Miguel Ángel Madrigal: Utopía Boulevard
Miguel Ángel Madrigal, con este proyecto apoyado por el Sistema Nacional de Creadores, pone en entredicho y al descubierto la relación entre nuestros desplazamientos y los espacios por los que transitamos y habitamos, así como los condicionamientos a los que somos sometidos por los sistemas políticos y económicos.
Existe un cuestionamiento acerca de cómo los civiles nos desplazamos haciendo recorridos rutinarios, muchas veces impuestos por el sistema. Recuerdo los pasillos de los aeropuertos o las áreas corporativas donde se puede circular, pero no así quedarse ni tener ninguna experiencia sensible. Una persona no se puede detener siquiera a reflexionar: sólo transita lugares “neutrales” carentes de humanidad. Esto puede leerse como el “no lugar”, que existe físicamente.
Ciudades invisibles de Miguel Ángel Madrigal es una reproducción a escala 1:10 del atrio, pasillos y barandales del Centro Morelense de las Artes. En esta instalación la arcada y barandales son repetidos y superpuestos a manera de crear la ilusión de una sucesión infinita de pisos tanto arriba como abajo, dispuestos a la manera de un trompe l’oeil (trampantojo), donde el espectador voyerista puede asomarse por una mirilla y apreciar el túnel vertical arquitectónico que se sucede “infinitamente” y hasta donde la mirada lo permite.
Como la factura de estas maquetas es perfecta, pareciera que se trata de un juego de espejos que hacen que la imagen se repita incontablemente. Sin embargo no lo es, y todo lo que uno observa está ahí y existe, es una fascinación y una trampa a nuestra percepción y una metáfora de las grandes ratoneras inescapables en las que muchas veces son convertidas las ciudades. Lo mismo ocurre con la otra obra que trata de un túnel horizontal donde uno observa por una mirilla de frente: este túnel parece que continúa hasta el infinito, lo que hace que el ojo piense que se trata de un juego de reflexiones de espejos, pero no hay tal: la maqueta continúa horizontalmente hasta que la oscuridad y la distancia hacen desaparecer el trayecto en este pasadizo.
La instalación trata de varias escaleras con barandales también en escala 1:10, todas realizadas en acrílico transparente, cortadas con láser y suspendidas en el espacio de la sala con hilo de pescar invisible, el cual crea el espacio ilusorio de cuadrantes y planos arquitectónicos cuyo efecto de sombras imagina un laberinto en el que incluso el espectador puede penetrarlo y mentalmente subir y bajar las escaleras, para perderse en sus pasajes y distintos niveles; todo como si se tratara de una traza urbana o cuadrícula renacentista. Una metáfora del orden y la lógica de los planos y niveles como base del comportamiento humano.