Tierra Adentro

“No sé si fui un Mc que se creyó poeta o un poeta que se creyó Mc”. Y la bomba de la palabra estalla. El séptimo disco de una de las figuras del hip hop español abandona el género y se avoca a la poesía musicalizada. Se acompaña por un piano minimalista y algunos metales suaves y discretos. En Los viajes inmóviles hay muchas alusiones a los fondos de jazz usados en el spoken word y un orfebre de la palabra que se preocupa por reconciliarse con el oficio, hay búsqueda, hay ambición; y tal vez todo ello no se lo perdonen los fundamentalistas de la escena.

Y es que en el hip hop abunda la grandilocuencia, la soberbia y el ego sobrealimentado. Basta pensar en Kanye West, Jay Z o Eminen para que las manías y las mañas sean superlativas. Unos disfrutando de los lujos y el oropel que la cosecha de millones de dólares les ha dejado y el otro preocupado por hacerse pasar por un chico enojado a tiempo completo con la sociedad que lo rodea, un niño problema enfurecido con un mundo que no entiende (pero que le da mucho dinero).

El espectro se muestra aparentemente corto, pero por fortuna los Beastie Boys siempre arrojaron luz sobre nuevas vertientes y una ética, al igual que lo hacen The roots desde Filadelfia —pudiendo acercarse incluso a la música clásica—. Luego hay talentos como Ghost Poet, 13 & Good, Tyler `The creator´ y Stromae que le agregan un toque de locura. El hip hop requiere reinventarse una y mil veces para mantenerse con vida y potenciar su capacidad de sorprender, pero, vamos, alejarse de las bases rítmicas y retomar la oralidad de la poesía dicha es suficiente riesgo.

Nach (Ignacio Fornés) no se anda con rodeos; Moisés P. Sánchez hace lo suyo con un piano acústico y sobrio, mientras Ara Malakian pone algunas cuerdas más que discretas. Lo demás es un torrente verbal casi desnudo. Un hombre que ya no es un jovenzuelo acompañado por algún poeta veterano como Pablo Guerrero para especular acerca de uno de los temas mayores de la literatura: el tiempo. Así un tipo del verso callejero se encuentra con un esteta de las aulas para compartir una pieza nostálgica y en fuertes tonos sepias. Composiciones como “Tiempo, dame tiempo” le traerán al alicantino mucho de respetabilidad de parte de distintos sectores ilustrados, aunque tal vez muy poca comprensión y aprecio por esta forma de arte en el terreno del público masivo.

Y es que la poesía en la actualidad es poco socorrida; casi no tiene lectores, casi no vende libros, pero sigue ahí, pataleando. En Los viajes inmóviles (Universal Music, 2014) aparece 13 veces a través de un flujo que si no perfecto si es totalmente honesto y personal; algo que se le debe agradecer a un poeta que se respete (“Lo estoy intentando”).

Siguiendo lo dicho por escritores de la talla de Jorge Cuesta —miembro del grupo de poetas Los contemporáneos— y el cubano José Lezama Lima, quienes decían que no necesitaban salir de su habitación para llevar a cabo los más ambiciosos viajes, acá un rapero se reinventa yendo primero al interior de su persona y hurgando en sus preocupaciones como hombre y su anhelo con dar con lo imposible.

¿Qué de qué van Los viajes inmóviles? En general, tratan de abarcar la existencia entera, pero a la hora de particularizar aparecen las dudas, el miedo, la esperanza, los rencores y, por supuesto, las grandes pasiones. Porque puestos de lado de la crítica más afilada, la parte más débil es cuando hace poemas de amor, a los que les lastra un mensaje tan inmediato y el hecho de tener dedicatorias tan específicas.

En sentido contrario, el álbum sucesor de Mejor que el silencio (2011) gana cuando el discurso es abierto, universalista, como en “La calle es un zoológico”, en la que deja evidencia de sus más de 15 años explorando esa forma de arte de enredar palabras. Curiosamente, se va perdiendo el pulso callejero y se gana en oficio extraído del estudio y la dedicación.

Nach, nacido en 1974, no tiene reparo en sonar incluso un poco clásico; ha dejado claro que puede andar: “sin reglas preconcebidas ni rimas enjauladas en ritmos o esquemas determinados.  Es por eso que en “Tercer mundo” se acompaña del actor Asier Etxeandía y así alcanza los máximos réditos de lo que parece una puesta en escena, un acto grabado de poesía oral escénica.

He aquí un álbum propositivo, perseverante, de parte de un músico valiente que hace lo que quiere antes de terminar convertido en una “caricatura”; tiene claro su rumbo: “La forma en la que expreso mis palabras está ahí, la gente no se sentirá tan sorprendida“. Al menos el hombre no duda en lo que espera de la gente que lo conoce; el verdadero reto será cuando lo escuche público recién llegado; ¿será que sus colegas raperos entiendan sus aspiraciones? ¿Podrán los poetas asimilar su peculiar forma de poesía?

 

Aquí su participación para Metrópoli, el suplemento de ocio del periódico El Mundo.

 

 


Autores
La redacción de Tierra Adentro trabaja para estimular, apoyar y difundir la obra de los escritores y artistas jóvenes de México.
De los años sesenta tomó la inconformidad recalcitrante; de los ochenta una pasión crónica por la música; de los noventa la pasión literaria. Durante la década de los dosmil buscó la manera de hacer eclosionar todas sus filias. Explorando la poesía ha publicado: Loop traicionero (2008), Suave como el peligro (2010) y Combustión espontánea (2011). Rutas para entrar y salir del Nirvana (2012) es su primera novela. Es colaborador de las revistas Marvin, La mosca, Variopinto e Indie-rocks y los diarios Milenio Hidalgo y Reforma, entre otras publicaciones.