Réquiem por la novela policial
Titulo: La promesa
Autor: Friedrich Dürrenmatt
Editorial: Navona negra
Lugar y Año: Barcelona, 2013
Una lluvia incesante borra todo vestigio de quién pudo ser el asesino de Gritli Moser, una niña de falda roja y trenzas rubias que atravesaba el bosque con una canasta para visitar a su abuela. Según el testimonio de una amiga, Gritli se habría encontrado en previas ocasiones con un gigante que le regalaba erizos. En sus dibujos escolares aparece un hombre enorme, que en efecto le regala a la niña pequeños objetos. Estas son las únicas pistas con las que cuenta la policía, pero en lugar de montar una investigación, deciden encarcelar al comerciante que encuentra el cuerpo, pues tiene antecedentes de pedófilo; a pesar de que no hay pruebas contundentes en su contra. El comisario Matthäi está a punto de marcharse a Jordania como asesor de la policía, pero ante la desesperación de los padres hace una promesa que le cambiará la vida: encontrar al asesino de la niña. Y aunque el caso está cerrado y aparentemente resuelto, Mathäi sospecha que el verdadero asesino sigue suelto, pues el modus operandi no encaja con el supuesto culpable, así que de último minuto decide no abordar el avión que lo llevaría a una nueva vida y, en solitario, reanuda la investigación. Para atraer al asesino, el expolicía monta un puesto de observación en una gasolinera cercana al lugar del crimen y utiliza a una niña muy parecida a la víctima como cebo para atraer a su presa.
La promesa es la historia de una obsesión, una novela de una espera paciente, infinita. El protagonista se siente obligado a redimir a un inocente por un crimen que no ha cometido y además a capturar y castigar al verdadero culpable; y no tiene ningún reparo moral en usar a una niña como trampa. La espera no terminará nunca. Incluso cuando el narrador, que conoce al expolicía, descubre la verdad, éste se mantiene inalterable, esperando que un día pase el coche que conduce el asesino. Los años pasan y Matthäi envejece con celeridad, luce desaseado, es un alcohólico y su obsesión lo ha llevado a la locura.
Dürrenmatt escribió esta novela en 1958, su intención siempre fue proponer una antinovela policiaca. Cumple con todos los elementos del género: atmósfera, suspenso, razonamiento, pericia del investigador, truculencia, personajes oscuros; sin embargo, su premisa es que el azar y la lógica que siempre funcionan a favor en las narraciones del género, en realidad pueden funcionar en contra en la vida real. El obsesivo protagonista razona con método y prudencia, es incisivo, está muy cerca de atrapar al asesino, pero un hecho azaroso e inesperado arruinará toda la investigación y al mismo Matthäi.
Este autor polifacético, dramaturgo, novelista, filósofo, guionista, salpicaba sus obras con grandes dosis de ironía y sátira; en esta novela también critica al estado suizo, sumamente organizado, pero deshumanizado, en cuyo rígido sistema se esconden todas las perversiones de la naturaleza humana. En sus palabras: «Suiza tiene algo grotesco en su carácter, sus intentos de constante neutralidad se parecen a los de una virgen ganándose la vida en un burdel que pretende, además, permanecer casta». De hecho, nadie en la comandancia de policía entiende las razones de Matthäi; para ellos el caso está cerrado, su proceder aparentemente imparcial, ordenado e insensible no logra desanimarlo. Sin embargo, poco a poco los descubrimientos del expolicía convencen a los demás de que el asesino sigue suelto. La niña que usa como cebo ha sido contactada por un hombre misterioso que le regala chocolates, a los cuales Gritli les llamaba erizos; pero la niña no revela la identidad del hombre, ni siquiera lo describe; convencida de que los malos son los otros, se niega a traicionar a su «amigo».
El desenlace opera como una moraleja para los escritores del género, para los lectores e incluso para los investigadores. Ya desde el inicio un excomandante le expresa su opinión acerca del género al narrador, quien dicta una conferencia sobre el arte de escribir novelas policiacas. Se trata de mentiras comerciales, mentiras necesarias para mantener el orden social. El excomandante dice que lo pone nervioso el hecho de que los elementos de las novelas estén construidos para que el detective, a partir de un método científico de razonamiento, siempre encuentre al asesino y resuelva el crimen. Pero en la vida real, agrega, la lógica sólo funciona a medias, pues hay una infinidad de elementos que se salen de control, de modo que al final sólo la providencia, la suerte y el azar son determinantes para que se resuelvan los crímenes.
Dürrenmatt manda al diablo las reglas dramáticas del género policiaco, y al mismo tiempo ofrece una deliciosa trama que cumple con el género de manera magistral.