LA PARÁBOLA DEL FUTURO DE DON DELILLO

Titulo: Cero K
Autor: Don DeLillo
Editorial: Seix Barral
Lugar y Año: España, 2016
Aunque la revisión del pasado histórico, sin descuidar el «aquí y ahora» norteamericanos, predomina en las novelas de Don DeLillo, su reciente novela Cero K se ubica en un futuro cercano y en lo que parece una construcción distópica. La «nueva religión», la criogenia, guarda una promesa ya conocida: la resurrección, la vida después de la muerte. Sobre esta nueva etapa a la que está entrando la humanidad, Joshua Ferris ha dicho: «la vida eterna sólo se convertirá en un instrumento más de poder y fuente de sufrimiento humano», porque sólo los multimillonarios podrán poner sus cuerpos enfermos a dormir mientras llega la cura. En Cero K este «mesianismo filantrópico» enfrentará a una familia que representa, como sucede en las historias de DeLillo, la voz de lo americano, la confesión del miedo social.
Con su acostumbrada «desnuda seriedad oculta en un estilo», como ha dicho Richard Powers sobre DeLillo, la novela cuenta un suceso en la vida del multimillonario Ross Lockhart, de sesenta años, y su elegante y joven esposa, Artis Martineau que, situada en sus treinta, atraviesa las últimas etapas de una escleorsis múltiple y morirá pronto. Ross tiene una envidiable salud y, enfrentado a una suerte de escenario real del dilema de «¿quién morirá primero?» que aterrorizaba a la pareja protagonista de otra novela de DeLillo: Ruido de fondo, decide acompañar a su esposa a la muerte. No bajo un afán tanatológico, más bien pretende morir con ella. El narrador es Jeffrey, treinta y cuatro años, el hijo de Lockhart, quien visita las instalaciones del «Covergence», proyecto científico y comunidad con movimiento espiritual incluido que se ocupa del congelamiento criogénico. Está ahí para despedirse de su madrastra y encontrarse con el último y sorpresivo deseo de su padre: acudir con su esposa a la unidad «Cero K», a su vez purgatorio y patíbulo, destinada a acompañar a sus clientes hacia el «siguiente nivel».
Si bien sabemos que, en la realidad, en este momento hay ciento cuarenta y cuatro cuerpos conservados en nitrógeno líquido en Scottsdale, Arizona, en la Alcor Life Extension Foundation, DeLillo no hizo una investigación exhaustiva para esta novela y se nota. Hay una idea y el resto es imaginación y duda. De cualquier forma, parece decir DeLillo, el proceso es lo de menos y lo que importa son sus consecuencias en el espíritu humano. Las implicaciones filosóficas son la sed que impulsa a este autor. En definitiva, no es éste un acercamiento científico.
Don DeLillo ha sabido medir el tiempo histórico de Norteamérica. En cada novela, a través de un estilo «poético paranoico», consigue una suerte de «documental dramático» impresionante. En sus anteriores trabajos, las dudas existenciales de sus personajes tienen que ver con la expectativa, el futuro, es decir: con la muerte. Por eso, la suya es una literatura de la desilusión. Para evitar este miedo, los personajes de Don DeLillo buscan de manera compulsiva distintos sistemas de creencias (drogas, hobbies, rituales cotidianos) que los alejen de esa idea. «Todas las tramas avanzan hacia la muerte» dice en una de sus novelas emblemáticas, Ruido de fondo. Y ante eso, sólo queda el análisis del presente, la revisión del todos los canales subterráneos que los acontecimientos plantean.
Pero, a diferencia de lo que ocurre en otras novelas de DeLillo, en Cero K los personajes buscan conquistar la muerte a través de la sumisión a ella.
Así, aunque luego de un primer vistazo Cero K podría corresponder y continuar con esta lucha, se separa en uno de sus puntos más importantes. Esta nueva obra trata del miedo a la vida y de la imposibilidad de respuestas certeras. «Todas las puertas son las equivocadas», le dice un trabajador del complejo al narrador cuando toca una puerta y se disculpa.
Además de la curiosidad de la irrupción del «futuro» en esta novela, Cero K arriesga otra novedad: la muerte asistida en personas que no sufren una enfermedad terminal. No hay aún una designación para este acto. Así que «homicidio clínico» o «suicidio» son lo más parecido. Por amor, aunque quizá deberíamos ser valientes y decir: por miedo a la vida, Ross quiere que alguien lo mate civilizadamente.
La novela parece una larga parábola, tiene ese tono. DeLillo es un autor de frases. Paso a paso, con fragmentos que en sí mismos podrían ser versículos, va construyendo una atmósfera que tiene el don de lo etéreo. A pesar de sus conexiones reales, sus personajes son presencias. Ese afán sereno, con una intención poética, son la marca de la casa.
La crónica que hace DeLillo del modo de vida americano, aunque parecería seguir la tendencia del costumbrismo, pertenece más a una literatura de la abstracción, de la negación de lo real. Una novela gráfica podría describir más el tono de DeLillo, esa sintonía justo en medio de la realidad.
¿De qué tratan las novelas de DeLillo? Tratan de lo que nos sigue dando miedo a pesar de la religión, la ciencia y, sí, las artes. «¿Es la muerte más tolerable si el mundo muere contigo?», se ha preguntado la crítica Meghan Daum a raíz de esta novela. Nos aproximamos a ese enigma a través de las mismas preguntas que, continúa Daum, parecen definir a los personajes de DeLillo: ¿quién decide estas cosas? ¿Qué hay allá afuera? ¿Quién eres tú? A unos meses de cumplir ochenta años, Don DeLillo propone en Cero K otra cuestión: parece ser que lo que quitan la vida y la muerte son lo mismo.