Tierra Adentro

Titulo: Cuentos escogidos

Autor: Flannery O'Connor

Editorial: De Bolsillo

Lugar y Año: México, 2016

La literatura puede asumirse como una forma de salvación. Más a menudo, sin embargo, es un agente de decepción. El dilema favorito de la religión y de ciertas filosofías románticas ha sido elucidar si el hombre es bueno o malo. Frente a la disyuntiva maniquea, cabe comprender al hombre, en vez de sujeto a una oposición irreconciliable, como un ser complejo cuyos ideales se confrontan con los acontecimientos. Toda metafísica se disuelve con la historia, aun cuando la propia racionalidad lucubre mitologías.

Dotada con un humor acre, una fina ironía y una implacable mirada contra los prejuicios, la mediocridad y la impostura, Flannery O’ Connor fue desde sus años colegiales una prolija exponente de la sátira. Entonces solía dibujar y sus viñetas humorísticas aparecieron en la revista literaria de la universidad de Georgia, donde se graduó con una tesis que incluía seis relatos, entre otros el primero que publicó, «El geranio» (1946, primer relato de la selección que reseño). En The Corinthian también publicó poemas, cuentos, críticas y ensayos.

Cuentos escogidos es por ello un acontecimiento plausible. Es una antología de once relatos seleccionados de The complete stories, la compilación póstuma de sus cuentos en 1972, que mereció el premio Nacional del Libro en Estados Unidos —un galardón para autores vivos que el jurado otorgó excepcionalmente a un autor difunto por la importancia del volumen y de la autora—. Poco, en la brevedad de este espacio, puede añadirse a la bibliografía sobre la autora de Sangre sabia. No insistiré por ello en obviedades como sus vínculos con la literatura del sur estadounidense; trazar semejanzas con los novelistas franceses católicos, Georges Bernanos y François Mauriac —que al respecto serían una influencia directa para el tema de la culpa y la redención en ese insólito novelista moral que es Juan Vicente Melo—. Desisto también de proponer una fábula de las historias, que nos presentarían a un personaje, con frecuencia mujer, solitaria, pobre, enfrentada a una dura vida, sea en la ciudad o en una granja, quien obligada a templar sus principios con las costumbres, a menudo sucumbe al examen.

La narrativa de O’ Connor matiza los alcances del monólogo interior sin exhibir su artilugio, pues en vez de exhibir el simulacro taquigráfico, a través de un narrador atempera el fluir cognitivo con el matiz del estilo indirecto. De este modo el flujo de conciencia se depura de suciedad —fango y ramazales sintácticos que en su afán de la ilusión de verosimilitud impone— al tiempo que se encauza al gran problema ético que sustenta esta verdadera cosmovisión, la distancia entre nuestros ideales, ese corpus de convicciones que llamamos moral, y nuestros actos.

Esta obra no enarbola una actitud escéptica o nihilista; al contrario, a través de un movimiento fundacional, propone curarse de ilusiones emprendiendo una búsqueda personal de los auténticos valores. Un camino de salvación. O’ Connor mostró que la moral, además de carecer de respuestas eficaces al cuestionamiento existencial, con sus respuestas estereotípicas y su inflexibilidad deviene un instrumento de desigualdad y sufrimiento. Sus historias, a menudo con un desenlace trágico, contrastan las buenas intenciones de sujetos cuyos valores son más heredados que auténticos con los resultados. Han permanecido inalterables hasta que un elemento disruptivo detona una crisis en la que se revelan como seres huecos, muchas veces estúpidos, incapaces de dilucidar cuál es la verdadera bondad o pecado. En su tragicomedia, O’Connor no sólo revela el carácter fariseo de individuos que a través del flujo de sus pensamientos —de ahí la magistral eficaciade recurrir a esta técnica: nos presenta a los personajes observándose a sí mismos— se conciben como buenos, inteligentes, sino que también sopesa los valores liberales. En suma, O’ Connor dirige su crítica hacia las supersticiones, sean éstas manifestaciones de una lectura literal y sin alma de La Biblia y los preceptos religiosos, o bien de los valores ilustrados y su catecismo no menos dañino. O’ Connor previó y satirizó la nueva moralina que subyace en los preceptos de lo políticamente correcto, como lo constatan los episodios atroces narrados en «Todo lo que asciende tiende a converger» «Partridge en fiestas» o «Los lisiados serán los primeros» en los que ciertas hipótesis liberales se escrutan con los hechos.

Obra que podríamos definir como clásica en tanto proporciona un manantial, superficie límpida como modelo de escritura y breviario espiritual para enfrentar las dudas, los Cuentos escogidos recuperan a una de las grandes escritoras menos conocidas en español. De paso, la vigencia de la mirada escéptica e irónica pero al mismo tiempo plena de espiritualidad de O’ Connor funge como un espejo moral para una época que sustituyó sus viejas creencias por nuevos despropósitos, saliendo de un laberinto de supersticiones para caer en una casa de espejos de feria.


Autores
Poeta, ensayista y editor. Fundador y editor de varias revistas y publicaciones dedicadas a la literatura y la crítica del arte y la sociedad, la más conocida de ellas Graffiti (1989-2000). De su bibliografía mencionamos: La Construcción del Amor (ensayo; Tierra Adentro, FONCA, 1992; segunda edición, 2005); Vista envés de un cuerpo (poesía; Ficción, UV, 2000), Luz de viento (Fondo de Cultura Económica, Letras Mexicanas, 2006), Verano en la ciudad (Aldus/CNCA, La Torre Inclinada, 2006), La ciudad de los muertos (Fondo de Cultura Económica, Poesía, 2012). Dirige el periódico cultural Performance en Xalapa (segunda época).