Ya huele a 23 de marzo
Titulo: Cuentos del Norte
Autor: Socorro Soto Alanís
Editorial: Versodestierro
Lugar y Año: México, 2013
Durango, 19 de marzo de 2014. Socorro Soto Alanís en su libro Cuentos del Norte describe un Norte jodido, ¡cómo no! Y no de ahora, sino desde hace muchos años. Valga su maestría en ciencias políticas (UNAM) para remitirnos en su cuento “23 de marzo” al escandaloso asesinato del candidato presidencial en Lomas Taurinas, fecha imborrable para los mexicanos, –hambreados o de carro blindado–; el elegido avizoró su fin pero no se acobardó, y Socorro se suma a la lista de periodistas, escritores, artistas y cineastas que han documentado el tema Colosio.
Pero su libro no toca solamente temas políticos, aunque sí se concentra en asuntos de carácter social y problemas éticos de una vigencia asombrosa aquí en Duranguito, como la tragedia de la chamaca de prepa que cree desafiar a su familia e intenta fugarse a Mazatlán a la salida del colegio en moto –una Honda último modelo– con su novio, galanazo que la enamora invitándole un helado y termina madreado, allá en la Sierra, a media carretera… ¿No le pasó por la cabeza al “guey” que la “niña” podría tener un pinche hermano celoso?
Anoche, precisamente, le conté la anécdota a un amigo, y dijo, “uh, eso todavía pasa”. Pos así ha de ser, pero a mí la descripción del colegio de monjas, de la faldita –corta– de cuadros del uniforme y las adolescentes que se divierten –bobeando– en el centro comercial de moda me remitió al pasado, y no precisamente con nostalgia.
Los personajes de Socorro Soto Alanís (Durango, 1956) son de armas tomar; se juegan la vida en el campo y la ciudad. En sus cuentos, el incesto, la desmesura y el odio a muerte se bordan con hilazas finas que nunca se decoloran. Así me pintan el norte duranguense hoy, ¿qué quieren que haga? Imagínense a una loca, sexualmente reprimida, que le echa el caballo encima a su propia hija cuando la encuentra haciendo el amor con el hombre guapo, fuerte y de ojos de gacela que ella –la madre– deseaba poseer. De esa forma se consuma un doble asesinato una madrugada norteña, al amparo de un álamo centenario, y las consecuencias cimbran a toda la comunidad: un niño (o varios) sufre la perenne tortura de vivir azuzado por un alma en pena que se presenta a caballo, trotando fuerte, echando chispas…
Socorro Soto Alanís presentó hace dos semanas su libro, y supongo que los lectores lo estaban esperado por tratarse de una especie de literatura de aventuras cocinadas con lo que suele ventilarse en el chismorreo; además, estaba muy anunciado también por tratarse de una publicación respaldada por una editorial de la ciudad de México: Versodestierro. El evento estuvo muy concurrido, ante todo por mujeres, creo, y para mi sorpresa –me enteré luego– esa noche se vendieron cien ejemplares, ¡éxito rotundo! A través de las redes sociales, la autora –ex presidenta de la Sociedad de Escritores de Durango– nos informó de la primicia de esta obra en la Feria de Minería, en donde también estuvo acompañada por Adriana Tafoya, su editora.
Cuentos del Norte es un compendio de doce textos cortos que tienen una misma línea narrativa y un sustento similar; se me figura que Socorro los escribió con un propósito: hacer ver la degradada condición humana, empezando por esbozar y llevar hasta las últimas consecuencias la furia sexual de las mujeres, furia contenida a veces, o desatada, si se quiere, aun cuando la dibuja de manera metafórica en un par de cejas fuertemente delineadas.
En su madurez, la escritora se adentra en los temas que confronta desde adolescente: la lucha de clases, el derecho a ejercer una sexualidad libre y placentera, el cinismo y la corrupción, en primer término. Pero igualmente desnuda a mujeriegos, lambiscones y sacerdotes mustios.
En Durango tenemos infinidad de paisajes y situaciones de vértigo, y Socorro ha vivido pendiente de los alcances o límites que experimenta la gente en ellos, ¿más leña al asador? Ahí tienen al político borrachote y prepotente que compra periodistas, mujeres y falsa reputación haciéndose pasar por simpático; desde luego, un perfil muchas veces señalado en la literatura y el cine, e igualmente universal, pero Socorro Soto Alanís contextualiza al lector en las calles donde ha vivido o en algunos pueblos sembrados de yerbaniz y no sólo de mariguana. Leerla, de cualquier manera, nos hace recorrer los caminos del mal, como comentó el escritor Jaime Hernández en la presentación refiriéndose a la realidad de este rancho grande, mojigato, pobre y violento.
Así es la vida, y en el libro que reseño nos la cuentan con ganas de recalcar su podredumbre, mucho más penetrante y fuerte que las imágenes felices que la escritora filtra en algunas líneas con olor a perfume caro, pero que corresponden al terreno de la fantasía, literalmente, porque, obvio, ¡también aquí en el Norte se vale soñar!
Versodestierro distribuirá Cuentos del Norte en todo México.