La cascarita
A Salomé Ricalde,
por la geografía de su memoria.
PERSONAJES
CAGÓN
FLACA
BELÉN
PELOS
STANLEY
COREANO
TWINKIE
CASCARITA
1
Ahora
TWINKIE: La mañana que supimos que habían matado a Cascarita, nos fugamos de la escuela. No es que no lo hiciéramos a menudo para irnos a jugar algún partido o por el sencillo gusto que nos daba no estar donde debíamos. Pero ese día, quizá ese y solo ese, fue el único en el que realmente valió la pena dejar la cancha. La barda perimetral de la escuela tenía un pequeño problema de seguridad; es decir, un agujero enorme, como preludio de una guerra imaginaria de la que todos recordamos historias. En seguida fuimos a la calle, como nuestras madres solían denominar a cualquier espacio donde jugáramos al futbol: “de la calle no te mueves” grita mi mamá, aunque yo me encuentre en la tienda, en el pasamanos o sobre el almendro que da a la puerta de mi casa. Cuando llegué donde estaba Cascarita, Cagón ya estaba ahí. Cagón era de esos chamacos que se la viven en la calle con una pelota prestada retumbando de una rodilla a otra. También iba a la escuela, aunque no a menudo, y siempre en el mismo grado, pero ese día no estaba en su asiento del fondo como acostumbraba, ni en la cancha de futbol que da a un lado del monte.
CAGÓN: Sí es él, sí lo vi. Le vi la mano como esquivando el aire, como solía hacerlo en los partidos. Debiste haber estado, Twinkie. Nunca había visto a un muerto dentro de una bolsa negra. Lo vi todo. Antes de que lo embolsaran tenía la mano extendida llena de dedos muertos. Y no lo vas a creer, pero alcancé a ver su dedo índice moverse hacia mí, como tratando de decirme algo sin usar la boca, sin usar la voz, en completo silencio estéril, pero no entendí qué era.
TWINKIE: Cuando llegué ya lo estaban subiendo a la camioneta de la SEMEFO y cuando se fueron solo dejaron un charco de sangre con el grafiti que dibujó el contorno del cuerpo de Cascarita. Flaca, Belén, Stanley, Pelos y Coreano llegaron después, eran mis amigos y esos eran los nombres que se les dieron como recuerdo de una gloria pasada, un chiste, una caída torpe, un programa de televisión. En ese tiempo no gastábamos memoria aprendiendo nombres, los nombres son para los viejos. Mi padre viajaba mucho, por así decirlo, y siempre me mandaba regalos por paquetería. En ese entonces me había mandado una bicicleta de aluminio rodada 26. La recuerdo bien, era roja con negro y le nacían llamas feroces a los costados, aunque ese no era precisamente mi estilo. Tú me entiendes, ¿no? Como sea, la mía era la más veloz de todas, a pesar de que la silla era demasiado alta como para sentarme en mella y apenas podía alcanzar los pedales. Aun así, llegué primero, bueno, después de Cagón. Ese día pedaleé como nunca. ¿Qué se hace al ver un muerto? Flaca me tapó los ojos, con sus escuetos dedos blancos de bruja, pero no fue suficiente. La imagen ya estaba ahí. Ella era una especie de jefa de grupo, de manzana, de barrio, gurú, vocera, secretaria, tesorera, era de todo. Acordonaron el área con esa cinta amarilla que dice en letras negras “no pasar” y se fueron para la chingada. Nunca los volvimos a ver. Ni a los forenses, ni a los peritos, ni a los judiciales que siempre llegaban en parvadas de camionetas negras. Nada volvió a ser igual después de ese día. Creo que porque todos decidimos olvidarlo, o porque no duró más que la pintura blanca que dejan los muertos sobre la carretera. Volvimos a nuestras vidas, pero sin futbol. Como si hubiera vida sin eso.
2
Antes
Un balón de caucho viejo, como las paredes de las casas que se enfilan a los lados de una calle sin número, rebota de un lado a otro por una cancha donde la maleza marca los límites del campo. Aunque no existan líneas divisorias ni medidas exactas, los jugadores siguen las reglas de un partido profesional, con saques de meta, faltas, penalizaciones. Hasta que cae un gol.
COREANO: Gooooool. Ganamos. Ganamos. Ganamos.
Coreano barre la cancha y todos aplauden enloquecidos por su primer gol de chilena. La muchedumbre no se lo puede creer. Una victoria para el equipo, es una victoria para Santiago Mataindios, es una victoria para el mundo.
CAGÓN: No mames, no mames, no mames, me duele. Es falta.
BELÉN: Falta mis güevos, entró limpiecita, ¿qué no viste? No sé para qué escoges al pinche Stanley de portero, ni siquiera puede caminar en línea recta sobre las banquetas porque se cae.
CAGÓN: Tú cállate, Belén, que ni güevos tienes.
BELÉN: Pues sea lo que sea que tenga, te aseguro que son más grandes que los tuyos.
Los demás jugadores merodean alrededor, azuzando el conflicto a la espera de una resolución que prolongue el juego, aunque lleven horas jugando y nadie anote ya la cuenta de los goles.
CAGÓN: Es penal, pinche Pelos. Me empujaste y me jodiste la rodilla.
PELOS: Yo no te hice nada, Cagón.
STANLEY: ¿Te lastimaste, Cagón? Yo te curo. A ver, denle espacio, necesita respirar. Una camilla, una camilla. A ver, Pelos, levántalo porque tú lo jodiste.
PELOS: Pero yo no quise.
FLACA: No les creas, Pelos.
CAGÓN: Me duele, chingados.
STANLEY: No lo muevas así. Solo déjalo como estaba.
TWINKIE: Corrí lo más rápido que pude, ¿qué pasó?
CAGÓN: Pinche Twinkie, mejor te hubieras quedado en la banca, aquí no sirves para nada.
BELÉN: No seas así, Cagón. Twinkie solo quiere ayudar.
FLACA: No mamen, no se pongan así de gandallas, no se vale. Ni le pasó nada. Ya están más lloronas que la María Belén.
BELÉN: ¿Yo qué te dije, Flaca?
FLACA: No tú, pendeja, la de la novela.
BELÉN: Pues explícate.
FLACA: No mames, Cagón, siempre te hacen falta. Yo ya no te creo nada. Acéptenlo, ganamos, ¿verdad, Twinkie?
TWINKIE: Sí, Flaca, entró limpiecita.
CAGÓN: A callarse, chingados. No contó y punto. Nos vamos a penales.
BELÉN: Nada de penales, ya ganamos.
COREANO: ¿Por qué no jugamos al gol gana y ya? El equipo que meta gol primero, gana.
STANLEY: Esperaba que dijeras eso, Coreano.
BELÉN: Cállate, Coreano. Tú eres de nuestro equipo. Además fue tu gol, chingados.
PELOS: Sí, cállate, Coreano. No se vale. Ya habíamos ganado.
CAGÓN: Estoy de acuerdo con Coreano y Stanley. Creo que eso arreglaría la situación. A ver, ayúdenme a levantarme.
TODOS hacen bulla.
BELÉN: Ganamos y punto. Además, ya se está haciendo tarde. Ya es de noche.
CAGÓN: ¿A qué le tienes miedo, Belén? ¿A que no esté caliente tu cena cuando vuelvas a casa?
BELÉN: Jódete, Cagón. Tú ni papá tienes. Mañana hay que ir a la escuela. Me largo. Vamos, Flaca. Twinkie, dame el balón.
CASCARITA (suena su silbato): ¿Qué pasó aquí?
BELÉN: ¿Pues qué no ves? Ni para réferi sirves, Cascarita. Ya párale a la mona un rato, ¿no? Nos vemos mañana, ya nos vamos.
FLACA: Cascarita (le muestra sus codos con las vendas caídas), ¿me ayudas con mis vendas?
CASCARITA (le venda los codos): Qué buen golazo, Flaca.
FLACA (mira a los demás jugadores): Me la pelan.
BELÉN: Flaca, apúrate. Ese no es tú papá.
BELÉN sale de primero con el balón y FLACA se acongoja detrás de ella. Es claro que piensa en su padre.
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