Tierra Adentro

Con motivo de la exposición Leopoldo Méndez y el Taller de Gráfica Popular. Pasión sobre papel, que se exhibe en el Museo del Estanquillo, resulta oportuno acercarse a la obra del artista que, en palabras de  Francisco Díaz de León, fue el «más técnico y definitivo que haya existido en toda la historia del grabado en México».

Leopoldo Méndez (1902-1969) nació en la Ciudad de México y además de artista, fue un entusiasta animador de proyectos e instituciones. En el año de 1921 fundó en Jalapa, junto con Manuel Maples Arce y otros escritores, el movimiento Estridentista. Hacia 1942, fundó su propia editorial llamada La Estampa Mexicana. En 1952 ganó el Premio Internacional de la Paz y en 1968 fue miembro fundador de la Academia de las Artes.

Como creador, Méndez realizó más de 700 grabados durante toda su vida que le valieron, entre otras cosas, ser comparado con Alberto Durero. Puede leerse más sobre su vida en Leopoldo Méndez, biografía y semblanza artística del grabador mexicano, escrita por su amigo Manuel Maples Arce y publicada originalmente en 1970.

Es un trabajo exquisito de crítica de arte. En el libro, Maples Arce comparte el conocimiento personal que tuvo con Leopoldo, al tiempo que refiere su trayectoria artística. Se conocieron en Bellas Artes cuando eran muy jóvenes. «¡Cuántas veces nos comunicamos nuestras preocupaciones por un arte que aventajara al que se mantenía en la rutina y tradición, pues sólo nos satisfacía la excepción maravillosa!».[1] Además, retrata al Méndez socialmente comprometido: «Su gran curiosidad y su deseo de que el arte sirviera al pueblo, lo interesaron también en la creación del teatro infantil, por medio de muñecos, iniciada en casa del escultor Germán Cueto».[2]

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También revela el paso de Méndez por la Academia de San Carlos y la Escuela de Pintura de Coyoacán. Su colaboración en revistas como Horizonte, Norte, Ruta y El Sembrador. Sus exposiciones en el Art Institute of Wisconsin y en el Art Institute of Chicago, así como la beca con la Guggenheim Fundation para estudiar en Estados Unidos.

Cuando analiza tanto la obra en general como las piezas particulares del grabador mexicano, nos dice que: «Los temas de Méndez están cerca de él mismo. El pueblo de México es su elemento principal: la gente que ve en mercados y plazuelas, a lo largo de las calles del barrio en que vive. Conoce sus condiciones de vida y su psicología». Además de realizar un análisis crítico de grabados como: En nombre de Cristo, La venganza del pueblo, Asesinato del profesor Juan Martínez, La amenaza sobre México y Homenaje a Posada, entre otros.

Maples Arce siente una aproximación íntima a Leopoldo Méndez y su obra. Confirma esto al afirmar que: “Méndez se conduce con una intención militante. Esta posición le impone evidentemente limitaciones estéticas, pero su decisión de combatir las injusticias que sufren los débiles es firme…”. Parece entonces que, siguiendo a Justino Fernández, Maples Arce logró con Leopoldo Méndez «el más alto nivel de la crítica del arte» al expresar: cómo un hombre, el crítico, siente, comprende e imagina que es otro hombre, el artista, partiendo siempre de la obra u obras específicas.[3]

Manuel Maples Arce termina la biografía con un homenaje a aquel amigo que hacía un año había muerto: «¡Qué amigo magnífico se ha marchado! ¡Qué artista de tan alta calidad hemos perdido! ¡Qué hombre de tan noble condición desapareció! Con él sentimos que se fue algo de nuestra juventud».[4]


[1] Maples Arce, Manuel, Leopoldo Méndez, FCE, México, 1970, p. 9
[2] Maples Arce, Manuel, Leopoldo Méndez, FCE, México, 1970, p. 21
[3] Fernández, Justino, Pensar el arte, UNAM, México, 2008, p. 202
[4] Maples Arce, Manuel, Leopoldo Méndez, FCE, México, 1970, p. 37