Sin domicilio conocido. Artistas en Movimiento Aimée Theriot
Según la Comisión Estatal de Población, en 2005, 28 mil 720 yucatecos salieron para radicar en otra entidad federativa. Los movimientos importantes a veces se detonan por las cosas más simples. Y, también, por las más propositivas. El arribo de Aimée Theriot al Distrito Federal da cuenta de esa parte emocionante que no se puede ignorar. ¿Cómo negar, en el contexto artístico, los atractivos de una ciudad como el D.F., dinámica y multicultural, propensa a la ruptura y a la innovación?
Cuando decidí dedicarme a la música de manera formal vivía en Aguascalientes, donde estudiaba cine. Varios colegas me hablaban de una incipiente escuela de música en Yucatán, fundada por el compositor Javier Álvarez, así que regresé a Mérida, mi ciudad natal. Comencé a hacer trabajo social: di clases de música en comunidades mayas, gestioné conciertos y talleres de improvisación libre. Este trabajo se convirtió en la organización No.Estación.Arte, en la que, junto con Juan García, se generó bastante trabajo entre 2009 y 2012.
La razón por la cual no me comprometí a quedarme en Mérida no tiene que ver con el arte o la música, sino con algo mucho más primordial: el clima tan cálido y húmedo de Yucatán es para mí un depresor infalible. El Distrito Federal tiene un clima envidiable, por eso decidí sacrificar mis pulmones y venir aquí. La impresión que me convenció fue la magnitud de la ciudad y la posibilidad de volverme anónima dentro de la masa. Mi vida en el D.F. no se diferencia demasiado a la que llevaba en Mérida; soy una persona de mi casa, de mi música y de mis perros. Pero la energía de la ciudad te obliga a moverte y a emprender, es difícil quedarse estático dentro de tanto ajetreo. El mayor reto que encuentro es moverme en la dirección deseada y no dejarme enganchar por las corrientes que fluyen de manera predeterminada.
En cuanto al cambio de escena, lo maravilloso del contexto de la música improvisada/creativa/experimental, es que es bastante descentralizado. Los músicos se mueven mucho, trabajan juntos o en solitario, es un ambiente bastante flexible y autogestivo. No necesitas entrar en un nicho; puedes crearlo tú mismo, tomar el papel de gestor a la vez que el de artista.
Las ciudades capitales sirven como escape y escaparate de síntomas sociales que están dispersos por el resto del país. Aquí es donde todo choca y se combina, donde surge el mayor grado de multiculturalidad.
Me opongo al centralismo, y justamente en el sureste del país hay un movimiento anticentralista muy interesante; personas de distintos ámbitos culturales con la firme convicción de que no es necesario emigrar a la “gran capital” para tener éxito están haciendo que las cosas sucedan en su lugar de origen, promoviendo su arte o su deporte sin dejar su espacio; esto me parece maravilloso.