Tierra Adentro

La introducción de la fotografía a las galerías ha permitido observar cómo es que los artistas hacen uso de este medio para expresar una serie de ideas con respecto a un tema en específico. También responde a su búsqueda por difundir su obra (con ello su forma de entender y de apropiarse del mundo), para posicionarla en el mercado del arte y abrirse lugar dentro del mundo artístico- cultural. La interpretación que el público hace de la obra de un fotógrafo queda a cargo de éste en su función de artista y del equipo que conforma la galería en la que se expone. Ésta, al igual que un museo, tiene como función enseñar y educar el ojo del público a través del discurso que sustenta cada exposición. De ser así, ¿qué lugar ocupa la lectura de una imagen en función de la recepción emotiva que cause a primera vista? ¿Es necesario que los expertos en arte y los artistas guíen la interpretación del espectador al plantarse de cara a la obra?

La fotografía, menciona Serge Tisseron, antes de ser una imagen es una forma de participación empática con el mundo. Es decir, el fotógrafo —más que fijar y eternizar el mundo— se encarga de ir con él en una especie de acompañamiento a modo de testigo. Tisseron también afirma que aquel que piensa que la fotografía es un objeto a «descifrar» no puede más que sentirse irremediablemente excluido por la distancia que se crea entre la fotografía y el observador,[1] pensando sobre todo en la brecha ideológica que existe entre ambos. Se trata de una exclusión a nivel discursivo, una cuestión comunicativa, ya que los modos de apropiación de la fotografía serán distintos en función de cómo el espectador observa la obra, puede ser desde una experiencia sensible o desde una experiencia más bien intelectual y analítica. Para estos últimos será indispensable la mediación de un experto que guie la interpretación del discurso que hay detrás de las fotografías de autor. El discurso que los expertos generen, moldea y limita las apropiaciones del público, pero a su vez permite crear un diálogo más directo entre el fotógrafo, la obra y el espectador.

Muchas veces los fotógrafos-artistas mencionan que el público debe interpretar su obra de manera libre, teniendo en mente la idea de que la imagen por sí misma es un mensaje que puede tener varias lecturas. Incluso dejan de lado la idea de que su obra deba ser explicada con un texto curatorial, o con un título que acompañe sus imágenes de manera individual o en una serie. Sin embargo, me parece que esto genera espectadores pasivos, en el sentido de que no dialogan con el autor a través de las fotografías. Sin una explicación que establezca un puente a nivel conceptual entre el artista y el espectador, la obra queda reducida a su recepción a través de la experiencia emotiva.

Las imágenes pueden necesitar de una o de varias voces. «La imagen no es nada por fuera de su lectura y no existe la mirada naif. […] toda imagen fotográfica propuesta por un fotógrafo es una reconstrucción de lo real, y esta misma imagen vista por un espectador ya es otra imagen».[2] Las fotografías dicen lo que el fotógrafo quiso decir de la forma en la que pretendió que el espectador lo entendiera, para generar otra interpretación para el espectador, además de la subjetiva. «El análisis de toda imagen puede entonces desplegarse en dos direcciones complementarias: hacia su producción, de un lado, y hacia sus efectos, del otro».[3] Así, la fotografía puede establecer un dialogo en el que el fotógrafo y el espectador forman parte activa de la conversación (aunque esto signifique que exista cierta normalización de la lectura).

Un artista que usa la fotografía para crear arte debe tener en mente la recepción que tendrá su obra. Un claro ejemplo de ello fueron los retratos que realizara el fotógrafo alemán Thomas Ruff entre 1981 y 1985 para su proyecto Portraits. Un año después de que finalizara el proyecto, Ruff comenzó a experimentar con fotografías en gran formato, creando cierta conciencia entre los espectadores de que lo que miraban no era un fragmento de realidad, sino una fotografía. Ruff comenta lo siguiente sobre su experiencia en el cambio que hubo en la recepción de su obra gracias al cambio de formato:

La gente señalaba las fotografías diciendo «esa es una buena foto de Peter. Oh, ese es Heinz. Ese es Pier», y siempre tenía que decirles: «No, ese no es Peter, ese no es Heinz, ese no es Pier. Esa es una fotografía de ellos». Me di cuenta de que la gente mira a través de la fotografía y no entendía que estaba viendo una fotografía […]. Ignoran el medio […]. No fue exactamente por eso, pero en 1986 decidí hacer los retratos muy grandes y eso ayudó mucho porque ya la gente no decía «ah, ese es Peter», sino que decía «ah, esa es una fotografía grande de Peter». Así que fue la primera vez que se dieron cuenta de que estaban viendo una fotografía.[4]

Se puede observar cómo la recepción de la obra por parte del público va a estar influida por el trabajo del fotógrafo, de los museógrafos y curadores que se encarguen de concebir la exposición dentro de la galería. La fotografía y el sentido discursivo del fotógrafo, al ser un medio por el cual se conciben proyectos de arte, es inherente del discurso museístico, que en palabras del crítico de fotografía Joan Fontcuberta, disciplina y entretiene al público participando activamente en la transmisión de ideologías dominantes.[5] A pesar del trabajo de curaduría en mancuerna con la obra del fotógrafo-artista, la transmisión-recepción de ideas no puede ser controlada completamente, y las reacciones emocionales y psicológicas que se desprendan de la lectura de cada espectador favorecerán la apropiación y la lectura más variada y rica de las imágenes.

 

 


[1] Serge Tisseron, “Los imaginarios de la fotografía”, Trad. Rodrigo Zúñiga, en Le mystere de la chambre claire. Photographie et inconscient, pág. 9.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Lisa Blackmore, conferencia “La fotografía contemporánea como discurso artístico”.

[5]> Joan Fontcuberta en entrevista con Paula Achiaga para El cultural http://www.elcultural.com/noticias/arte/Joan-Fontcuberta-Hacen-falta-nacimientos-y-muertes-tambien-en-la-fotografia/7415