Nils Petter Molvaer: la renovación del jazz no se detiene
En su momento de mayor plenitud, Miles Davis (1926-1991) estableció que el jazz no debería tener limitantes, que era éste un territorio vastísimo al que no se le podían poner reglas ni restricciones. La gran imaginación del músico norteamericano (desplegada a tope desde los sesenta) colocó al género en la vanguardia musical. Pero pasaron los años y a sus herederos pareció olvidárseles todas aquellas enseñanzas y el espíritu aventurero. Una buena parte del jazz se ciñó a cánones establecidos, y donde hubo inventiva se impuso la repetición y el uso de estándares que poco exigen al ejecutante en términos de innovación.
Hay una parte del género que es muy conservadora, la cual terminó por ser asociada con restaurantes elegantes, bares para adultos adinerados o música de fondo en eventos sociales. Dejó de ser ese algo caliente que ponía los pelos de punta o hacía viajar hacia otras dimensiones. La obra de Miles Davis siempre tuvo esa capacidad de influjo. ¿Por qué las generaciones subsecuentes se mostraron complacientes y timoratas?
Era necesario retomar el brío y el instinto transgresor de antaño. Así lo ha entendido un trompetista noruego que se ha convertido en una de las figuras más visibles de lo que fue llamado Nu jazz. Nils Petter Molvaer es respetado no sólo por sus dotes con el instrumento, sino por su visión para renovar una escena afectada por la solemnidad y lo predecible.
Nació en la isla de Sula, un 18 de septiembre de 1960, actualmente reside en Bergen, una ciudad en la que también vivió el compositor Edvard Grieg, y cuyo entorno natural ha dejado huella en su trabajo. El músico estudió en Oslo, donde decidió perfeccionar sus dotes naturales que lo llevaron a tocar pop y rock en distintas bandas locales en su adolescencia. Durante sus años universitarios recibió influencias muy diversas que ya dejaban ver su eclécticismo: Don Cherry, Billie Holiday, Brian Eno, Joni Mitchell y Bill Laswell, pero especialmente Miles Davis.
No tardó en demostrar sus habilidades como trompetista, por lo que fue reclutado por respetadas figuras del jazz tradicional, como: Elvin Jones, George Russell y Gary Peacock; además de realizar algunos encargos para cine y televisión, como el score de L’Invention de l’amour (1998).
Aunque para entonces ya venía desarrollando una importante renovación desde algunos años atrás en colaboración con Manfred Eicher, productor y dueño del sello ECM. De hecho, un año antes publicaron un disco que representó un antes y un después alrededor del concepto de Nu jazz.
Hoy día, su disco Khmer (1997) es tomado como un punto de inflexión y un modelo a seguir. Dejó en evidencia que el jazz se podía juntar con la electrónica –incluso con una corriente ruda como el jungle– e incorporar también líneas sinuosas de guitarra al resto de la combinación. Y en un lugar de privilegio la elegante trompeta de Molvaer.
Con un buen trecho recorrido desde entonces, Nils recuerda parte del proceso creativo: “En aquel momento no estaba tan interesado en el sonido como en el concepto del disco”. Lo fundamental era que aun con la combinación de jazz y sonidos electrónicos no se perdiera un feeling orgánico; la sensación de un músico imprimiendo su sensibilidad a las imágenes sonoras que va creando.
El cambio de siglo y milenio lo reciben como una figura consagrada que forma parte de una escena estimulante, en la que figuran talentos como: Bugge Wesseltoft, Erik Truffaz, Marc Moulin y el danés Palle Mikkelborg, otro trompetista que en el disco Aura realizó un homenaje completo a Miles.
Por su parte, Molvaer se distingue por un trabajo constante que incluye los álbumes Solid Ether (2000) y NP3 (2002), y que este año se amplía con la llegada de un nuevo opus, producto de una entera madurez. Hay que tener en cuenta que apenas el año pasado publicó 1/1, un proyecto colaborativo con Moritz Von Oswald, muy respetado en el ámbito de la electrónica minimalista.
Lo importante es que el noruego sabe cómo ser imprevisible y seguir sorprendiendo. En Swtich regresan tres de los músicos que lo acompañaron en la grabación y extensa gira de Baboon Moon (2011): Erland Dahlen (percusiones), Geir Sundstøl (guitarras) y Morten Qvenild (teclados y programación), quienes le brindan la posibilidad de incursionar sobre terrenos inéditos. Este será el disco recordado por la inclusión de la guitarra con pedal Steel y por un acercamiento a las percusiones tribales, como se evidencia en “The kit”.
https://www.youtube.com/watch?v=C9cTSwlIikQ
Lo que permanece es esa variación de intensidades que lo distingue; pasajes largos de remanso que luego son difuminados por la acometida de texturas más intensas. Encima de todo, la trompeta parece flotar y conducirnos al ensueño. Switch se estructura a partir de “Intrusion”, que aparece 4 veces a manera de leit motiv y detonante de las siguientes piezas.
Esta producción marca la llegada de Nils Petter a un nuevo sello; Okeh ha decidido impulsar con todo al jazz y para ello ha fichado a talentos como Bill Frisell, John Medeski y Sonny Rollins. Con el noruego no sólo editan su reciente grabación sino siete discos más, entre los que se cuentan Hamada (2010) y Re-Vision (2008). El objetivo es hacerse de un lugar en el mercado norteamericano.
La idea de Switch se completa como un homenaje a la cantante Joni Mitchell, cuya figura se alude a través de los títulos de los temas que provienen de algunos de los textos de la norteamericana. Es así como el proceso de renovación del jazz que ha emprendido Molvaer no se detiene, todo lo contrario, se asoma al futuro con energías renovadas y nuevas ideas para mostrar al mundo.