Matrix y la seducción por el placer
Luego de decidirse por la píldora azul, Neo (anagrama de One en inglés, es decir, El elegido), se da cuenta de su terrible realidad: es uno de los muchos seres humanos que sirven como batería para alimentar un mundo de máquinas. Todo lo que creía que era real acaba por revelarse como una ilusión burda. El planteamiento de Matrix, cinta estrenada hace 20 años, dirigida por los entonces hermanos Wachowski, era innovadora e inspirada en los despertares espirituales en la historia de la humanidad. Hay varios ejemplos: El Buda, Siddharta Gautama, que salió de la comodidad de su palacio y enfrentó la verdad pura y difícil de su pueblo, pasando por la cueva de Platón, hasta llegar a La vida es sueño de Calderón de la Barca y todas las visiones de la ciencia ficción de mediados del siglo XX.
Neo, el hacker que protagoniza la cinta, hace el recorrido del héroe por las 17 etapas que enuncia Joseph Campbell en El Héroe de las mil caras. Todas y cada una de ellas son cumplidas al pie de la letra, pero entonces, ¿qué hace tan diferente y memorable Matrix? ¿Qué causó que no atrajera muchos seguidores en su primera semana de estreno, pero que con el tiempo fuera llamando la atención?
Una respuesta es la estandarización y asimilación de otros relatos incluidos en la trama. Las películas ahora están repletas de guiños y homenajes a videojuegos, libros e incluso otras películas. Muchos Youtubers reciben vistas, likes y seguidores gracias a explicar y enumerar lo que los norteamericanos llaman Easter egg, un juego que dejó de ser un código secreto para cinéfilos aventajados y se volvió una norma dentro de la industria, como las escenas post créditos de las cintas de Marvel. Las ahora hermanas Wachowski no querían evidenciar su juego, pero sí deseaban dejar claro que pertenecían a una tradición cinematográfica, televisiva y religiosa.
María Magdalena
La mayoría de los espectadores observarán las referencias a Ghost in the Shell, algunos incluso esgrimirán que robaron conceptos de The Invisibles de Grant Morrison, (autor que quiso demandar a la película), otros dirán que la inspiración salió de Mindwarp, dirigida por Steve Barnett. Lo cierto es que el espíritu de la época, un zeitgeist, provoca que muchas historias utilicen las mismas ideas con algunas variaciones. Cuestionar lo real era algo que hicieron muchos filmes durante los noventa. Desde la película italiana Nirvana, de Gabriele Salvatores, a la canadiense The cube, de Vincenzo Natali, las norteamericanas Dark city, de Alex Proyas y Jacob’s Ladder, de Adrian Lyne. Todos sus protagonistas viven en mundos ficticios donde solo el conocimiento los puede liberar.
Las hermanas Wachowski fundieron las influencias pop con referencias religiosas más o menos evidentes. El personaje de Carrie Anne Moss, interés romántico de Neo, pasaría a ser una especie de María Magdalena, aunque su nombre también haga otras referencias, como a la Santísima Trinidad. El traidor, Cypher, siempre vestido con algo rojo, o con una luz carmesí sobre él, representa el mal, su nombre incluso suena parecido a como se pronuncia Lucifer en inglés. Zion, la última urbe humana, comparte nombre con la ciudad fortificada de Jerusalén. Morpheus, guía de Neo, es también el dios de los sueños; Nabucodonosor, la nave en la que viajan, hace referencia al dios babilónico que creó los Jardines Colgantes, una de las siete maravillas del mundo antiguo y también es el nombre de los ácidos más famosos de los años 90. Todas las referencias culteranas se entremezclaban con otras de la cultura pop y techno pop. Había guiños a Bruce Lee, a la cultura raver, a los videojuegos, publicidad encubierta a la cerveza Corona, al igual que llamados a la rebelión.
Algunos de los diálogos se hicieron muy famosos por contener una especie de filosofía mezclada con psicoanálisis lacaniano, que los volvía citables y memorables. Uno de ellos es la charla entre Morpheus y Neo antes de ofrecerle las pastillas, que a fin de cuentas es lo que Lacan enuncia como lo Real.
“—¿Te gustaría saber qué es la Matrix? La Matrix está donde quiera, puedes verla asomándote a la ventana o encendiendo el televisor, la percibes al ir a trabajar, al ir a la iglesia, al pagar impuestos. Es el mundo que han puesto ante tus ojos para que no veas la verdad.
—¿Qué verdad?
—Que eres un esclavo, Neo, igual que los demás naciste en una prisión que no puedes probar, tocar ni oler. Una prisión para tu mente. Por desgracia a nadie se le puede decir lo que Matrix es. Tienes que verlo por ti mismo.”
Nada nuevo
No es nada nuevo. En la obra de Philip K. Dick hay cientos de referencias a una realidad que es solo una gran mentira. Casi toda su obra está sustentada en esa temática. Por ejemplo, en el cuento Lo recordaremos por usted perfectamente, base para Total Recall, el personaje principal no sabe diferenciar entre lo que le implantaron y su vida real. En Tiempo desarticulado Raggie Gumm resuelve cada día un acertijo, su modus vivendi, para acabar descubriendo que es un militar sumergido en un mundo virtual bélico. En La penúltima verdad de los hombres, ocurre lo mismo que en la cinta Underground, de Emir Kusturica, donde la gente vive en los subterráneos, asustados por una guerra que en realidad no existe.
Lo que hace a Matrix diferente es que el héroe se prepara para combatir la tiranía. Neo se convierte en un superhombre que desafía el status quo. A diferencia de Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, USA, 1973) o El planeta de los simios, ambas con Charlton Heston, el héroe es consciente pero no puede hacer nada. En Matrix no hay una amarga aceptación, sino la promesa de que todo será mejor.
Empero, Neo no acaba por volverse un guerrero, sino una especie de semidios, un héroe en el sentido más literal de la palabra. La gabardina negra con la que va vestido tiene ecos de las sotanas católicas, pero también de las capas de los superhéroes.
Una cinta de acción
Otro punto a su favor, es que si bien está cargada de referencias religiosas, es también una película de acción, una que occidentaliza el cine oriental, en especial el Wire Fu, donde los peleadores de Kung Fu vuelan gracias a cables; también el cine negro japonés, donde los yakuzas van en impecables trajes negros y gafas oscuras.
Las Wachowski tuvieron mucha habilidad para entremezclar peleas de acción apabullantes con una gran influencia de Tsui Hark y John Wo; escenas de tiroteos nunca antes vistas, donde las balas caen como lluvia y los encuentros de preparación se parecen más a Street Fighter que a una película.
Un tiro único
A 20 años de su estreno Matrix ha sido el único tiro al blanco que han dado las Wachowski, la única obra redonda en donde todas sus ideas sobre la mundialización, las nacionalidades, los sexos y las religiones se entremezclen en un todo, han funcionado. Las continuaciones de Matrix solo menguaron la reputación de la primera. Hoy, con el paso de tiempo son vistas a pedazos, pero la original sigue intacta, afortunadamente.
Cloud Atlas, Jupiter Ascending y su serie Sense8, si bien tienen seguidores, no son obras redondas, en donde las costuras no se vean, en donde el espectador atento encuentre vetas que antes no habían sido explotadas.
Un mundo placentero
Pese a su éxito y a su culto, Matrix no caló ideológicamente. La mayoría de nosotros fuimos seducidos por el placer, preferimos vivir atrapados en la Matrix que vivir en “el desierto de lo real”. En un mundo donde evitamos salir a la calle a comprar lo necesario o al cine, gracias a plataformas como Amazon o Netflix; que comemos gracias a aplicaciones como Uber Eats o Rappi, que evitamos asomarnos al exterior y a sufrir cualquier tipo de dolor, los agentes de la Matrix no tienen trabajo. El dolor lo vemos como algo malo, apoyamos a lo lejos algún problema, damos un like o compartimos, pero luego volvemos a nuestras fotos de gatitos o al maratón de series. Si somos más radicales, ponemos un poco de dinero en change.org
“Tú sabes, yo sé que esta carne no existe, sé que cuando pongo esto en mi boca, la Matrix está diciendo que es jugosa y deliciosa. Después de nueve años, ¿sabes de lo que me doy cuenta? Que la ignorancia es Felicidad”.
Es cierto, admiramos a Neo, pero somos Cypher.