Metinides y los Witkin
El 20 de febrero se inauguraron en el Foto Museo Cuatro Caminos las exposiciones Witkin&Witkin y Enrique Metinides: el hombre que vio demasiado, ambas a cargo de Trisha Ziff e Isabel del Río. A diferencia de las muestras anteriores, cuyo argumento experimental se hizo explícito en los textos, estas exposiciones presentan una estructura más sólida. La retrospectiva de Metinides está compuesta de ciento dieciocho fotografías, piezas hemerográficas y multimedia, credenciales oficiales de reportero, así como de una pequeña selección de su colección de juguetes. El recorrido inicia en la sala central del museo, en donde se exhibe una ambulancia que ambienta el lugar y que cumple con la función de trasladar a los espectadores al pasado. El vehículo es importante para entender la obra de Metinides, pues muchas de sus fotografías fueron tomadas cuando trabajó junto a los choferes de la Cruz Roja.
A pesar de que la exposición es breve, es posible ver en ella el eje biográfico que se da en toda retrospectiva. Primero se presentan retratos de Metinides de pequeño, así como la cámara Brownie Junior que su padre le regaló a los nueve años. Siguen las fotografías de accidentes ocurridos en diferentes colonias de la Ciudad de México: choques automovilísticos, trenes descarrilados, o el famoso caso del niño perdido. Aunque se entiende que las imágenes se muestran en un orden cronológico, es difícil distinguir los ejes temáticos de cada núcleo. Un acierto fue que se presente a un doble Metinides: el fotoperiodista y el hombre creativo que experimenta con otros materiales. En los últimos años, Enrique Metinides ha explorado nuevas formas de hacer imágenes a partir de la reapropiación de su acervo. En este proceso creativo, el «hombre que vio demasiado» superpone juguetes de su colección con fotografías de su archivo personal, creando escenas nuevas que dejan ver su necesidad de seguir viendo accidentes.
Otro gran acierto de la exposición son las fichas en las que se detallan fechas, lugares, hora y experiencias vividas en palabras del fotógrafo, aunque lo más plausible es el uso de las piezas en diálogo con las notas de prensa, pues permite que haya un análisis más profundo de los documentos y que los espectadores tengan una experiencia más cercana con las fuentes. Cuando se trata de fotoperiodismo, es indispensable confrontar las imágenes publicadas en prensa con las fotografías de archivo, pues el sentido de cada imagen cambia cuando se añade un texto que la describe. Dejando de lado el hecho de que se trata de un recorrido por la vida y obra de uno de los fotógrafos de nota roja más reconocidos en nuestro país, la retrospectiva problematiza de manera velada el uso de la fotografía de violencia y muerte. Se trata de poner atención en cómo fueron observados estos accidentes por Metinides, por los espectadores que aparecen en las imágenes y por nosotros ahora en un nuevo contexto dentro del museo. Es necesario analizar la forma en la que las imágenes se resignifican en cuanto al uso y función que se les dé a través de diferentes espacios.
La exposición Witkin&Witkin abarca cincuenta años de producción artística del fotógrafo y del pintor estadounidenses, comenzando con The Kiss (1982), la fotografía icónica de Joel Peter, en la que aparece el cráneo diseccionado de un hombre que se une mediante un beso. La exposición inicia con una separación del trabajo de los hermanos: del lado izquierdo las fotografías teatralizadas y grotescas de Joel Peter crean un juego visual con las pinturas de Jerome que se erigen sobre los muros del lado derecho. En algún momento del recorrido, las piezas de los hermanos se fusionan y generan un diálogo que propicia una narrativa visual constituida por medios plásticos, colores y dimensiones desemejantes. A pesar de que la temática en el trabajo de Jerome y de Joel Peter es distinta, en ellos se encuentra una búsqueda por explorar temas de violencia y transgresión, haciendo énfasis en la condición humana desde una mirada al entorno social y al cuerpo. El sufrimiento y el gozo se ven reflejados en la mirada de los hermanos Witkin. Por un lado, Joel Peter transgrede los conceptos de belleza construidos en torno al cuerpo femenino en la iconografía clásica y renacentista —The Graces (1988) y The Birth of Venus (1988) son claros ejemplos de ello—; al tiempo que se sirve de la apropiación de obras del barroco europeo: en Las Meninas (1987), la infanta Margarita no tiene piernas y en sus bodegones es posible ver frutos y pedazos de cuerpo sobre la mesa.
Por el otro lado, Jerome revela experiencias de las relaciones humanas en situaciones y lugares cotidianos. Los escenarios varían, pero abundan los espacios públicos y privados. Subway: A Marriage (1983) es un políptico en el que las líneas divisorias entre lo público y lo privado se desdibujan desde la experiencia del personaje que aparece en los cuatro cuadros. La narración en la obra de ambos se construye a partir de la teatralización: desde la construcción, producción y dirección de escenas. The Round twins, before the camera de Jerome pone en evidencia que tanto en la pintura como en la fotografía hay teatralidad, desde la locación elegida, la pose de los personajes y la delimitación de la escena dentro del cuadro.
La importancia de Witkin&Witkin radica en la amplia revisión que comprende cincuenta años de su trabajo artístico, pero también en la manera en la que la fotografía y la pintura se conjugan en un mismo espacio. No se puede dejar de lado que la retrospectiva de Enrique Metinides y la exposición Witkin&Witkin fueron precedidas por Todo por ver y El Estado de las cosas, muestras en las que hubo una evidente saturación de fotografías que favorecían la hipervisualidad al mismo tiempo que anestesiaban la mirada. No sucedió lo mismo con la curaduría de Trisha Ziff y de Isabel del Río; sin embargo, es difícil pensar que exista un vínculo entre el trabajo de Enrique Metinides y el de Joel Peter y Jerome Witkin que vaya más allá de la posible percepción de lo espectacular en las experiencias trágicas humanas, en la fascinación de mirar accidentes, cuerpos desnudos o ensangrentados, situaciones en las que hay dolor, sufrimiento y extrañamiento.