Tierra Adentro
Foto: Archivo Tierra Adentro
Foto: Archivo Tierra Adentro

Luis Alberto Arellano es un autor queretano en cuya obra se articulan diversos ámbitos del campo literario, desde la producción de poesía y ensayo, hasta la gestión de proyectos y espacios para su enseñanza, pasando por trabajos de edición, traducción e investigación de las formas de difusión y generación de la literatura.

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Aunque su postura frente a la literatura fue la de un explorador de sus fronteras conceptuales, Luis Alberto Arellano siempre se mantuvo con un pie puesto en la tradición construyendo en paralelo una sólida edificación académica.

Maestro en Literatura Latinoamericana y Mexicana por parte de la Universidad Autónoma de Querétaro y Doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de San Luis,  Arellano inició en el ejercicio de la enseñanza formando parte del cuadro de profesores de la Escuela de escritores “Adolfo Torres Portillo” —sede en Querétaro de la SOGEM—; posteriormente, buscando espacios menos rígidos en el quehacer literario, fundó, junto con Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio (a. k. a. LEGOM), el Seminario de Creación Literaria “El oficio mayor” en su natal Querétaro. Proyecto que con los años se consolidó como una caja de Petri para la literatura actual de la región, en donde generaciones más recientes han adquirido un gusto por el registro contemporáneo y experimental. Acaso aquí la evidencia de esa “legión de voces” que componían el trabajo de Arellano, tan contradictorias como complementarias.

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La dimensión editorial magnetizó su quehacer de principio a fin. Casi al término de la década de los noventa, todavía en la SOGEM, fundó, junto con Sol Ximena Fernández, Ricardo Mazatán y Román Luján, la revista literaria Crótalo, experiencia que dejaría en él una impronta tan profunda que las publicaciones periódicas se convertirían, tanto en su materia de estudio —como lo prueba su tesis doctoral, para la cual realizó una estancia de investigación en la New York University, sobre revistas literarias de los años veinte—, como en el primer sitio de su producción poética, ensayística y de traducción. Fiel a este pulso, colaboró con más de una veintena revistas nacionales y extranjeras, como Alforja, Replicante, Luvina, Punto de partida, La siega, Los amigos de lo ajeno, Vallejo & Co., Nitro, Revuelta, Serie Alfa y Tierra Adentro, por mencionar sólo algunas. Además, formó parte del consejo editorial de las revistas Metrópolis (Guadalajara) y Los perros del alba (Guanajuato/San Luis Potosí), proyectos editoriales que sirvieron como plataformas para visibilizar la producción de autores nacidos en las décadas de los setenta y ochenta. Esta vena de editor también la exploró junto con LEGOM como coeditor de la editorial Sangremal —en la que en la que se publicaron autores queretanos—, y la consolidó haciendo mancuerna con Luis Armenta Malpica, como parte del consejo editorial de Mantis editores. Aquí publicó, junto con Román Luján la antología El país del ruido (Editorial Écrits des Forges y Mantis editores, 2008),1 y el versionado en árabe y portugués de una selección de siete poetas mexicanos, con los títulos Caravansary; y Versiones acústicas (Mantis Editores, 2014).

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En el desarrollo de su obra poética es evidente una escisión. En los primeros libros —Nómina de huesos (2000); Erradumbre (2003); y De pájaros raíces el deseo (2006)—, los artefactos poéticos que nos provee tienen un acabado modernista. Son piezas armadas con volutas sonoras, activaciones de la iconografía mitológica que con su lúbrica pátina de óleo nos recuerdan a los cuadros prerrafaelistas. Sergio Ernesto Ríos ya lo escribió en la introducción de la publicación póstuma Obra (in)completa, editada en 2018 por Oliver Herring, ya hizo la primera carambola con los rastros velardianos y gongorinos que leyó en esta primera fase de lo poesía de Arellano.

El segundo movimiento se da a partir de Plexo (2011); y sigue en Bonzo (2012), Grandes atletas negros (2014), Contranatura (2015), Destino Manifiesto (2016), y Soy de los que gritan para llamar un TAXI (2016). En ellos ya se escucha una voz, o mejor dicho, se reconoce un estertor que mide su sonoridad con el peso del lenguaje y no con una métrica canónica. Para seguir con Sergio Ernesto Ríos, nos encontramos con el ensamble polifónico de José Gorostiza + Bob Flanangan + López Velarde + Linh Dinh + Rafael Lozano + Gerardo Arana.

La prosa ensayística de Arellano está dispersa mayormente en publicaciones periódicas, tanto de orden académico como literario, salvo Fotogramas del ocio clase B, publicado por el Fondo Editorial de Querétaro en 2014, y las entregas que se pueden leer en las antologías El hacha puesta en la raíz (2006), y Escribir poesía en México (2010). En lo relativo a sus traducciones, padecen de esta misma dispersión, salvo el trabajo que se encuentra en los libros Todo alrededor de lo que se vacía, de Linh Dinh, publicado por Mantis editores en 2012, y Una probada de miel, de Bob Flanagan y David Trinidad, publicado por Kodama Cartonera en 2013.

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En diciembre de 2016, las letras mexicanas perdieron a una de las voces más interesantes de la generación de escritores nacidos en la década de los setenta, a un poeta generoso y socarrón, a un académico que creía que en la resistencia no tenía caducidad. Se extraña su carcajada telúrica. Se te extraña Luigi.

 

Oaxaca de Juárez, noviembre 2021

Efraín Velasco Sosa

 

  1. Con Luján ya antes había participado en la antología Esos que no hablan, pero están (Fondo Editorial del Estado de Querétaro, 2003).