Inmortalidad y muerte
Solemos entender la inmortalidad del alma como algo sobrehumano, sin embargo, es posible que debamos asociarla mejor con nuestra naturaleza animal: son los animales los que ignoran todo inicio y final.
Contra esta ignorancia, contra esta natural infinitud, nuestros antepasados construyeron, generación tras generación, el conocimiento racional —forjado en la experiencia y la lógica— de que nadie vivirá para siempre. Desde entonces, los herederos de ese saber nos hemos pasado la vida intentando convencer a nuestro ser animal de que hay un fin a su infinito. Pero él no entiende: persevera en su ignorancia, en su inocencia.
Desde este punto de vista, nuestra relación con la muerte sería el diálogo perpetuo entre la conciencia informada y esa natural certidumbre de existencia eterna.