Tierra Adentro

Vengo de un hogar donde ni mi mamá ni mi papá suelen tener filtros para hablar, y esto puede llevar a momentos de suma incomodidad. No para ellos, mi madre no se da cuenta y grita en vez de hablar, emite las palabras como hacen los actores, los niños y las aves, desde el diafragma; todo se debe a que mi abuela era bastante sorda y mi mamá necesitaba ser escuchada. Mi papá no entiende qué tiene de malo decir la verdad, aunque no estoy segura de que exista algo así como una verdad. Mi amigo Jorge es igual. Los filtros son necesarios porque no todo el mundo quiere ni le interesa saber lo que pensamos, tampoco es necesario que lo sepan.

Los filtros hacen mejor algo que tenía buenas intenciones y que casi lo logra, baste pensar en el Instagram y en esta idea de los muchos filtros llevada al extremo. Incluso existe el hashtag #sinfiltro (#nofilter en inglés) para resaltar cómo hay cosas bellas por sí mismas. Resulta difícil aceptar que lo que vemos en esa red social (o en cualquier otra) es «la realidad», porque aun con filtros de luz y de color, esa imagen pasa por aquel quen toma la foto. De ahí que la fotografía no pueda ser objetiva y sea una suma de subjetividades estéticas que en el fondo también imaginan e interpretan la realidad, como la ilustración realista, científica, el documental en cine o un informe en literatura.

Filtramos nuestras actitudes o emociones para encajar en grupos sociales, en situaciones o momentos. La psicosis puede ser una falta de filtro o la sociopatía una multitud de filtros, una extrema racionalización de lo humano para pasar por alguien normal. Pero también filtramos nuestras actitudes por pudor, por falta de confianza o por falta de afecto.

La filtración es necesaria al trabajar un nuevo proyecto, cuando hay demasiadas ideas o caminos posibles para desarrollarlas. Para que éste aflore es necesario a veces hacer lo mismo que cuando hacemos café: nos quedamos con su sabor y desechamos el grano.

Y luego están los filtros de la memoria, ¿decidimos qué cosas recordar o nuestra mente las filtra por nosotros? Tenemos recuerdos que hemos olvidado ya sea por dolorosos, inservibles o impactantes; y hay dolores que por liberarnos de todo rencor, deberíamos filtrar pero por alguna razón no lo hacemos, de ahí el término en inglés baggage o equipaje emocional. Todos deberíamos llegar a ese día en que lo soltamos porque si no se nos va el tren, como al final de Darjeeling Limited de Wes Anderson.

La memoria a la vez nos enseña una verdad propia que creemos que comparte todo el mundo, pero no siempre es así. Hemos filtrado nuestra propia experiencia y un mismo evento es recordado por cada quien de manera distinta. Baste contar una anécdota de la infancia frente a nuestra familia para escuchar las distintas versiones de cada uno lo los actores que participaron en ese momento. ¿Quién miente, nosotros, los demás o nuestra memoria?

Cuando le quitamos el filtro al Instagram, buscamos la objetividad, llegar a una verdad convencional que genere empatía con muchos. Pero entre más filtros y capas ponemos, más nos alejamos del otro, más nos engalanamos en un discurso único. O como pasa en la escena de la película Spider de Cronenberg donde el protagonista aparece en el comedor de la institución mental con unas cinco camisas puestas al mismo tiempo y el enfermero le pregunta si trae puesta toda su ropa. Entonces su compañero responde, ante el silencio de Spider: «Entre menos es una persona, más ropa necesita para vestirse».

En realidad las cosas brillan por sí mismas, como los sabores, y su grandeza yace en su combinación, en su pertinencia y en el sutil balance entre todos sus elementos. Pienso en el chef Ramsey regañando a alguno de sus concursantes, cocineros en potencia, por aderezar demasiado algún ingrediente de primera, cuando la regla es que si se tiene un ingrediente de primera, es mejor que brille por sí mismo.

Somos capas y capas que necesitamos y otras que no. Filtros de nosotros mismos para dar a entender de una manera inteligible nuestra manera de ver el mundo. Tal vez no está tan mal que mis padres no filtren sus comentarios. Habría que hacer lo mismo de entrada con las ideas y que los sabores siempre sepan a lo que son. Baste aprender a combinarlos y el arte de la mesura.


Autores
(Morelia, 1984) Es gestora cultural, ilustradora, editora y escritora. Coordina el diplomado Casa: Ilustración Narrativa de la UNAM. Forma parte del comité organizador de El Ilustradero y del Catálogo Iberoamérica Ilustra. Es socia de Oink Ediciones y del estudio Cuarto para las Tres.