Tierra Adentro

Conocí a Álvaro en el 2008. Con el tiempo noté que bostezaba cuando algo lo aburría. Bostezar de hastío siempre me había parecido una reacción propia de los personajes de la televisión. Él lo hacía ante distintas situaciones: una discusión, la resolución de un crucigrama, en el salón de clases, al abrir cualquier libro o cuando escuchaba música que no le gustaba. Con los años, aprendí a detectar que si no le interesaba lo que alguien estaba diciendo, bostezaría hasta llegar a las lágrimas. Con él, rituales como el cine se transgredían en todos los sentidos. Elegíamos películas al azar, sólo por el título o por el horario más accesible, el tedio consensuado siempre nos otorgaba la posibilidad de abandonar la sala antes de que la película terminara. Así, por contagio, empecé a fomentar una intolerancia ante cualquier indicio de aburrimiento. Dejar las cosas a la mitad, no llegar a los créditos de la película o no concluir un libro, se volvieron opciones posibles.

Del tedio se habla poco, es algo que parece que hay que reprimir porque se asocia con holgazanería y malos hábitos. En el mundo infantil se da por sentado que los niños tienen poca tolerancia al aburrimiento y que sus períodos de atención son cortos. De alguna forma, tienen la autorización de hartarse pronto. Tse-Tsé obra publicada por el Fondo de Cultura Económica en el año 2000, ve al aburrimiento y al cansancio como posibilidades o temas centrales. Es más, la intención del libro es provocar sueño, fatiga o hastío. Las primeras páginas exploran el origen del bostezo y se le atribuye a una máquina creada por el profesor Z.Z. Borrego. De ahí en adelante, se dice que éste se contagió y ha sobrevivido de boca en boca hasta nuestros días. La obra propone un reto: vencer a la mosca tse-tsé, pasar las páginas y ver una decena de ilustraciones de gente cansada, estirando los brazos, abriendo la boca y cubriéndola con la mano estirada. El lector tiene que aguantar un número de páginas sin imitar a los personajes que están a punto de caer rendidos. Es casi imposible lograrlo, al llegar al final sólo se puede pensar en tomar una siesta o en cerrar el libro.

Esta propuesta editorial transgrede los usos comunes de los libros, especialmente en la LIJ, donde se les ve como elementos que posibilitan la concentración y permiten medir los grados de atención en los lectores por mínimos que sean. Con pocos elementos y un par de reglas, se vuelve interactiva mediante la repetición de un acción. En cuanto a la propuesta gráfica, Tse-Tsé reúne el trabajo de cuatro artistas europeos que emplean distintas técnicas pictóricas. Frédérique Bertrand, Lynda Corazza, Olivier Douzou y Jochen Gerner experimentaron para construir una obra donde el motivo se repite pero cada imagen es distinta y única, una suerte de collage plástico que expone distintas representaciones de una misma acción, con un solo objetivo: que el lector se sienta cansado, se aburra y bostece antes de terminar el libro. Es decir, puede o no llegarse al final y puede intentarse varias veces; la idea es generar una reacción en la persona que mira el libro. Una reacción que desobedece la función pedagógica y resignifica el acto de leer. Una LIJ que está más cerca del arte como experimentación y se aleja de la lectura como algo pasivo y mediado.

Estas alternativas están negadas para la vida adulta, porque crecer significa leer un texto sin saltarse páginas, madurar, graduarse, no levantarse de la butaca hasta que se prendan las luces y terminar lo que se empieza. Álvaro me heredó la posibilidad de bostezar hasta las lágrimas y luego abandonar una sala de cine, a oscuras, y sin cargos de conciencia. Renunciar a las reglas de los adultos para operar a través de sensaciones inmediatas. Mi paciencia se ha vuelto cada vez menor, esta maña eventualmente se ha vuelto algo común y la replico en otros escenarios. Se lo agradezco, gracias a eso no he tenido que esperar hasta llegar a los créditos de películas insufribles o a finales angustiantes. Ojalá lo hubiera sabido antes. Ojalá también hubiera abandonado otras causas oportunamente.