Sin decoro
Sobre de mí, sin decoro,
el hambre de besos que ya no recuerdo
un deseo de ti por años extinto
palpitando como lava nueva.
El deseo de verte y de ser vista
con el ansia palpitante
de quien cree la oportunidad estrecha
de quien no siente la certeza de un mañana
de quien se sabe fútil y fortuita,
como la mariposa al pasar por la ventana.
Así, en la alargada sombra de una mañana de domingo,
soy capaz de devorarte todavía
presa de temblores y deseos
impropios de dos esposas añejas
que se sientan a esperar a la visita
viendo películas repetidas en la tele.
Qué es el amor sino la certeza
de que todo volverá puntual a nuestro puerto
aun la calentura adolescente
aun el deseo acéfalo del cuerpo
aun Sintonía de amor en matiné
o la flor de tu saliva sobre mi sexo?