Tierra Adentro

Titulo: Casas vacías

Autor: Brenda Navarro

Editorial: Kajanegra

Lugar y Año: México, 2018

Una mujer pierde a su hijo, otra se lo llevó. El niño autista no hizo ruido cuando una desconocida lo tomó de la mano, lo cubrió con un paraguas y terminó llevándoselo lejos de ese parque. Ella quedó tan cautivada por la belleza del niño que ni siquiera se dio cuenta de su condición. Tras poner a sus personajes en sendos aprietos en Casas Vacías (Kajanegra, 2018), Brenda Navarro se limita a ser dos cosas: amanuense y proveedora de problemas. La autora escucha atentamente a sus personajes, a ese par de mujeres que cuentan su propia historia, y anota. Anota la culpa de una por no saber cuidar a su hijo, mientras anota el deseo de la otra de tener una familia, a tener un niño “bonito”. La copista registra los sentimientos de sus personajes: enojo,  frustración, autocompasión, piedad, esperanza, miedo. Tan bien escucha que registra esos fugaces momentos de claridad, de autoperdón, de discernimiento.

Pero que la libertad de sus personajes no confunda. La autoridad de la escritora se deja sentir en cada giro tortuoso, en cada desgracia que se suma, en cada esperanza que descarta: Brenda ahorca, ¿pero no mata?

La historia se trata de dos mujeres sin nombre. La primera goza de ciertos privilegios, pues no se preocupa por dinero, viaja a Europa, está casada con un catalán y se permite adoptar a su sobrina política. La segunda, en cambio, es una mujer pobre cuya miseria se refleja menos en su estatus económico —se gana la vida vendiendo paletas que ella misma fabrica— que en la evidente familia disfuncional (la palabra no hace justicia a la violencia que representa) de la que viene, primero, y la que trata de formar, después. En medio de ellas dos está Daniel/Leonel un niño autista y, desde luego, más personajes, pero de los demás sólo sabemos lo que estas mujeres nos cuentan.

La maternidad y la desaparición son los temas que se han barajado para explicar esta novela. Pero más allá de estos motivos, la materia fundamental de la novela es la soledad. Si algo tienen en común estas mujeres tan diferentes, es la profunda pesadumbre de saber que no están acompañadas. Ambas están ahí contando su historia a un interlocutor incierto. Tal vez a ellas mismas. Porque no hay nadie en su entorno que las escuche, que las entienda. Jalando de este hilo, el autismo del niño que cruza ambas historias cobra un sentido simbólico: ¿qué mejor alegoría de la soledad que un niño autista?

Hay dos imágenes que persisten a lo largo de la novela.  Con lo dicho hasta aquí, la reiterada imagen de la casa vacía apenas merece describirse. Varias veces las narradoras-personaje se identifican como casas vacías, como si lo esencial de ellas, por alguna razón, no estuviera. Se encuentran como existencias sin sentido.  La imagen es efectiva y sutil porque comunica abandono, alejamiento, silencio, y se traduce en preguntas: ¿qué sentido tiene una casa sin habitantes? ¿Qué es una madre sin sus hijos?

Sin embargo, la reiterada imagen de los pájaros que se estrellan contra los edificios es más secreta, menos accesible. ¿Qué significa esta poderosa y recurrente imagen de un pájaro que embiste los rascacielos y al caer nadie lo ve, nadie lo recoge? Los pájaros, se dará cuenta el lector, acompañan cada página.

Los recursos de la narradora se traducen en una prosa ágil que prefiere la brevedad en párrafos, oraciones y capítulos. El ritmo de la novela le debe mucho a la alternancia de estilos que remarcan la diferencia entre las narradoras: una tiene un habla estándar y la otra utiliza giros populares. De esta manera, Navarro hace un alarde de su oído y su capacidad para construir personajes complejos, profundos.

Brenda Navarro escribió una novela costumbrista que fija distintas expresiones de violencia, desde la estructural y económica hasta la física, pasando por temas cruciales como el feminicidio, la impunidad, la desaparición —fenómeno que poco a poco va consolidando un corpus en Latinoamérica— y la incompetencia institucional. Todos sus personajes, hombres y mujeres, ricos y pobres, sufren un sistema que los oprime. Tras el primer párrafo:

Daniel desapareció tres meses, dos días, ocho horas después de su cumpleaños. Tenía tres años. Era mi hijo. La última vez que lo vi estaba entre el subibaja y la resbaladilla del parque al que lo llevaba por las tardes. No recuerdo más.

… la asfixiante sensación de angustia se intensifica a la par de la esperanza del lector porque, como se sabe, la esperanza muere al último.

Brenda Navarro
Socióloga por la UNAM. Actualmente está estudiando el máster de Estudios de Mujeres, Género y Ciudadanía por la Universidad de Barcelona. En el proyecto Enjambre Literario, busca —junto a otras mujeres— la creación de redes de escritoras y abrir espacios de difusión para nuevas voces literarias en Iberoamérica. Antes de Casas Vacías publicó cuentos y poesía.

*El libro se puede descargar sin costo en el sitio de Kaja Negra


Autores
Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y especialista en Literatura Mexicana por la Universidad Autónoma Metropolitana. Actualmente imparte cursos de Historia, Español y Literatura para jóvenes que buscan ingresar tanto a la preparatoria como a la universidad.