Poemas sobre deberle dinero a Elektra
— Le vi y supe que me iba a encular —
Destello de su ojo contra el mío
flechazo,
tiene un rostro apenitas para
quedarse pensando en sus fragmentos durante horas
sin aburrirse tanto,
no, no es eso
estás intentando apuñalar tu cicatriz para que deje de doler
pero igual, no hay pedo, ¿no?
quizá te lastime lo suficiente para recordarle;
ahí va otro cruce de miradas,
luego dos autos microscópicos chocando
en medio de nuestros ojos,
*Tono de llamada predeterminado playing in the background*
debe ser el amor, llamándome
en distintas dimensiones,
contesto:
“Buenas tardes, nos comunicamos de Elecktra para…”
cuelgo, volteo hacia adelante,
ya no queda nadie que haga sentir como si alguien me mirara
sin ganas de burlarse.
— Cuando tienes deudas, se te olvida hasta que la huesuda tiene una
guadaña —
Y es que, entre tato desmadre de materia
y
espíritu
la gente no alcanza a ver
la luz al final del túnel
reflejada en los faros de una Italika
a 12 meses sin intereses
y 24 años de puro interés rapaz,
no le hace que la moto haya bajado a mitad de precio
un mes después de sacarla a crédito
ni que hayas tenido un accidente
que separó tu cabeza del cuerpo
al siguiente mes.
— Hasta el infierno —
Cuando perdí la vida creí que podría encontrarte,
y como soy bien mamador bajé primero a los infiernos,
ahí no hallé nada,
ni fuego, ni azufre,
ni al diablo,
ni a ti,
ni a mí,
nomás certeza de que la nada es castigo suficiente para la eternidad
y a una figura encapuchada que decía:
“Buenas tardes, noches, días, si es que el tiempo pasa aquí,
soy de cobranza,
no pudimos localizarle en su domicilio,
así que venimos a buscarlo
hasta acá”.