Ruido Blanco. En la ciudad de la feria
Ciertas ciudades se distinguen por determinada celebración, sea fiesta patronal, feria regional o más recientemente congreso de profesionales del libro o de las artes. Xalapa, sin embargo, después de su temprana denominación antonomásica, La Ciudad de la Feria, ya que durante varios años del siglo XVIII se desarrolló en este poblado de descanso la feria mercantil con los productos de ultramar aportados por la flota, carece de una festividad distintiva. Hemos comentado ya cómo en años recientes el Hay Festival ha buscado atraer turismo cultural a una ciudad aquejada por la pobreza –con Oaxaca lista entre las capitales mexicanas más pobres y con mayor desigualdad social–.
Apenas días después de concluido el Hay comenzaron dos nuevos festivales. Uno cuyo título y eslogan parafrasea y parodia al Hay Festival: Hay Títeres (“moviendo al mundo”). Otro: Festival Ser Urbano. No bien concluyen esos comienzan otros: Festival de Teatro Universitario, Festival Internacional de Jazz.
El lector foráneo seguramente estará pasmado al leer estos datos: ¡cinco festivales en menos de un mes! Sí, parece impresionante. La realidad es que todos estos festivales, unos dirigidos a un público específico, como lo son el de títeres y el de teatro universitario, no conmueven la ciudad. Nada que se asemeje a una celebración multitudinaria, a una fiesta que a diferencia de las fiestas patronales de Xico o el carnaval de Veracruz, distinga Xalapa a nivel regional o la convierta en centro de atracción o de identidad a nivel nacional e incluso internacional, como lo son la Feria Internacional del Libro para Guadalajara, el Festival Internacional Cervantino para Guanajuato o el Festival Internacional de Cine de Morelia.
¿Podremos conocer una cifra exacta de los festivales en Xalapa? Una somera inmersión en la red no ofrece resultados; no hay registro de los festivales. Por una parte nos enfrentamos a la falta de planeación de las autoridades culturales, por la otra a la necesidad de los creadores y gestores independientes de efectuar actividades fuera de los programas de las instituciones culturales. Ello explica la eclosión festivalera y también su corta vida; suelen desaparecer ante la falta de apoyo, tanto de los institutos correspondientes como de la iniciativa privada.
Debilidad de gestión o codicia proverbial, lo cierto es que un festival se enfrenta al reto de arraigar, de consolidarse, crecer, expandirse y asentarse; como si no fuera suficiente, además debe resolver cómo atraer público y conseguir financiamiento. La mayoría de los festivales en Xalapa no han resuelto este cuestionario y en consecuencia han desaparecido.
Antaño el festival más importante fue Junio Musical, un ambicioso programa elaborado por la Universidad Veracruzana que programaba conciertos de música sinfónica y convocaba a solistas de renombre (Krzysztof Penderecki, Gyorgy Lakatos, Valerie Hartmann-Claverie, Pascal Rogé fueron algunos de los más renombrados). Nacido en 1996, con vigencia hasta el año 2010, su justificación era semejante a la que hoy rige el Hay Festival en Xalapa:
La disminución del presupuesto asignado por la universidad a la difusión cultural aunado a la polémica gestión de su responsable y al nulo interés por la cultura de las otras instituciones participantes, menguó la calidad del festival al punto que en sus últimas ediciones, además de sumar otras expresiones –como blues, jazz, trova, cada vez con mayor participación de los artistas locales y mudar de fecha se recurrió a contratar artistas de exposición mediática en busca de generar recursos-. Sin embargo, resulta difícil imaginar que alguien viajaría a Xalapa para asistir a un recital de Denisse DeKalafe, Gualberto Castro o Armando Manzanero.
Ha habido otros intentos notables, algunos nacidos con los mejores augurios y que por su singularidad uno esperaba tuvieran mejor suerte: el Festival de Música Sacra –que conocerá una nueva edición totalmente transformado en este octubre, la Bienal Internacional de Diseño, Mayo Fotográfico. Hay también por supuesto expresiones del más rancio provincianismo: encuentros de estudiantinas, rondallas, concursos de balcones y macetas. Cuando se carece de una formación estética a cualquier arreglo navideño se le considera alta cultura.
Lo cierto es que Xalapa puede verse como la ciudad de los muchos festivales y al mismo tiempo de ninguno. Con un número tan alto de festivales nos topamos con que muy pocos se reseñan y consignan en ese archivo alejandrino llamado Internet. Quien busque huellas digitales de estos festivales se topará con referencias únicas al Hay Festival o al festival internacional de Jazz.
Como dije en la entrega dedicada al Hay Festival. Acaso Xalapa ya tiene su gran festival y no lo reconocemos: el Festival Internacional de Jazz, una verdadera proeza de gestión. De él hablaremos en la siguiente entrega.
Xalapa fue el centro comercial más importante del virreinato de la Nueva España durante un periodo. De 1720 a 1778 fue sede, mediante real cédula emitida por el rey, de la celebrada feria comercial donde se mercaban los productos traídos desde Asia (vía Filipinas-Acapulco por la Nao de China) y de Europa vía Cádiz-Veracruz). Cada dos años la feria convocaba a los comerciantes del altiplano y de todas las regiones de la Nueva España para el intercambio comercial de las mercancías traídas por la Flora. Entonces se denomina a Xalapa, la Ciudad de la Feria y gracias a la prosperidad la villa de descanso y de una apacibilidad rural se transforma en poco tiempo.