Tierra Adentro
La trama nupcial
La trama nupcial

Titulo: La trama nupcial

Autor: Jeffrey Eugenides

Traductor: Jesús Zulaika

Editorial: Anagrama

Lugar y Año: España, 2013

Colección: Panorama de Narrativas

Jeffrey Eugenides (Detroit, Michigan, 1960) ha escrito hasta ahora tres novelas: la memorable Las vírgenes suicidas (1993), llevada estupendamente al cine por Sofia Coppola, Middlesex (2002), que le valió el premio Pulitzer ese año, y la más reciente La trama nupcial (2011), variación en una sociedad del siglo XX de las novelas románticas decimonónicas que lee la protagonista: Orgullo y prejuicio, Sensatez y sentimiento (que los españoles traducen aquí como Sentido y sensibilidad), Madame Bovary, Retrato de una dama o incluso Anna Karenina. En suma, toda una serie de novelas que crearon un pensamiento sobre el amor y el matrimonio propagado hasta nuestra época y escritas en su mayoría por mujeres que no habían tenido “derecho a coger la pluma o a recibir una educación adecuada”, pero que de todas maneras se pusieron a escribirlas.

Barthes en sus Fragmentos de un discurso amoroso (1977). En ese sentido, La trama nupcial es una novela muy convencional, es decir, no es arriesgada ni propositiva en su estructura (en este punto es totalmente canónica) y narrada por una voz omnisciente, pues cuenta la historia de amor de Madeleine Hanna con Leonard Bankhead y Mitchell Gramaticus, los tres nacidos a principios de los años sesenta —como el propio Eugenides— que, por tanto, en la década de los años ochenta son unos veinteañeros a punto de egresar de la Universidad de Brown, donde se conocen en las clases de Michael Zipperstein, un maestro influido por el pensamiento en boga de Umberto Eco, Jonathan Culler, Roland Barthes, Jacques Derrida, Michael Foucault y Gilles Deleuze, y viven con la era Reagan como telón de fondo, trastocando con su triángulo amoroso la cerrazón moral y el puritanismo de esos años. Sin embargo, el bizarro triángulo amoroso —como la canción de New Order— se complica porque Madeleine no ama a Mitchell, quien sí la ama, sino a Leonard, un maniaco-depresivo que padece de la triada “amor pasión depresión”. No por otra cosa, Barthes aseguró en su libro que estar enamorado es, sobre todo, un estado mental.

No es que La trama nupcial se deba leer con los Fragmentos de un discurso amoroso al lado, como sí se hace, por ejemplo, con En jirones (1985), de Luis Zapata, pues la novela de Eugenides se olvida pronto de esas teorías estructuralistas. Mientras Mitchell abandonó los estudios de literatura para inscribirse en los de teología y Leonard estudia biología, Madeleine estudia letras inglesas y devora la poesía de Emily Dickinson o de H. D. (Hilda Doolitle) y, sobre todo, las novelas victorianas de Jane Austen, de las hermanas Brontë, de George Eliot, de Anne Finch que estudia bajo las tesis de Barthes (así como él mismo tomó como ejemplo para su teoría Las penas del joven Werther, de Goethe) y con cuya tesis acerca de la obra de esas mujeres aspira a convertirse en una “victorianista”. Esas novelas la hacen una romántica empedernida pues, según el epígrafe de De la Rochefoucauld, nadie se enamoraría si no hubiera oído —o leído— antes sobre el amor (y Madeleine lee sobre todo novelas de amor), sin embargo, pronto se le aparecen los fantasmas, por un lado, de su hermana Alwyn, casada infructuosamente y con un hijo recién nacido, y por el otro, el de la premio Nobel de Química Diane McGregor, quien vive en el mismo centro de investigación al que, ya egresada, se muda Madeleine con Leonard, pero al contrario de ellos la Nobel vive sola, sólo acompañada de su mascota, un perro french poddle. Con esos ejemplos ahí rondándole muy de cerca, entonces, ¿a quién de los dos elegir? ¿Mitchell o Leonard? Mejor dicho, ¿a quién elegir como amado y a quién como amante? ¿O a ninguno y mejor vivir sola como la Dickinson y escribir poemas en su estilo?

Madeleine sólo tiene un par de escarceos eróticos con Mitchel que, sin embargo, son suficientes para que se prenda de ella y, en un viaje que hace por el mundo acompañado de un amigo, siga pensando en lo enamorado que está. La lejanía con uno y la cercanía casi enfermiza que tiene con el otro, hacen que Madeleine se debata con sus amores, como las mujeres de las novelas románticas que lee, pero a diferencia de ellas, Madeleine tiene la libertad de elegir a su amado/amante en unas condiciones sociales totalmente distintas a las del siglo XVIII o XIX. La relación entre esas novelas y la vida amorosa de Madeleine se hace más estrecha y aunque devora el libro de Barthes, eso no la aleja de la pasión amorosa, no la hace consciente de su padecimiento si no, por el contrario, se identifica y sólo así sabe lo que como enamorada le está sucediendo y se mantiene en la consecuente fijación por casarse.

El mismo Eugenides ha dicho que mientras en Middelsex (que bien podría ser la versión estadounidense de Cien años de soledad) la historia va de Europa a Estados Unidos, por varias generaciones y dura setenta años aproximadamente  en La trama nupcial quiso hacer justo lo contrario, como en respuesta a esa novela anterior, es decir, que los personajes salieran del país americano hacia el mundo, centrándose sólo en una generación y en una época muy precisa. No por eso menos ambiciosa pero sí menos afortunada (aunque pueden rescatarse la escritura de ciertos pasajes), La trama nupcial tal vez sea, ya se dijo, la novela más convencional de Eugenides.