del gobierno Rojava (afín a la administración de Al-Assad). Por otro lado, el sur de la frontera siria entre los territorios de Irak y Jordania se encuentra en menor medida gobernado por fuerzas subversivas, pero adicionalmente ha tenido que hacer frente a incursiones aéreas por parte de Israel y monitorear la actividad de las células restantes del Estado Islámico que han escapado hacia Irak.
Gracias a la disminución de la actividad bélica en gran parte del territorio, el gobierno de Al-Assad ha comenzado a considerar el proceso de reconstrucción de buena parte del país que ha sido asolado los últimos 10 años, la repatriación de los millones de sirios expulsados del país por la guerra, hasta la convocatoria a un nuevo congreso constituyente que permita tomar en cuenta las demandas de la oposición bajo los auspicios de la ONU.
Considerando lo anterior, podemos establecer ciertos escenarios a futuro para este conflicto tan complejo dada la cantidad de actores internos y externos involucrados. En términos positivos, Rusia ha logrado sentar a negociar a los actores que más han contribuido en términos materiales y unitarios a la continuación del conflicto, estos son Irán en apoyo incondicional al régimen de Al-Assad y del lado rebelde Turquía, ya que además de mantener su posición de poder regional a través de este conflicto, aquella nación ve con sumo recelo el papel de relevancia que ha tomado la comunidad kurda en Siria por medio de la administración de Rojava para un eventual proyecto de federalización en el país y que supone un precedente sumamente peligroso para Estambul, pues el PKK (partido de los trabajadores del Kurdistán turco) puede tomar esto para radicalizar su posición y constituir una amenaza futura para Erdogan.
Siguiendo esta línea, creemos que al menos en el corto plazo (5 años), Rusia y los actores más involucrados en el conflicto (Turquía e Irán) tratarán de seguir el camino diplomático para buscar una solución concertada al conflicto y conservar sus propios intereses en la zona. Pero a la vez mantendrán el apoyo militar para buscar un golpe de suerte que permita cambiar la corriente de la guerra a su favor, lo cual para la facción rebelde y sus aliados se ve bastante sombrío pues a la fecha solamente controlan 10% del territorio y ese número parece reducirse por el impulso que lleva el gobierno de Al-Assad y ante la ausencia de nuevas amenazas similares al Estado Islámico o apoyos renovados e incrementados por parte de Estados Unidos.
Por lo tanto, creemos que, en este escenario positivo, Al-Assad y compañía acabarán prevaleciendo en el conflicto, pero su permanencia y estabilidad a futuro dependerán en buena medida de la reconstrucción del país y la reconfiguración política que hagan para incluir tanto a la facción rebelde como a la del Rojava que en buena medida les ayudó a cambiar el rumbo del problema.
Pasando ahora a un escenario de carácter negativo, aquel puede realizarse solamente si las partes involucradas en la facción rebelde deciden incrementar el apoyo material bélico y de personal para efectuar un movimiento amplio en contra de Damasco, sin embargo, ello requerirá de un cálculo bastante elaborado por parte de Turquía y Estados Unidos pues deberán medirse las capacidades necesarias para derrocar al régimen de Al-Assad, la voluntad de compromiso de Rusia e Irán para que dejar que aquello pasara y sobretodo la viabilidad financiera de realizarlo, pues como en cualquier guerra, toda acción implica un gasto.
No descartamos que ello pueda realizarse el año siguiente o más adelante, no obstante, las posibilidades de ocurrir han disminuido considerablemente en los últimos dos años, pues la pandemia ha venido a trastocar toda la economía mundial, incluidos los esfuerzos que hoy realizan todas las naciones para paliar sus efectos negativos.
Para concluir, hemos de considerar que para la pronta y correcta resolución del conflicto desgraciadamente no bastará con los esfuerzos y medidas que tomen los actores nacionales, sino también, faltaría considerar el apoyo y anuencia de los actores internacionales involucrados, pues como muchos enfrentamientos, guerras civiles y conflictos híbridos que se han presentado en mayor número, posterior al final de la Guerra Fría en 1991, es característica su interrelación con el medio internacional por su posición geopolítica y geoeconómica. Y en el caso de Siria, ambas condiciones son privilegiadas desde hace siglos.
Fuentes de Consulta
Matar Linda, y Kadri Ali, eds., Syria: From National Independence to Proxy War, Palgrave Macmillan, Suiza, 2019.
Rabinovich Itamar y Valensi Carmit, Syrian Requiem: The Civil War and its Aftermath, Princeton University Press, Estados Unidos, 2021.
Shoup John A., The History of Syria, Greenwood, Estados Unidos, 2018.
Collelo Thomas, ed., Syria: a country study, Library of Congress, Estados Unidos, 1988.
- Curiosamente, en el actual conflicto, una fortaleza llamada “Krak des Chevaliers” construida por caballeros hospitalarios fue empleada por rebeldes y dañada por desgracia en combates contra el gobierno.
- Unión de todos los países árabes desde el medio oriente hasta el norte de África para oponerse a la influencia occidental que tomaría fuerza en la década de 1950 y 1960 en la región, impulsada en su mayoría por el presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser (1956-1970).
- Miembros de la principal denominación del islam, el sunismo, que junto con el chiísmo abordan a la mayoría de los musulmanes en el mundo, y la cual se ha vuelto un nuevo foco de enfrentamiento en Medio Oriente a partir de diferencias político-religiosas que son explotadas por los líderes locales y externos en conflictos como el sirio y el yemení entre otros.
- Minoría religiosa de adscripción chiíta en Siria.
- Corriente política desarrollada por el presidente francés Charles de Gaulle (1959-1969) y líder de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, ella abarca cierto conservadurismo político e ideológico y apela a los valores republicanos de la revolución francesa, al igual que la soberanía nacional y unidad en contraste con la “división y polarización” de la tendencia socialista.
- El cual se originaría principalmente por la disputa de existencia y consolidación del Estado de Israel en menoscabo de los derechos político y sociales del pueblo palestino.