La Revolución Islámica y el último shah de Morelos
20 de junio de 1979. Cuernavaca, Morelos. Mediodía.
En un escenario posible, el último shah de Irán succiona una almeja mientras observa a su némesis recorriendo las calles de Teherán con las manos en alto y arropado por las multitudes. El ayatola Ruholla Jomeini lanza algunas consignas que son coreadas por el pueblo. El último exponente de la dinastía Pahleví deposita sobre la pantalla un par de ojos abatidos por la nostalgia y suspira largo y tendido antes de dejar su laguna azul en el borde de la alberca. Chasquea los dedos mientras sale del agua con una parsimonia que hace gala de su nobleza, y un guardaespaldas llega a su encuentro con una toalla verde pistache en las manos. Un mayordomo se postra inmediatamente delante del monarca y le extiende una charola de oro puro con una pastilla para regular la presión sanguínea de Su Majestad, al mismo tiempo que otro mozo le unta bloqueador solar en la nariz.
Su esposa observa la escena detrás de unas espesas gafas de sol. Nota que la piel de su marido ha adquirido un tono amarillento, pero se lo adjudica al reflejo de los adoquines de oro. Acerca la boquilla a sus labios y le da una larga calada al cigarrillo. El humo sale de su boca para cubrir la pantalla y desdibujar el rostro solemne de Jomeini, el verdugo de la monarquía absolutista de los Pahleví, que gobernó Irán desde 1925.
El shah se amarra la bata y toma asiento al lado de su esposa. Vuelve a chasquear los dedos para ordenar otro laguna azul a uno de los mozos. Vacía el contenido del coctel de un solo trago. El matrimonio Real se limita a sintonizar su reino inasible sin cruzar palabra alguna. Pahleví encorva la espalda para pegar su nariz a la tele. El emblema de la Guardia Revolucionaria Islámica ondea en las pupilas melancólicas de Su Majestad.
40 años de promesas incumplidas
Han transcurrido ya cuarenta años de la Revolución Islámica que obligó al shah a hacer las maletas; cuarenta años que han soterrado todo rastro de los grupos seculares de resistencia civil que dieron vida a la revolución: se trataba de un movimiento social mucho más vasto, heterogéneo y complejo que el delta conservador en que desembocó, y que buscaba imponer una agenda bastante progresista para el Irán de aquel entonces. No obstante, lo que parecía ser una revolución sin precedentes en el Medio Oriente, terminó siendo una herramienta para infatuar a uno de los regímenes más opresivos de nuestra era.
Y es que el ayatola Jomeini se deslindó de sus compromisos hacia sus contrapartes izquierdistas en cuanto asumió el poder del país, el 11 de febrero de 1979. Para desgracia de la Unión Soviética, que había puesto todas sus fichas a favor de la revolución, las facciones comunistas no tuvieron cabida en el nuevo régimen.
Previo a la revolución, los Estados Unidos de Jimmy Carter (1977-1981) brindaban su apoyo al shah y a su proyecto de modernización y laicización del país. Sin embargo el tablero geopolítico cambió de manera estrepitosa. Estados Unidos no tardó en retirar su patrocinio a Irán para depositarlo en un futuro enemigo: Sadam Husein. El presidente de Irak ahora contaba con la fuerza militar para iniciar un conflicto bélico (1980-1988) que cobró más de un millón de vidas.
Islamización de Irán
Uno de los precedentes históricos que abrió el paso a la islamización del otrora imperio persa sucedió casi dos mil años atrás, en el año 330. Me refiero a la sublevación de los griegos liderada por el macedonio Alejandro Magno, quien, a pesar de contar con una notable desventaja numérica, conquistó y puso fin al Imperio Persa, uno de los más temidos de la época.
Estos antecedentes, aunados a la decadencia de la religión zoroástrica y la muerte de Mahoma, dieron lugar a la conquista musulmana en el año 637 para instalar el islam chií en Irán, que prevalece hasta la fecha (más del 89 por ciento de la población iraní profesa el chiísmo).
¿Y la justicia social, apá?
“Libertad, independencia, justicia social”, clamaba el pueblo bajo el liderazgo de Jomeini, quien orquestaba la sublevación desde su exilio en Francia; mismo que aprovechó para mediatizar la revolución al ofrecer entrevistas a todo aquel medio de comunicación que se mostrara interesado en la causa. En aquellas entrevistas Jomeini se había pronunciado a favor del uso opcional del velo, las libertades políticas y sindicales, y la legalización el Partido Comunista (fuertemente castigado por el Shah). Hoy en día las voces que exigían un Irán progresista e igualitario pertenecen al olvido, a un trasfondo pocas veces asociado con la Revolución Islámica.
¿Cómo es el Irán posrevolucionario?
Irán está lleno de contradicciones. Por una parte, es el país de mayoría musulmana en el que existe el mayor registro de mujeres en las aulas universitarias (62%), mientras que, paralelamente, el país se rige por la sharía (ley islámica). Esto se ve reflejado en muchos aspectos. Por ejemplo, a la hora de pelear un testamento, las mujeres pueden recibir la mitad que la de sus hermanos; y hasta 2016, si una mujer moría en un accidente, la remuneración por su vida equivalía un cincuenta por ciento menos que la de un hombre.
Según arrojan las cifras de Amnistía Internacional, entre otras organizaciones, después de China, Irán es el país con el mayor número de ejecuciones a presos. La lapidación y los latigazos figuran en su código penal. Las relaciones homosexuales y el narcotráfico pueden acarrear la pena capital.
En 2011 se dieron las últimas protestas en Irán. Miles de partidarios de la oposición se solidarizaron con los levantamientos en Egipto y Túnez que dieron pie a la Primavera Árabe. Los manifestantes se reunieron en la Plaza Azadi de Teherán, aprovechando el zeitgeist del Medio Oriente. Sin embargo, la Guardia Republicana y otras extensiones de la ley sofocaron a la disidencia con gases lacrimógenos y cientos de detenciones.
Las dos caras de Irán
Las severas prohibiciones impuestas por la sharía lograron dividir al país en dos. Está el Irán de la vía pública y el Irán que vive a puerta cerrada. Mientras que en la calle todos obedecen la ley islámica al pie de la letra (con la excepción de las mujeres que protestan mostrando un poco de pelo debajo del velo), muchas casas se convierten en antros nocturnos. Quienes han sido testigos de estas fiestas dicen que poco tienen que pedirle a los afterhours de Nueva York o de Berlín. El underground iraní es una especie de revolución subcutánea que amenaza con brotar a la superficie en cualquier momento.
22 de octubre de 1979.
El shah se despide de México pasando su anillo de rubí por la ventanilla de su jet privado que viaja rumbo a Texas, para internar a Su Alteza en la base aérea estadounidense de Lackland. El médico de cabecera del monarca mide sus signos vitales mediante un estetoscopio. La esposa del última shah de Irán bebe un martini seco y observa el Golfo de México desde el extremo opuesto a su marido. “Esto no le va a gustar nada a Jomeini”, le confiesa a su médico.