Por el desasosiego
Titulo: Padre nuestro
Autor: Francisco Magaña
Editorial: Libros Magenta / Conaculta
Lugar y Año: México, 2013
Sumergirnos a la lectura de Padre nuestro, de Francisco Magaña, es encarar el desasosiego, es compartir y recrear la pérdida a la que estamos condenados. La muerte es el destino inevitable del ser humano. Lo difícil es saber cuándo y cómo será su primera manifestación, aunque a veces sea espontánea y sin manera de evitarla. Puede tener forma de accidente, forma de furia o profunda tristeza. A veces sólo se presenta como un pequeño dolor o como una palabra:
Una palabra
Una palabra inmensa de tan sola
llegó a nuestros oídos
para hacernos conocer el odio
y la impotencia
a cosa mala suena
contraria a la reverberación
(que es la persistencia del sonido
hasta que cesa la causa que la produce)
la trepanación no cesa
todavía se escucha
no cesa
no
¿Cómo se encara la muerte de un padre? ¿Cómo se evita sucumbir ante el diagnóstico que también significa la muerte propia? En Padre Nuestro, el lenguaje crea y destruye. Magaña escribe a partir de la experiencia individual, quizá como una forma de mitigar el recuerdo, para compartirla con un interlocutor que recrea el afecto, depositado en los poemas con un pathos característico; lo comprende y lo sufre junto con la voz que reconstruye las memorias de la vivencia,
De tus ojos que se abrieron para vernos por última vez. De tu cabeza vendada, de tu barba azuleando. De tu risa. De ese líquido que te entraba por las venas y de esa sonda en tus narices. De allá vengo y allá voy.
Padre Nuestro es, también, la incertidumbre, el sufrimiento propio, el dolor y el abandono. No como el que ocasiona Cristo, aunque apunta a los mismos sentimientos: la separación y el extravío. Así lo vemos en uno de sus poemas que constituyen esta travesía, donde la experiencia personal trasciende a una manifestación sagrada:
De crucificado.
Mirada
de crucificado.
Mirada
de crucificado
que habría de preguntarse
años después,
frente al espejo,
y en otro rostro
por qué los muertos
sueñan
un sueño tan carne
como el olvido.
Muchos de los versos de Magaña nos dejan un nudo en la garganta. Una palabra que se nos atora para no ser pronunciada, por lo menos no antes del lamento:
“’trepanación’. De las pocas palabras que rima con lágrimas, rabia, impotencia. Y tiene un sabor a preguntas que da asco”.
Padre nuestro aborda temas del día a día, con las sentencias justas y las pausas necesarias para reflexionar y conmover. Es una puerta a la intimidad del dolor frente a la muerte y la pérdida, el gran acierto de este poemario. Francisco Magaña pasa de lo particular a lo general y, con eso, nos une. Compadecer: enfrentarnos a una experiencia que, en conjunto, nos devuelve algo de nuestra humanidad.