Felguérez, el democratizador del arte abstracto.
Felguérez es artista dentro de las ligas mayores, como lo describió Francisco Icaza hace once años, “dentro de la pintura mexicana, él tiene un sitio muy merecido como un pintor de primer nivel”[1]. Manuel Felguérez lucho constantemente para regar semillas del arte abstracto en México tanto en su faceta como docente investigador, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas y en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México; así como gestionar el primer museo dedicado al arte abstracto en México, que vio la luz el 4 de diciembre de 1998[2], es el museo más grande de arte abstracto en Latinoamérica y el segundo a nivel mundial.
El Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, (MAAMF), se encuentra la ciudad de Zacatecas, estado que vio nacer al rupturista. En él, el espectador puede apreciar el progreso del arte abstracto mexicano, deleitarse con obras de más de 170 artistas de arte abstracto, y caminar entre más de 800 piezas que van desde la pintura, escultura, grabado y objetos personales del artista, siendo así una experiencia democratizadora del arte; puesto que gestionar un museo público de esa magnitud -en provincia-, es un gesto de solidaridad y democracia en pro del arte, tanto para los creadores y para el espectador.
Felguérez fue un demócrata, un luchador e idealista, rompió estigmas establecidos dentro del arte nacional, muy arraigados por la tradición de los muralistas y de la Escuela Mexicana de Pintura. Era un joven permanente, como lo describe Enrique Franco en Las posibilidades de la inteligencia: imagen de Manuel Felguérez, “quizá no nos dimos cuenta, pero de un momento a otro la juventud en la época de Manuel Felguérez se volvió un estado permanente”[3].
Eso hizo que Felguérez descubriera y asumiera una nueva postura crítica frente a la afamada Escuela Mexicana de Pintura, abriendo nuevos paradigmas y descubriendo nuevas formas dentro de la geometría y abstracción. Un gesto auténtico dentro de las artes visuales en México que conjunto a muchos artistas, y de lo que más tarde, teóricos, críticos e historiadores del arte llamarían La Ruptura; como lo declaró Juan García Ponce “cada artista estaba en busca de un nuevo orden. Cada uno era visto como una isla unida a las demás por la corriente común del mar de la pintura en el que existe”[4]. Felguérez en varias ocasiones declaró, “nuestra intención era la autenticidad, teníamos que crear un estilo propio”. Crear esos nuevos signos, ser originales, auténticos y terminar con una tradición impuesta, hizo que La Ruptura, se consolidara como una nueva expresión en nuestro país, a partir de la década de los sesenta.
Quizás vimos esta Ruptura propiamente en el Movimiento Estudiantil de 1968, como lo cuenta Felguérez en su crónica Esfumado, “Empecé como espectador y simpatizante. Muy pronto fui llamado para formar parte del Comité del Intelectuales, Artistas y Escritores”[5]; el Movimiento, también se convirtió en un parteaguas para las expresiones artísticas revolucionarias de la época en nuestro país:
Buscábamos ideas para realizar diferentes actividades en el campus. Para los universitarios en huelga todos los días eran como un domingo y Ciudad Universitaria un lugar de creación y estímulo constante: los poetas recitan sus poemas, los escritores leían párrafos, por supuesto los músicos se la pasaban tocando cualquier instrumento que apareciera, y nosotros los pintores teníamos que hacer algo. [6]
Francisco Icaza relata como Felguérez y él, estuvieron dentro del Movimiento, solidarios con los estudiantes y los ideales de renovación libertaria y democrática que se gestaban en el Movimiento Estudiantil de 1968:
Cuando se vino el movimiento del 68… Manuel y yo nos juntamos para apoyar el movimiento y nos metimos de lleno. Hicimos conexión con todo en el Facultad de Filosofía y Letras. Las primeras comisiones que tuvimos fue adiestrar a los estudiantes para que cuando tomaran camiones y los llevaran a CU no arriesgaran sus vidas, que lo hicieran con cuidado, que fueran menos agresivos. [7]
Con esto nació la idea de pintar un mural, en unas láminas gigantes que se encontraban tapando una escultura vandalizada del presidente Miguel Alemán en CU, que más tarde sería bautizado como Mural Efímero[8], la idea de dicho mural era libre, como el gesto abstracto de Felguérez y de los llamados Rupturistas, desgarrando el dogma establecido décadas anteriores en la plástica mexicana. Como lo cuenta el mismo artista, “cada quien pintaba en el lugar que quisiera junto a otro o arriba o abajo”[9]. El mural efímero, fue un símbolo de solidaridad y resistencia democrática, como lo expresó Raquel Tibol:
Un grupo de pintores demostraron su solidaridad con el Movimiento Estudiantil por medio de un mural improvisado y colectivo que fueron pintando durante varios domingos en los festivales populares que organizaba el CNH, en la explanada de la UNAM, sobre láminas acanaladas de zinc que cubrían las ruinas del monumento a Miguel Alemán.[10]
Cuando el Ejército entró a Ciudad Universitaria, se llevaron las láminas donde se plasmó aquel mural de colores rígidos y trazos enérgicos, descrito por Raquel Tibol, “en la pintura predominaban los trazos y colores de fuerte expresión.”[11] Como los valores del Movimiento Estudiantil y quizá como la seriedad profesional artística de Manuel Felguérez, que Icaza relata:
Él afirma que pinta diariamente, que nunca ha dejado de pintar; yo siempre lo he cuestionado: ¿Qué es más importante, la vida o la pintura? Yo presumo de haber vivido más la vida, soy más vital. El no, él es muy serio, yo soy más vacilador.[12]
Puedo afirmar que Felguérez también era un hombre entusiasta, era tan libre que a los 19 años de edad viajaba de mochila al hombro por Europa, primero como scout junto a Jorge Ibargüengoitia en un Jamboree realizado en Francia en 1948. Después de la reunión mundial de scouts, Jorge y Felguérez recorrieron algunas ciudades de Europa y llegaron a Bélgica, pidieron acampar en la embajada mexicana donde el padre de Icaza era embajador: “Llegué a la embajada y mi padre me recibió con la noticia de que ahí estaban unos amigos que venían de México y habían pedido permiso para acampar en el jardín de la embajada. Eran Manuel y Jorge. Me dio mucha alegría verlos”.[13]
Manuel Felguérez, tenía una genialidad inigualable, las agallas suficientes para presentarse en una embajada y pedir permiso de acampar, cuando aún no tenía un renombre pero sí perspicacia e inteligencia suficiente, que años más tarde veríamos plasmada en su gesto abstracto geométrico y después en el abstraccionismo lírico.
Fue un hombre recio en todos los sentidos, el valor que mostró desde joven lo acompaño el resto de su vida. En 1968 cuando el Movimiento estaba librando una batalla campal entre el autoritarismo gubernamental y la libertad democrática, tanto en lo político, social, cultural y artístico, Felguérez se manifestó sin titubeos a favor de la libertad, descolgando pinturas que tenía junto con Francisco Icaza en el Museo de Arte Moderno, “entonces Manuel y yo nos volvimos muy solidarios, tanto, que fuimos a descolgar unas obras que teníamos en el Museo de Arte Moderno en señal de protesta”. [14]
En 1979 Felguérez dio muestra, nuevamente, de ese arrojo democratizador, renunciando a la directiva de la Agrupación de Artistas Unidos para la Promoción del Comercio Exterior de la Plástica Mexicana, porque la misión de dicha Agrupación no era, poner el arte en un sentido público, sino que se reducía a que el arte estuviera solamente al servicio de las clases poderosas, Felguérez declaró en esa ocasión:
Tiene que ver concretamente con el reciente Congreso Nacional de Artistas Plásticos, en que en el documento final o la conclusión, a que llegamos, después de tres días de deliberaciones es <<poner el arte a la calle>>, es decir esta palabra de poner el arte a la calle, quiere decir darle un sentido público al arte… Es hacer que nuestro esfuerzo como artistas no se reduzca a las pocas gentes con capacidad económica de adquirir nuestra obra, sino que podamos hacer del arte un servicio social, es decir, que hagamos un arte, que esté en contacto con el público, a través del arte, digamos, monumental, del arte urbano, en fin, todo este tipo de cosas. Entonces esta idea de llegar hacer un arte, de servicio, de servicio al público, es contradictorio, con los fines que perseguía o persigue, los Artistas Unidos para la Promoción del Comercio Exterior. ¿Por qué?, porque es decir, cuando se quiere, exportar algo, es decir lo que exporte el Instituto es mercancía, entonces el arte, se ha reducido como una mercancía más, que dependerá de la oferta y de la demanda, de la promoción que se le haga en el exterior para su venta.[15]
Tuve la fortuna de conocer al maestro Manuel Felguérez los últimos años de su vida, porque realicé mi servicio social en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, donde se me encomendó documentar su Línea de vida, como proyecto museológico; así, como ser parte de la organización de los festejos del 90 Aniversario de vida. Al maestro le encantaba platicar de arte, con quién sea y donde fuera.
Cuando llegaba a su natal Zacatecas, caminaba por el centro histórico de la ciudad, siempre del brazo de Mercedes y su bastón en mano. Si un ciudadano lo reconocía, él saludaba alegremente y abrazaba al individuo como si lo conociera desde hace años. Sabía posar para cualquier foto, puedo asegurar que se fascinaba con los disparos de la cámara, y en tiempos contemporáneos, con el clic de la cámara del celular.
Recuerdo cómo amaba a su Museo, caminaba, observaba para luego dar órdenes, si había algún desperfecto. Era amable con toda la gente, en especial con los trabajadores del MAAMF, desde el personal de intendencia, custodios, administrativos, directivos e investigadores; se interesaba por ellos, los conocía de nombre y sabía perfectamente la función de cada uno, muchas veces sabía hasta la vida íntima de los trabajadores.
Los mejores recuerdos que tengo presentes son dos, el primero fue el día de su cumpleaños número 90 (12 de diciembre de 2018), en la ciudad de Zacatecas, yo estaba en funciones en el MAAMF, entonces llegó del brazo de Mercedes a un ciclo de conferencias que se impartía para conmemorar sus 90 años de vida; al finalizar, me tomó del brazo y me dijo: “quiero invitarte a un cena privada que me harán algunos amigos artistas, en unas horas más”, en ese momento Mercedes Oteyza me dijo, “si mija, ven con nosotros”, por supuesto no me negué, llegue del brazo de Mercedes. Ya en la cena escuché de propia voz de Felguérez su frase célebre “yo no vendo arte, yo vendo placer”. Entendí en ese momento, la declaración en varias entrevistas sobre su oficio:
La búsqueda de la belleza se da con el intelecto pero también con el sentimiento. Buscas el placer estético. El arte es una combinatoria de formas muy simples como el cuadrado, triángulo, círculo y tres colores básicos y tres complementarios que forman el universo. Buscas una combinatoria que te produzca placer estético… también la naturaleza y el ser humano te producen placer estético, si ves una persona que te encanta, sientes bonito… mira qué guapa, qué guapo… esto es igual. Uno trata de sentir placer para comunicarlo.[16]
El segundo fue en abril de 2019, durante la inauguración de exposiciones temporales del MAAMF, donde los expositores eran Irma Palacios, Saúl Kaminer y Ernesto Alvarez; por cierto, la obra de estos, es excelsa. El maestro había pedido que se invitará a niños y niñas con discapacidad visual a la inauguración de estas muestras. Los niños y niñas zacatecanos habían llegado con maestros y padres de familia, Felguérez comenzó a platicar con ellos, explicó de forma coherente y exquisita, qué es el arte. Eso fue rotundo para decir que Felguérez fue un hombre y un artista con agallas democratizadoras para el arte contemporáneo en México.
Ojalá en este mundo existan artistas geniales como lo fue Manuel Felguérez, democratizador, consecuente y generoso. Esperando también que Doña Mercedes Oteyza encuentre pronta resignación, fiel compañera de Manuel Felguérez.
Viva el abstraccionismo de Manuel Felguérez y su espíritu democratizador en favor del arte.
[1] Teresa del Conde, coord., Derroteros Manuel Felguérez. México, Consejo Nacional para la Cultura y las artes, 2009. P. 45
[2] Sitio oficial web del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. https://www.museodearteabstracto.com/museo.php.
[3] Teresa del Conde, coord., Derroteros Manuel Felguérez. México, Consejo Nacional para la Cultura y las artes, 2009. P. 24
[4] Juan García Ponce, Nueve pintores Mexicanos, en De la Pintura. México, Ficticia Editorial, 2013. Pp. 137.
[5] Manuel Felguérez, Esfumado, 59/57. 2018.
[6] Ibid.
[7] Teresa del Conde, coord., Derroteros Manuel Felguérez. México, Consejo Nacional para la Cultura y las artes, 2009. P. 43.
[8] Cuauhtémoc Medina / Olivier Debroise, coord., La Era de la Discrepancia. México, Turner, 2014. P. 70
[9] Manuel Felguérez, Esfumado, 59/57. 2018.
[10] Raquel Tibol, “En la Universidad”, Calli, revista analítica de arquitectura contemporánea, núm.35, septiembre-octubre de 1978. P. 9.
[11] Raquel Tibol, Confrontaciones, crónicas y recuento. Ediciones Sámara. 1992.
[12] Teresa del Conde, coord., Derroteros Manuel Felguérez. México, Consejo Nacional para la Cultura y las artes, 2009. P. 45
[13] Teresa del Conde, coord., Derroteros Manuel Felguérez. México, Consejo Nacional para la Cultura y las artes, 2009. P.p. 35-36.
[14] Ibid. P. 43.
[15] Entrevista de Silvia Lemus, 1979. México. Archivo Televisa News. https://noticieros.televisa.com
[16] Manuel Felguérez, entrevistas varias. 2018. https://www.facebook.com/museodearteabstractomanuelfelguerez