La portentosa mujer que no sabía hablar
Si vieras a la que sin ti duerme en un jardín en ruinas en la memoria.
Allí yo, ebria de mil muertes, hablo de mí conmigo sólo por saber si es
verdad que estoy debajo de la hierba.
ALEJANDRA PIZARNIK
Debajo de la hierba nuestros nombres verdaderos clausurados
en la piedra del encono duermen ignorantes
de los significados que andan sin carcasa para defenderse.
Qué extrañeza es para los otros
el mirarnos deshechas rehechas nauseabundas reinas de burdeles
imaginarios de bosques imperiosos y habitaciones vacías
qué gracia les causa con qué conmiseración leen nuestras palabras
líquidas los cúmulos de atrocidades que no van ni vienen porque no
tienen nada que los mantenga fijos en una sola palabra. Si digo
retórica quiero decir engaño pero también que me equivoco y no
hay modo de organizar este big bang de ideas que no llegan a la
siguiente neurona.
Todo esto para decir que si vieras cómo de cuántas maneras
distintas ensayo la coherencia y esta prodigiosa manera de fracasar
soy yo
pero no podrás nombrarme no seré el ejemplo de tu caso clínico
la portentosa mujer que no sabía hablar
porque ¿recuerdas?
nuestros nombres están clausurados no hay nombres y tú estás
destinado a escuchar y al olvido
estás escuchándome no digo nada para qué decir
cuando cierres la página
la ausencia de puntos será la continuidad de tu vida