La novela lírica de Martínez Sotomayor
Titulo: La rueca de aire
Autor: José Martínez Sotomayor
Editorial: UNAM / FONCA
Lugar y Año: México, 2012
Colección: Novelas en Campo Abierto
José Martínez Sotomayor tuvo una carrera más fructífera como funcionario público que como literato pues fue Procurador de Justicia del Distrito Federal, Secretario de Gobierno del D.F. y más tarde gobernador interino de Nayarit. Había nacido en Guadalajara el 25 de enero de 1895, donde empezó sus estudios en la Escuela de Leyes del Estado y que concluyó más tarde en la Universidad Nacional de México. Así, como consecuencia de su formación como abogado ocupó aquellos puestos políticos. Por fortuna, su carrera política no le impidió a Martínez Sotomayor tener una discreta pero decisiva incursión en la literatura con una novela y varios libros de cuentos.
Martínez Sotomayor publicó su novela lírica La rueca de aire en 1930, inmediatamente después de que aparecieran otras novelas líricas como Novela como nube (1926) de Gilberto Owen, Dama de corazones (1928) de Xavier Villaurrutia, Margarita de niebla (1927) de Jaime Torres Bodet y El joven (1928) de Salvador Novo. Todas ellas escritas bajo la influencia determinante de Proust, de quien hacía pocos años se había publicado En busca del tiempo perdido. Y como en esas noveletas, la anécdota de La rueca de aire es casi inexistente, pues más que el fondo (la historia) a los Contemporáneos les interesaba la forma (la escritura). Es por eso que no pocas veces a Martínez Sotomayor se le ha relacionado con esa tendencia literaria y con el grupo de Contemporáneos.
Dice Graham Greene que “para quienes empezaron a escribir a finales de los años veinte o a principios de los treinta, hay dos grandes influencias insoslayables: Proust y Freud, que son complementarios”. De allí que el inicio de La rueca de aire y de Dama de corazones, por ejemplo, recuerden mucho el principio de Por el camino de Swann. Sin embargo, no se puede hablar de influencias, más bien era algo que estaba en el aire, explica Juan Coronado, eran “confluencias, de similitudes en el gusto estético”: estaba ya en las nouvelles de los franceses: Paul Morand, Jean Giraudoux, y los españoles reunidos en torno de la Revista de Occidente: Benjamín Jarnés, Antonio Espina, Juan Chabás y Eugenio D’Ors. En ese sentido, dice Coronado, los Contemporáneos “nos otorgan el derecho de ser habitantes legítimos de la cultura que se está respirando en el universo”.
Si las nouvelles francesas y españolas nacieron como respuesta a la novela decimonónica, la novela lírica en México nació, a su vez, como respuesta a la Novela de la Revolución (en cierto sentido, nuestra novela realista) y además, con el tiempo, se volvió el antecedente directo para comprender la narrativa de Rulfo, Arreola y, más tarde, las primeras obras de Carlos Fuentes. Pues, como dice Coronado, “el poeta que escribe poesía no es más serio y trascendente que el que escribe prosa”.
Además de La rueca de aire, Martínez Sotomayor escribió algunas series de cuentos reunidos en libros como Lentitud (1933), Locura (1939), El reino azul (1952), El puente (1957), El semáforo (1963), La mina (1968) y Doña Perfecta Longines y otros cuentos (1973). En 1976 ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua con un discurso sobre el poeta colombiano Porfirio Barba Jacob, a quien había conocido en su juventud. Murió en la Ciudad de México el 18 de marzo de 1980.
La rueca de aire y otras novelas mexicanas de este periodo pueden encontrarse en la La novela corta, biblioteca virtual.