Tierra Adentro

Las asociaciones mentales suelen ser extrañas. Suena Agent Cooper, el nuevo disco de la española Russian Red, y no puedo dejar de pensar en El extranjero, la espléndida novela del francés Albert Camus en la que su protagonista provoca la cólera e indignación de la sociedad francesa de la postguerra, debido a que comete “la infamia” de no llorar ante la noticia de que su madre ha muerto. La burguesía gala casi podía entender y justificar que alguien maté a un árabe con un pretexto nimio, pero jamás la indolencia ante el fallecimiento de la progenitora.

Trato de convencerme de que lo que ronda por mi mente es el tema de lo imperdonable. Y entonces voy hacia las condiciones y exigencias del pop más comercial. Pareciera que una obligación de sus personajes es poseer una belleza singular. No se puede llegar a lo más alto sin un físico superlativo. Luego llega el momento de contrastar esos modos con los usos y costumbres del mundo indie. Allí pareciera que la belleza fuera un demerito y un estorbo a la hora de aquilatar el talento de aquellos que pertenecen a tal circuito.

Agent Cooper (Octubre, 2014) es –y por mucho‒ el mejor disco en la carrera de esta sílfide posmoderna, pero creo que será juzgado con severidad –sobre todo por sus compatriotas‒ porque no le perdonan que sea una singer-songwriter inserta en el indie más comercial y que además sea notablemente hermosa. Por si fuera poco, dan visos de que hasta les parece mal que aunque de cuna hispanoparlante haya conseguido eliminar el acento a la hora de cantar con elegancia y suficiencia.

Por si fuera poco, la chica se marchó a Los Ángeles para registrar su trabajo más rockero a la fecha y con un robusto acompañamiento de grupo completo.  Muchos deberían aplaudir sus desplantes y ese alejamiento del cliché de cantante de folk que limita las posibilidades estilísticas. Ella sabe sorprender con regates inesperados; para Fuerteventura (2011), su disco pasado, fue a Escocia a grabarlo con el productor Stevie J y la ayuda de algunos de los miembros de Belle & Sebastian.

Lourdes Hernández ‒su nombre de pila‒ sabe cómo ir por todas las canicas; pero de nada hubiera bastado tener ahora de su lado a alguien como Joe Chiccarelli, acostumbrado a sentarse detrás de la consola lo mismo para Morrissey y The White Stripes que para U2 y The Shins, si lo que valiera, antes que otra cosa, no fuera el cancionero a defender. Russian escribió 10 temas dedicados a un igual número de figuras masculinas que le han dejado huella y en el periplo dio con algunas de las mejores piezas que se le han escuchado al día de hoy.

Agent Cooper es un disco lleno de épica y sentimentalismo, con un guiño rocker por haber sido grabado en los estudios Sunset y mezclado por Mark Needhan (Fleetwood Mac, Bloc Party), para culminar la ambiciosa estrategia dejando a  Emily Lazar, colaborador de Vampire Weekend, Björk y David Bowie en la masterización.

Y es que no hay tiempo para especulaciones. Abre con “Michael P.” desatando la magia. Un sonido más eléctrico, con bases percutivas algo ochenteras que soportan perfectamente a las melodías y la línea vocal. Ella canta con naturalidad y suena renovada; la conocíamos apegada al buen folk pero esto si es darle un vuelo total a la hilacha –como dijeran las abuelas.

¿Y cómo podría sonar forzado cuando es una revisión al catálogo de distintos hombres de su vida? Todos tenemos un amor adolescente y colegial al que dedicarle un arrebato enteramente romántico; en “John Michael”, el resabio de aquellos años le lleva a increparle con total desmesura: de tu estúpido encanto, de tu estúpida voz”.

Alguna vez nos emocionamos con The Bangles, The Cars y ‒duele aceptarlo‒ con Chris Isaac. Esas pasiones ochenteras son difíciles de explicar ‒hasta Morrisey sufre por ello‒ pero le quedan muy bien a Russian Red; ¿será que su subyugante belleza nos vuelve débiles? ¿Será qué podemos emitir un juicio respetable sin unir esa música a un cuerpo?

Las canciones se defienden por sí solas. “Casper” es un estupendo sencillo por su juego melódico, su cambio de ritmo, pero sobre todo, por la manera de cantar de Lourdes. La dama supo escoger bien a los hombres de su vida. Desde la figura de Neruda, como un poeta toral, o el fantasma de “…Xavier” –quizá otro de sus enamorados.

Agent Cooper es un disco que nos hace pensar en lo bien que ha asimilado las lecciones impartidas por Cat Power –mucho le debe en cuanto a sonido‒, aunque ella hubiera preferido ser discípula de una PJ Harvey –más fiera, más guerrera. Se trata de un disco en el que soplan aires desatados de renovación; un afortunado cambio de rumbo en el que también cabe una pieza dedicada, nada menos, que al líder de los Arctic Monkeys. “Alex T.” demuestra que las ninfas también crean su propia mitología y pueden susurrar anhelantes: “eres una estrella… ¿algún día serás mío?”.

La chica ha crecido, la artista se mueve a plenitud, incluso con un título que hace referencia a uno de los personajes de la serie Twin Peaks, surgida de la torva y siniestra mente de David Lynch. La televisión también le aportó algún fetiche sexual. En fin, que ha dado con una impecable decena de canciones con las que no cuesta imaginarla al volante de un descapotable y recorriendo las largas avenidas angelinas poniéndole un poco de savoir faire sexy al rock and roll.

 

 


Autores
La redacción de Tierra Adentro trabaja para estimular, apoyar y difundir la obra de los escritores y artistas jóvenes de México.
De los años sesenta tomó la inconformidad recalcitrante; de los ochenta una pasión crónica por la música; de los noventa la pasión literaria. Durante la década de los dosmil buscó la manera de hacer eclosionar todas sus filias. Explorando la poesía ha publicado: Loop traicionero (2008), Suave como el peligro (2010) y Combustión espontánea (2011). Rutas para entrar y salir del Nirvana (2012) es su primera novela. Es colaborador de las revistas Marvin, La mosca, Variopinto e Indie-rocks y los diarios Milenio Hidalgo y Reforma, entre otras publicaciones.