Irrepetible Daniel Johnston
Cuando seamos viejos
no tendremos una casa
tampoco auto
ni la ligereza de la muerte
Pero no estés triste
estarán los amigos
y los discos de Daniel Johnston
Habrá animales cerca
que nos alegrarán
cuando estemos abatidos
También muchos libros
que sólo leeremos a la mitad
Y lo más importante
estarán nuestros cuerpos
tecnológicos y profundos
como cráteres expectantes
con fuerza para regar las plantas
sembrar verduras
y abrazarnos cuando haga frío
Primo Svevo
Hoy que Daniel Johnston está sonando en los audífonos, en los coches y en las casas a oscuras, no nos lamentemos por el genio, ni por lo desolada que se siente la humanidad; hoy que se está reproduciendo en hoteles y restaurantes de lujo, bailemos por el triunfo de la locura, porque tal vez eso es lo único que nos salvará de las grandes compañías disqueras y nos elevará con la música de los ángeles hasta desaparecer en un fondo negro.
De cualquier forma las lágrimas en este momento son estúpidas, diría Daniel aclamando al Señor, pero en esta resignación y desesperanza también hay que apreciar y asimilar a la soledad mental, tormento donde yace el eslabón humano, muestra intangible de cómo funciona la extraña belleza de la genialidad.
Maldita sea, Daniel, el mundo era más fácil contigo aquí existiendo, hacía que todo fuera un poquito más comprensible, un consuelo nostálgico y oscuro, sin embargo la ausencia que predicabas era la de los finales desoladores con esperanza, donde con llanto y melancolía uno se desgarra de nuevo y parece que todo se pondrá mejor.
Con fantasmas amistosos, refrescos, música, demonios, clickbait y salvación, hoy se termina una época para la música, el último héroe de los inadaptados se va triunfante y magnífico, como siempre lo fue.
Hoy que Daniel Johnston está sonando en las oficinas, el metro, los oxxos, la selva, los bosques y las cimas de las montañas, subamos el volumen, abramos los libros y repasemos la lección, porque esto no se va a repetir jamás.