Mito y sentido: La mujer de Lot, espectáculo escénico
Tal vez miré hacia atrás por curiosidad.
Pero además de curiosidad pude tener otras razones.
Por distracción…
Por la desobediencia natural de los humildes.
Escuchando cómo nos perseguían.
Conmovida por el silencio, pensando que Dios cambiaría de idea.
Wislawa Szymborska
Dios y su fuerza destructiva, ¿imagen lo suficientemente terrible para petrificar a una persona? La mujer de Lot, llamada Edith en la tradición judía, es el personaje bíblico que se transformó en una columna de sal cuando volvió la vista atrás y contempló la fuerza de Dios. Según la tradición, ella recibió un castigo por no acatar el trato entre Dios y su esposo, Lot, cuando fueron advertidos sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra.
Las razones por las cuales volvió la vista atrás son desconocidas. Según la tradición bíblica, fue por curiosidad, pero quizás haya sido por culpa o vergüenza ante la huida. Quizás, despecho ante la certeza de que su marido haría justo lo que le fue ordenado; o tal vez rebeldía, rabia o distracción. Estas y más posibilidades son expresadas en el poema titulado La mujer de Lot, de la polaca ganadora del Nobel en 1996, Wislawa Szymborska, que inspiró a un grupo de artistas para montar un original espectáculo multidisciplinario. Dicho evento se llevó a cabo el viernes 6 de junio, a las ocho de la noche, en el marco de la XXIV edición del Encuentro Estatal de Teatro Nuevo León, que durará hasta el próximo sábado 14 de junio.
Ante un público que abarrotaba la primera planta de la Gran Sala del Teatro de la Ciudad, suceso poco común, reservado para eventos especiales como éste, La Columna: grupo de encuentro interdisciplinario estrenó en este escenario su sexta presentación de La mujer de Lot: espectáculo escénico, dirigida por Ángel Hinojosa. Guiados por la premisa de trabajar desde sus respectivas disciplinas (danza, teatro, literatura, música, video, fotografía, dibujo y audiotécnia) los artistas Aurora Buensuceso, Ángel Hinojosa, Luis Frías Leal, Cristina M. González, Eduardo Gómez Escamilla, y Alan Alanís unieron sus talentos para representar la subjetividad de este enigmático personaje bíblico.
La riqueza del poema de Wislawa permite al conjunto de elementos en escena (video, música y danza) reconstruir las imágenes del mito en distintos tiempos. El producto visual obtenido gracias a estos componentes, además del juego entre luces e imagen, remiten a un viaje que acompaña el ir y venir de la mujer de Lot, así como al caos que coexiste todo el tiempo en el interior de una mente.
Una silla roja es el eje de fuerza centrípeta durante toda la obra. La silla es la presencia ausente alrededor de la cual la mujer en un primer momento, como esposa y ama de casa, baila en un juego de polos. Se aleja, se acerca, le sirve, la rechaza, es atrapada, incluso, sometida hasta el momento cuando la mujer cae. Entonces, al fondo del escenario como imagen en una pantalla, arena blanca, sal probablemente, poco a poco sepulta a la mujer caída. Ella intenta luchar contra esa fuerza como quien lucha, sin éxito, contra el tiempo imparable, quizás metáfora de Dios. Entonces la mujer es irremediablemente sepultada por la sal, dando pie al siguiente momento: la exploración sensual del ser femenino; su intimidad y la relación de ella con la ciudad representada en muchos cuerpos.
Un hombre y una mujer, dos hombres, más mujeres, de pronto líneas quizás tan caóticas como la multitud entregada al mismo placer y al mismo tormento. Mientras la acción coreográfica toma lugar en el escenario, en la pantalla suceden imágenes que reflejan el interior de la mujer, su recuerdo en varios momentos, cuando se cuestiona por qué volteó, cuando huía escuchando tras de sí una ciudad sufriendo la furia divina, cuando en un espacio ajeno al tiempo perdura la imagen de ella convertida para siempre en una estatua.
En ese instante preciso, la mujer de Lot voltea y mira. Manchones y rayas se confunden acompañadas de una música frenética. De pronto, miles de ojos bestiales aparecen observando cómo la mujer en el espacio real cae al suelo mientras en el espacio sin tiempo de la imagen se mantiene en pie. Entonces hay dos mujeres, una sobre el escenario, caída al suelo, otra en la pantalla ahora bailando exótica y altiva hasta que ella misma, sobre el escenario, despierta. ¡Yo salí corriendo, arrastrándome y trepando hasta que la oscuridad cayó del cielo, y con ella grava ardiendo y aves muertas. Por falta de aliento varias veces perdí el equilibro. Si alguien me hubiera visto, pensaría que bailaba! grita, como si justo en ese momento fuera testigo de la fuerza de Dios destruyendo la ciudad que ella y su familia recién abandonaron con la orden de no mirar atrás.
De pronto la imagen se deforma, todo es cubierto por la oscuridad y sobre el escenario ya no hay mujer, sólo una silla vacía, y al fondo la vista panorámica de la ciudad de Monterrey, quizás esperando su destrucción.
Durante la puesta se exploran la subjetividad de todo ser humano ante determinada situación que lo obliga a cuestionarse “¿por qué hice esto que me causó tanto daño?”. Según Cristina M. González, asesora literaria del grupo La Columna, en cualquier momento un ser humano, hombre y mujer, se pregunta lo mismo. Una característica de los grandes mitos es conservar siempre esa actualidad, dice, el gesto de voltear en lugar de seguir el mandato divino significa un apego al mundo y el castigo que esto implica es un recordatorio de la inapelable voluntad de Dios.
Además de evaluarse el rol familiar de la mujer también se explora su fuerza interior, la voluntad de rebelarse y actuar según ella misma. La profundidad que se obtiene con la relación del espacio escénico y el plano espacial visto en la pantalla permiten que distintos momentos estén siempre interactuando. La mujer de Lot como un ser autónomo y sensual, su relación con una ciudad hedonista, “sumida en pecado” según el mito cristiano.
La riqueza del poema escrito por Wislawa Szymborska permite reconstruir, durante la representación escénica, los distintos espacios y tiempos que circundan, más allá de la condición femenina, la condición humana ante el poder de lo inexplicable. Recibida con una amplia ovación, La mujer de Lot: espectáculo escénico invita a reflexionar sobre las implicaciones positivas, negativas y posibles del choque autónomo de voluntades y las consecuencias que este suceso conlleva.
- Fotografía por Gen Gibler.
- Fotografía por Gen Gibler.
- Fotografía por Gen Gibler.