Tierra Adentro

Titulo: Tianguis

Autor: Rodrigo Flores Sánchez

Lugar y Año: Almadía, México - 2013

Paginas: 132 pp

La poesía implica ruptura del lenguaje y, por lo tanto, violencia. Sin embargo, me pareció extraño encontrar un libro de poemas que incorporara violencia de una realidad explícita de una forma natural, sin caer en lo panfletario o en lugares comunes. Y Tianguis de Rodrigo Flores Sánchez (Distrito Federal, 1977), hace un ajuste de cuentas de la forma más honesta que existe: se somete a aquella violencia que sólo el autor puede ejercer contra sí mismo. Recientemente publicado en la colección de poesía de Almadía, este volumen consta de 132 páginas y, al igual que todos los libros de esta editorial, viene acompañado con ilustraciones de Alejandro Magallanes.

Tianguis es un libro que va más allá de lo que el título podría sugerir, como textos polifónicos, desordenados o irregulares. Se trata de un ejercicio donde el autor se arroja contra todo cuanto pueda herirle, desde la región sin ley que es Latinoamérica, hasta su concepción de la poesía.

Este libro está formado por cinco partes. ‘Bella epístola a manera de presentación’ es un poema de amor de un desollado: en el abrazo lleva la penitencia. La segunda parte del libro, ‘Cameraman’, tiene una tipografía diferente a la del resto del libro. Una fuente de la familia tipográfica American Typewriter nos hace sentir que empezaremos a leer un diario cuya noticia principal es el primer avistamiento de la muerte. “Documento mi muerte y la registro”, afirma el autor. Y luego sentencia: “Mirar es morir”. Además esta parte es una crítica frontal a las habilidades de comunicación tan apreciadas por los medios. Sintaxis, expresividad, retórica y prosodia aquí no son más que armas de dos filos que emiten el mensaje pero a su vez arremeten contra el emisor.

‘Testimonio flaviano’ es un ejercicio que Rodrigo llama contrabiográfico. En un contexto urbano, vacío o bien lleno de cascajo, el autor confronta al poema, que “es y no es una experiencia verbal […] A menos que experiencia verbal represente lo que queda o lo que se extingue en referencia a esta escritura”. Y es aquí, en este dilema, donde la voz poética hace escarnio de sí misma y encontramos el humor. “Si te dijera que mi nombre es inodoro, ¿me querrías?”

‘eSPAsMo’, es un conjuro contra el amor. Es el erotismo de un cuerpo extrañado de sí mismo, y del otro: “Habrá algo que te destruya amor hay dos cuerpos confundidos”. Y es en esta parte donde aparece una apología del poema: “Escribir es olvidarte sucio amor casi digo tu nombre”.

‘Donppelgänger’ es quizá la parte más dolorosa de Tianguis, en donde se afirma: “El silencio es la traducción precaria de una ojiva: nos fuimos”. ‘Dos epístolas concluyentes donde se explica el fundamento de la primera ley de la termodinámica’ es el testimonio terminante de un estado de sitio, ése donde la violencia no se crea ni se destruye, sólo se transforma. ‘Apostillas o la poda’ cierra el libro con dos preguntas luminosas: “¿para qué / diseminas el hipo y la rabia?, / ¿escuchas / estrellarse las dársenas, / al desplazarse tus muecas, / entre boquetes y hendiduras, / donde nunca, nada, nadie / estuvo?”

Como todo gran mercado, en éste hay música, fotografía y carne. Viva y muerta. En Tianguis entran varios ejercicios poéticos disímiles entre sí pero cuyo hilo conductor es claro: una voz genuina. Rodrigo Flores Sánchez nos muestra un tianguis desde una azotea, donde los toldos reflejan el sol con una violencia uniforme, democrática. Una violencia para todos. Y para todos es muy afortunado cuando se trata de poesía.

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