Tierra Adentro

La pregunta que ha respondido ya la RAE sigue sin satisfacer a todo el mundo. Hoy quisimos hacer algo muy especial y rescatar una de las secciones de la revista impresa, el “Mano a mano”. En esta sección, dos textos breves presentan ambos lados del argumento, en este caso: ¿cuándo comienza o termina la década?


 

PROCRASTINACIÓN, O LA POLÉMICA DEL FIN DE LA DÉCADA

Lupe de Vega

 

Estimados polemizadores del final de la década:

         …que si entonces nos venimos equivocando desde el 2000 por celebrar el nuevo milenio, que depende del calendario, que en todo caso, si se nos da la gana un decenio puede empezar en el 2023 y terminar en el 2033 y que entonces todo es relativo, que de cualquier manera el tiempo no existe, y el calendario gregoriano y el ISO y la RAE y la matemática… ¡Pero, no! Esto no es una cuestión de quién dice qué. Este debate, polemizadores, tuitstars, inconformes e indiferentes, no se trata de buscar la mejor explicación para alcanzar una respuesta correcta sobre nuestro evidente desconocimiento de qué es una década y qué es un decenio. Esto no es una cuestión de adhesión o rebeldía frente a la Real Academia de la Lengua Española (ni si sigue siendo una marca de colonización en el mundo hispano), hay que separar los temas: cada cosa en su lugar. Tampoco se trata de demostrar una aparente superioridad intelectual con la nueva sabiduría adquirida en Twitter sobre la definición de un término que nos expresa la confusión temporal en la que vivimos—una intelectualidad de la que dudamos desde el triunfo del hombre ser humane de las masas. No es, ni por asomo, una batalla sobre la relatividad de las categorías occidentales, o un reajuste al calendario para cambiar por completo nuestra noción del tiempo que hemos vivido, porque no estamos corrigiendo el calendario gregoriano, ¡ni sabemos cómo funciona el conteo! Esto es un tema de solidaridad, ante todo. Solidaridad para sus semejantes que han estado posponiendo sus resoluciones. Este es un debate para nosotros (-tres, que seguimos fallando con la “e” aunque la defendemos), los que el fin de la década nos agarró en curva, sin uvas para los deseos, indispuestos, con las cervicales lastimadas o dolor de estómago. Se trata de buscar explicaciones pseudocientíficas para tranquilizarnos con la “verdad” de que, en efecto, tenemos un año más para prometernos más agua, menos carbohidratos, más relaciones sanas, más cuestionamiento a las instituciones (aunque la RAE nos respalde en este momento), menos enumeraciones.  

         ¿Es acaso mucho pedir otros doce meses como colchón para el autoengaño?

 

Sinceramente,

Procrastinadora centurial 

 


 

CONTRA EL ORDEN DE DIEZ

Lúser K. Breade

 

Trescientos sesenta y seis días

bajo el signo indeleble de Marte

y peleas a cuchillo palabras

de saber si ha empezado algo

o solo termina lo que conocíamos:

 

veinte veinte año umbral,

dos cero dos cero una puerta abierta

bajo cuyo marco nos resguardamos

de la edad que comienza a caer

como lluvia ácida:

el camino va solo hacia delante

y de los vapores que dejarán nubes negras

la intuición queda del trueno.

 

Que no me cuente la “real” academia de la lengua que arde

los días que faltan para decir adiós.

Que no me puedo despedir ya

del estruendo granizo con que crecí:

ayer decidí intentar amarme

porque ayer decidí volver a ser

una flor como la que fui en infancia.

No me digas que este es el fin de una temporada

porque no creo en los finales felices

y hoy salí a la calle

­–se había aclarado el cielo,

el IMECA sospechosamente bajo–

con una sonrisa y la esperanza de que los años me la robaran.