Dramaturgia germánica en México
Nuevamente los escenarios del país reciben la dramaturgia hecha en Suiza, Alemania y Austria con el ciclo de lecturas dramatizadas Thaterwelt, que de manera bianual realiza, desde el 2008, el Centro Cultural del Bosque y el Instituto Goethe. Este puente entre el teatro internacional y el trabajo de artistas mexicanos enriquece mucho tanto la visión como el proceso creativo de los teatreros.
Gente como David Gaitán, Alberto Villareal y la talentosa Mariana Hartasánchez son los encargados de llevar a escena las obras seleccionadas.
Entrevisté a Ginés Cruz, actor, director, dramaturgo y actual becario del programa Jóvenes Creadores, para que nos contara sobre su participación y su experiencia en dicho ciclo.
Itzel Lara: Cuéntanos un poco acerca del ciclo de lecturas Thaterwelt. ¿Cómo ha sido tu experiencia con el teatro germánico?
Ginés Cruz: Ha sido una experiencia placentera. Los cinco textos que se eligieron este año para el ciclo de teatro alemán que organizan el Centro Cultural del Bosque y el Instituto Goethe son disímiles. Hay una gran variedad de temas y estructuras. La selección a cargo de Jürgen Berger fue hecha a partir de los textos más significativos del momento, obras que ya han tenido más de un montaje en Alemania, Austria o Suiza; y otros como Testosterona, donde yo soy dramaturgista, que sólo tienen un montaje y justo aquí estamos haciendo el remontaje. El teatro alemán conecta a los mexicanos inmediatamente porque rezuma universalidad. De ahí que se hayan montado muchos autores aquí en México, Anja Hilling, Roland Schimmelpfennig, entre otros. Yo he tenido la dicha de poder ver al Deutsches Theater tanto en su sede en Berlín como en montajes que han traído a México, y por supuesto han sido experiencias teatrales dignas de recordarse. Siempre he creído que el teatro debe crear una experiencia en el espectador, y tanto lo que he visto como lo que he leído del teatro germánico, en su mayoría, me han llevado a esta experiencia y este reencuentro con el teatro.
IL: ¿Tuviste muchas dificultades al trabajar con el texto?
GC: Quizá la mayor dificultad fue la traducción. Trabajamos con el texto de una traductora ecuatoriana y a veces las diferencias con los localismos nos detenían un buen rato en encontrar la mejor opción. Una labor del dramaturgista, junto con los actores y la directora, era llegar a un punto en que el texto de Testosterona, ácido, cargado de humor negro y de una actualidad en temas como el progreso, lo masculino, lo femenino, pudiera ser entendido desde el español mexicano. Por supuesto se llega a una adaptación local del texto, a una edición de todo aquello que no funciona para el humor en nuestra lengua, de todas aquellas formas textuales que no resuenan directamente. Es labor del dramaturgista encontrar que la obra funcione. Afortunadamente el equipo de actores y actrices colaboró intensamente y cada día el texto se actualiza para encontrar la organicidad; la libertad que tiene es tan divertida que sólo puede llegar a serlo si mantiene su frescura a través de esta reactualización junto con el entendimiento cabal de la crítica social profunda que contiene Testosterona. Hubo dificultades como en todo texto que uno aborda para montar, pero hubo muchos encuentros desde que Mariana y yo lo leímos. Conectamos inmediatamente con la estructura fársica, con los personajes alegóricos, con la situación de la obra que evoca momentos tristes que vivimos en México.
Se habla de tres zonas en el mundo: Barrio Bueno, Barrio Malo y Barrio Muy Muy Malo. Lo que yo pienso cada vez al verla o leerla es en cómo conectan los alemanes con ella; yo creo que de seguro lo ven desde Barrio Bueno; y uno que está en Barrio Malo o Muy Muy Malo por supuesto que lo monta de manera distinta. El hombre cómodo y el hombre en guerra; de eso habla. Y el viaje para ambos es totalmente distinto. Hubo dificultades al montar, pero también mucha diversión y riqueza al poder verificar su actualidad y su conexión con nuestro país.
IL: ¿La mancuerna como Mariana, cómo funcionó en este caso?
GC: Mariana Hartasánchez y yo hemos trabajado desde hace ya muchos años juntos. Mi primer montaje como director fue una obra de ella. Ahora fue algo raro porque se invirtieron los papeles, ella a cargo de la dirección y yo a cargo de este material textual que había que analizar, editar, ahondar. Hubo una labor conjunta. Ambos tenemos experiencia tanto de dirección como de dramaturgia y creo que eso fue bueno. Jürgen Berger en el taller que impartió al inicio de este encuentro hablaba de que la mancuerna director(a)-dramaturgista debe ser con alguien con quien puedas tener la confianza tanto de ceder en sus propuestas por admiración como en criticarlas, confrontarlas y construir el desacuerdo en pro del buen montaje. Esto ocurrió durante el proceso, empeñados en lograr un buen semimontaje, porque conectamos con el texto desde que lo leímos, Mariana y yo trabajamos arduamente en la creación, en el marcaje, en la edición, en la dirección de actores y confiamos plenamente uno en el otro de la misma forma que a veces llegamos a discutir enardecidamente por temas en los que no estábamos de acuerdo.
Eso ocurre en todo buen proceso teatral que quiere llegar a una buena calidad, a un trabajo profundo. Mariana tiene esa vitalidad necesaria para el texto y yo tengo el rigor de la precisión en muchos sentidos. Ambas personalidades construyen, pues, un ente vivo en paradoja, como todo teatro.
IL: ¿Tuviste oportunidad de estar en contacto con Jürgen Berger?
GC: El ciclo de Teatherwelt empezó con un taller que impartió Jürgen Berger en el Instituto Goethe, llamado “Del texto a la puesta en escena”. Los cinco directores David Gaitán, Mariana Hartasánchez, Mariana Villegas, Noé Lynn y Alberto Villarreal, juntos con sus dramaturgistas y varios oyentes nos reunimos durante 5 días para hablar de las posibilidades de montaje de estos cinco textos. De la misma forma, analizamos los montajes que se han hecho en países germano parlantes de estas obras. El taller fue fructífero para todos y sirvió de análisis, no sólo del método de producción alemana sino del mexicano. Claramente hay una distancia grandísima en cómo se ve el teatro en Alemania y cómo se ve acá. Eso es lógico, cada cultura construye su o sus identidades. Yo creo que en México hay muchas y que justamente esto es lo que da riqueza a nuestro teatro. El taller con Jurgen sirvió para analizar las posibilidades de puestas en escena y con cinoc directores tan distintos por supuesto se llegaban a debates muy interesantes, diferentes posturas ante como se tiene que montar cada obra. Hubo partes divertidas como la selección de qué texto tocaba a cada equipo; riñas acaloradas surgieron ante la situación de que tal y cual equipo querían montar el mismo texto. Un taller interesante que aún no concluye porque todavía nos reuniremos al final del ciclo con Jurgen para analizar los semimontajes que hicimos cada equipo con su texto. Yo espero un debate igual de intenso.
IL: ¿Cómo ves el teatro germánico actual?
GC: Como apuntaba en mi respuesta anterior, hay un método de producción muy distinto al que tenemos en México y que es envidiable. Incluso la figura del dramaturgista, creo yo, pertenece a ese sistema. El dramaturgista en Alemania tiene un lugar como cualquier creativo en México, justo como el brazo derecho del director, el encargado de todo lo que el texto conlleve: edición, visión, preguntas; detrás de todo texto hay un edificio grande o pequeño de aprendizaje, de bagaje, de historia, alguien debe reunir todo ese material para conocerlo en la puesta, y ése es el dramaturgista.
En México por supuesto hay equipos que empiezan a trabajar con esta figura, pero antes era una labor que sólo correspondía al director y sus creativos llevarla a cabo. Esa es sólo una faceta de este método de producción envidiable, pero eso construye una tradición en el teatro que es rica y que promueve el teatro contemporáneo, no sólo en una puesta sino un remontaje que reivindica al texto y que lo hace vivo, puesto que ya dos montajes implican dos interpretaciones totalmente distintas que hacen que un texto se resignifique. En México, apenas es posible llegar a un primer montaje de un texto contemporáneo local; a veces ocurre un segundo pero es con una producción menor o lejos de la centralización teatral donde tiene muy pocas funciones. La inversión a la cultura por parte de nuestro gobierno, lo sabemos, es ínfima, hay grupos que son más apoyados que otros, y como tal compañías establecidas y con repertorio podemos contarlas con los dedos. Totalmente lo contrario ocurre en Alemania, donde muchas compañías son apoyadas por el Estado, y hay un público ávido por conocer su teatro.
IL: ¿Qué le dirías al público asistente que puede esperar de este ciclo?
GC: Diversidad de propuestas. Cinco textos muy interesantes, cada uno para un público distinto. Cinco equipos totalmente distintos, de distintas edades y visiones. Y, esperemos, cinco grandes experiencias teatrales.
El ciclo de teatro germánico Thaterwelt se lleva acabo en el teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque y concluye el 6 de julio. Las funciones son de miércoles a domingo con una obra diferente cada día. La entrada es libre.
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