¿Qué fue de los chicos malos de la literatura?
La revista ICON, de El País, se hace una pregunta que sacudió las páginas de The New York Times la semana pasada: ¿Qué fue de los chicos malos de la literatura? Claro que juegan, y lo reconocen, con estereotipos. Sin embargo, no deja de hacer ruido la pregunta, ¿dónde, en definitiva, están los chicos malos de las letras? Una posible respuesta es que están en la Alt lit. Les compartimos un fragmento:
Sí existen autores que persisten en la manía de coquetear con la imagen de malotes como Houllebecq o que no provienen de círculos académicos como Donald Ray Pollock, pero los tiempos de Lord Byron parecen remotos. Los autores con cierta repercusión son los que se presentan como realmente constantes y metódicos. El epítome del autor que anota al final de su novela el modelo de Mac con el que la escribió y los caffè macchiato de Starbucks que consumió durante su escritura encontraría su epítome en Franzen, el autor de Libertad. No es el único: el modelo de escritor gafitas que da clases de posgrado y que se permite algún hobby algo excéntrico, como de novela de Chesterton, es el predominante. De hecho, este perfil hegemónico ha dado lugar a cuentas paródicas como @emperorfranzen, una falsa cuenta de Twitter (aunque el que la gestiona dice que el que es unfake es el Franzen real), en el que se presenta una especie némesis arisca, diabólica y cascarrabias del responsable de Las correcciones.
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