Tierra Adentro
Ilustración por Mariana Martínez

Vigilar, regular y castigar han sido las respuestas de los gobiernos ante cualquier desafío antropológico; en abril del 2020 llegó el momento para México de afrontar uno color verde: la legalización de la marihuana para uso personal; por eso nos acercamos a Nacho Lozano, periodista y autor de  Marihuana a la mexicana (2018) para comprender el conflicto constante entre prohibición y aprobación.

La hierba en nuestro país se remonta a tiempos coloniales y ha arrastrado la prohibición consigo. De acuerdo con Juan Pablo García Vallejo, en su libro El primer manifiesto pacheco (1985), fue Hernán Cortés quien ordenó cultivarla en México en 1530, pero el virrey Luis de Velasco limitó la actividad en 1550.

Hasta el 17 de febrero de 1940 apareció un decreto del expresidente Lázaro Cárdenas, quien legalizaba el uso medicinal de la marihuana; sin embargo, la despenalización terminó luego de seis meses debido a las restricciones de Estados Unidos.

Las siguientes décadas de la mota en México se definen por un discurso persecutorio para los usuarios, pues la sanción ameritaba el encarcelamiento para quien portara y comerciara el cannabis. Pese al estigma, el 4 de noviembre del 2015 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió seis amparos respecto al uso lúdico de la marihuana, y determinó que la prohibición atentaba contra “el derecho al libre desarrollo de la personalidad”.

Otro hecho ocurrido en el Senado de la República supuso un avance importante: el 4 de marzo del 2020 se avaló en lo general el dictamen de la regularización de la marihuana. De acuerdo con el documento, cualquier persona podrá consumir 28 gramos; no obstante de portar un gramaje mayor a 200, habrá una sanción de trabajo comunitario y multas en vez de 10 a 25 años de prisión, de acuerdo con la última propuesta de los Senadores.

Las organizaciones civiles han cuestionaron esta versión del dictamen. Al respecto, Nacho Lozano, retoma una crítica desde el enfoque del consumidor: “la regulación criminaliza a los usuarios, hay que comprenderlo en primer lugar; entendido esto, sabremos que muchos hombres y mujeres, sobre todo, fueron encarceladas por poseer un gramaje que no tenían o por ser obligadas a servir como “mulas” para el narcotráfico. Hay una serie de irregularidades terribles”.

La inconformidad también existe por parte de quienes usan el extracto de marihuana para disminuir el dolor de la artritis, detener el crecimiento del cáncer y reducir al “50%  la frecuencia de ciertas convulsiones en niños y adultos” con epilepsia; entre otras enfermedades. Las personas con este problema “son víctimas de la criminalización del uso de marihuana”, agrega Lozano.

“En lo particular –prosigue- me he dedicado a documentar el asunto y dialogar con quienes tienen más años que yo en esto; la pregunta que se hace es: ¿por qué limitar a 28 gramos como está considerado en el dictamen? No tendría que haber ningún límite; no lo hay para consumir Gansitos, y actualmente el azúcar es la droga más adictiva y causante de muertes en el país. ¿Por qué no te limitan el consumo de cigarros? Fumar mata, pero consumir marihuana no lo hace”.

En México la cultura del consumismo nos ha otorgado títulos a nivel mundial, en 2019 alcanzamos el puesto número uno en obesidad en adultos. Acorde a Lozano, en su artículo de opinión Regulación de la marihuana en México: cambiar para estar igual, en 2017 se registraron “120 muertes vinculadas con el consumo de drogas ilegales; 32 mil 79 decesos fueron por homicidios; 106 mil 525, por diabetes; 14 mil 176, por cirrosis; 22 mil 954, por enfermedades pulmonares”.

En esta entrevista, el autor menciona que lo anterior “se traduce a una hipocresía” ante la regularización de la hierba. “¿Qué es lo que queda? Ampararnos. La Suprema Corte de Justicia asentó un precedente que garantiza a cualquier ciudadano el derecho a desarrollar la personalidad, pese a lo que se publique en el diario oficial de la federación”.

En ese sentido parece ser que las sociedades modernas se enamoran de los ideales progresistas que persiguen, y en este romance desdeñan las prácticas conservadoras de siglos anteriores o ignoran el valor de la libertad del individuo frente al surgimiento de los Estados, uno de los principales malestares en la cultura.

En el vaivén de pensamientos, la humanidad ha presenciado personajes históricos cuyos aportes fueron puntos de inflexión para su respectivo campo de estudios; de la moral, defensores; de la teoría política, precursores, pero ninguno logró satisfacer las necesidades de una civilización avanzada.

El tema concitó diversos debates como el protagonizado por los filósofos Noam Chomsky y Michel Foucault en 1971. Este último, con una mente excepcional para explicar las relaciones de poder en los sistemas sociales, se declaró “incapaz” de estructurar una definición de justicia aplicable a cualquier época ya que todo es contextual, también expone que las autoridades son arbitrarias; por otro lado, Chomsky asegura que hay precedentes de cómo debería ser un sociedad tecnológica. La esencia de esta discusión nos recuerda que existen formas legítimas para desarrollar libremente la personalidad, en nuestro caso, con la elección de consumir o no cannabis.

Instituto Mexicano del Cannabis, el agente de control

A pesar de las constantes discusiones y la aparente falta de determinación respecto al tema; el dictamen prevé la creación del Instituto Mexicano del Cannabis, el cual se encargará de regular, comerciar, cosechar, producir, almacenar, consumir y vender marihuana; de igual forma será el responsable de emitir las licencias necesarias para la importación y exportación que las empresas deberán respetar.

Lozano aclara que la conformación del instituto responde a la legalidad del proceso: “El poder legislativo establece las leyes; el judicial revisa que lo creado no viole otra legislación, y el Instituto del Cannabis ejecutará lo que mandató el poder legislativo. Aquí lo importante es que el derecho a desarrollar libremente la personalidad ampara todas la actividades, salvo el daño a terceros o su comercialización”.

El reto al que el instituto se enfrentará es multilateral. “Lo que deberían hacer esta clase de entes ejecutivos es garantizar que el producto tenga la calidad suficiente para llegar al consumidor, que haya una verificación científica capaz de avalar la salud e integridad del usuario. El instituto debe despojarse de mitos, prejuicios y vestimenta moralina que comprometa el libre desarrollo de la personalidad de los individuos”, sugiere Lozano.

Aunque el Instituto Mexicano del Cannabis parezca un organismo de control pertinente para afrontar el futuro, aún falta esclarecer uno de los puntos que el Senado aprobó en lo general: el uso personal de 28 gramos.

Estamos ante un largo camino y la decisión de la cámara alta es la antesala de un proceso arduo. “El proceso legislativo –explica Lozano- es una discusión en comisiones, y el hecho de que el Senado haya aprobado portar 28 gramos no significa que ya sea permisible. Después de que pase esto en el Senado, que va a ocurrir, y se aprueben algunos puntos del dictamen, pasará a la Cámara de Diputados para volverse a discutir, luego deberá ser aprobado en el Senado. Si toca reformas federales como de seguridad o salud, se tiene que consultar a los congresos de los estados para que la mitad más uno (17 congresos) avale lo que las dos Cámaras resolvieron”.

Si bien el fallo sobre la legalización de la hierba fue interpretada como una decisión “tibia”, Lozano advierte que “podría implicar la liberación para muchas personas encarceladas por delitos menores, relacionados con el consumo de la marihuana”; pero en una valoración crítica con los objetivos que el dictamen persigue, el autor considera que “una buena regulación no limita las libertades de sus ciudadanos”.

 

La mano empresarial y el oportunismo

Las críticas respecto a la ventaja para el sector privado se formularon pocos días después la de decisión en el Senado. El hecho de que las “semillas certificadas” sean inasequibles en México, beneficia a la importación por parte de las industrias extranjeras.

Este problema podría desatar consecuencias negativas para los usuarios. Lozano afirma que “el dictamen vulnera el derecho a la salud, a la vida y la seguridad pública. Lo que se señala es que hay una serie de intereses de empresas transnacionales y farmacéuticas, pues como poderes fácticos han influido en legisladores de muchos partidos políticos”.

Por desgracia, lo anterior es una adicción con reincidencia frecuente. “Desafortunadamente –continúa Lozano- es parte de las prácticas de la clase política legislativa porque cumplen su función no como ciudadanos, lo hacen sin las víctimas, sin la evidencia científica ni la experiencia de otros países respecto a la regulación de la marihuana; en cambio, legislan con la mano de los intereses económicos, los prejuicios y mentiras”.

Para el periodista es claro lo que pasaría si se deja el bienestar de las personas a merced de las empresas transnacionales. “México tiene que estar a la altura de las circunstancias, es el socio comercial de E.U. y Canadá, los tres países forman el tratado de libre comercio llamado T-MEC, en vías de ratificación. Canadá ya reguló a nivel federal el consumo de la hierba; E.U lo hizo de forma local, para fines personales y médicos”.

Ante la urgencia de una jurisdicción adecuada en un mercado globalizado, el autor arroja una observación para el sistema legal de nuestro país, “una vez que cruzas la frontera norte, no existe una legislación, lo único que tiene son desaparecidos, impunidad, violencia y la experiencia de otros países aislada”.

Son muchas la preguntas que asoman a en el horizonte. Tras la aprobación del dictamen final, ¿los consumidores irán a las farmacias por su cannabis o seguirán comprando con el dealer?, ¿las prácticas cambiarán de un día a otro solo porque una ley lo diga? “No estoy seguro –responde Lozano. Si este documento avanza y las empresas hacen su voluntad, llegaremos a lo de siempre: los jodidos seguirán igual; mientras los poderosos se enriquecerán más”.

¿Es posible determinar si existe el interés por garantizar el bienestar de quienes cultivan en condiciones de vulnerabilidad? El autor exhorta a que “se debería voltear a los campos donde son esclavizadas cientos de familias por el crimen organizado, en el fondo no hay una intención de protegerlos; en cambio existe es una entrega del mercado a una infraestructura económica amigable con el poder político, para obtener una certidumbre legal con la cual controlar las actividades alrededor de la marihuana”.

Existe un vía, pero por sí misma resulta inadmisible para la iniciativa privada. “Habrá que invitar a los científicos, escuchar a todas las voces posibles para evitar críticas sobre los intereses de empresas transnacionales. Lo demás tiene que ver con la impunidad y el crimen organizado con sus costumbres corruptas”.

 

El camino sin víctimas

El presidente de la Comisión de Justicia, Julio Ramón Menchaca Salazar consideró que la regulación del cultivo de la marihuana “le arrebata al crimen organizado esta actividad y le permitirá a nuestro país transitar por un mejor camino”.

La opinión pública ha retomado una tesis similar al hablar de las vidas que podrían salvarse gracias a la legalización del cannabis y su comercio, pero Lozano reflexiona sobre la verdadera naturaleza de los grupos delictivos:

“Si imaginamos al crimen organizado como un hombre con pasamontañas, vestido de negro, armado, con muchas joyas en las manos y en una camioneta, sería una visión sesgada. El crimen organizado está en la política, en los gobiernos y legislaturas, incluso en las marcas transnacionales”.

Un sistema de funcionamiento social requiere de representantes competentes para impartir justicia, es en este nivel donde Lozano identifica más obstáculos. “de nada sirve que tengamos mil 428 leyes si nadie las respeta, si el crimen organizado permea todas las capas en México. Los grupos delictivos son poderosos porque se amparan en quienes no hacen cumplir la constitución”.

En cuanto al golpe económico que se supone recibirá el crimen organizado, el autor admite que “es difícil saberlo, pues algunos especialistas estiman que el negocio de la marihuana representa entre el 7 y 9% de sus ganancias locales, lo cual es mínimo ante el comercio de otras drogas ilegales. Sin embargo, quienes han sido afectados por el comercio ilícito, consideran que la regularización ayudará en algo”.

Las naciones tienen un destino, y sortear el de nuestro país será difícil si se ignoran las voces de quienes sufren por los que intentan vedar la libertad de los individuos. Por ahora, una solución enfocada en los derechos humanos parece lejana, el 17 abril el SCJN concedió una prórroga hasta el 15 de diciembre para que el Congreso de la Unión discuta la legalización de la marihuana.

“Veamos qué se publica en el diario oficial de la federación –finaliza el autor-, yo no noto ningún interés de clase política por los consumidores del país. Tampoco se ha publicado un reglamento porque siempre se trata de eludir la encomienda constitucional: respetar los otros derechos. Espero que hagan una legislación con base al amparo de la Suprema Corte de Justicia, un dictamen hecho con activistas, víctimas y consumidores de distintas regiones del país.”

En diciembre las voces de los activistas, científicos y víctimas del prohibicionismo encontrarán otra oportunidad para ser escuchados y superar la melodía comercial que embelesó a la clase política en este dictamen. La regularización será un paso hacia la dirección correcta o se convertirá en una ilusión progresista, pensada para pretender que los derechos y la libertad del país están garantizadas.