ERRORES GENIALES QUE CAMBIARON EL MUNDO
Titulo: Errores geniales que cambiaron el mundo
Autor: Mario Livio
Editorial: Ariel
Lugar y Año: 2014
Al parecer, aquello de «negativo por negativo da positivo» o «menos por menos da más» también aplica para los errores humanos. Imaginemos, amigo lector, que usted es ingeniero y que tiene una teoría perfectamente equivocada sobre la construcción de puentes. Sin embargo, en el momento en que le encargan que construya uno, usted comete el error de olvidar sus ideas equivocadas y, basado en otros conocimientos e intuiciones, construye un puente sólido y majestuoso.
Eso es, según nos cuenta Mario Livio — notable astrofísico y divulgador de la ciencia—, lo que le ocurrió a Charles Darwin cuando estructuró la Teoría de la Evolución: desatendió algunas de sus ideas equivocadas sobre la herencia biológica y gracias a ello logró concebir la que según el filósofo Daniel Dennet es «la mejor idea que nadie haya tenido jamás».
Quizás Freud habría llamado a aquel olvido no un «error» sino un lapsus de la mente de Darwin para proteger sus geniales descubrimientos ante las desatinadas ideas de la época. El carácter subconsciente del «error» se puso de manifiesto tiempo después, cuando la Teoría de la Evolución recibió severas críticas basadas en aquellos anticuados razonamientos. En vez de reaccionar contra éstos, Darwin reconoció que antes había «estado ciego» e intentó ajustarse de nuevo a ellos haciendo enmiendas a su libro. Tercer error que hubiera dado un nuevo saldo negativo (menos por menos da más… por menos, da menos) si la versión original de El origen de las especies no hubiera estado ya en circulación, propagando uno de los más audaces pensamientos de todos los tiempos.
Resulta tentador precisar aquí cuáles eran aquellas viejas ideas por las que la Teoría de la Evolución pendió de un hilo; o describir, al menos un poco, los otros cuatro casos que Mario Livio incluye en su deliciosa obra Errores geniales que cambiaron el mundo. Pero eso sería tanto como contar la trama; spoilear el libro, como se dice. Caigamos, pues, sólo en la tentación de mencionar que uno de esos otros casos es el de Einstein, que cometió el error inverso al de Darwin: tuvo un acierto… y después lo negó, obteniendo un saldo negativo (más por menos da menos) que la ciencia tardó sesenta años en corregir.
No todos los autores respetan la promesa de sencillez que da sentido a la divulgación de la ciencia. Mario Livio sí lo hace. Es ameno y claro, incluso cumple con lo que pedían aquellas primeras grandes divulgadoras, las famosas preciosas francesas del siglo XVII: que el conocimiento viniera «salpicado de divagaciones agradables». Livio nos habla de ajedrecistas, reyes, papas y narcotraficantes, y sus fuentes van desde Platón y Maimónides hasta el New York Times y el Vanity Fair del siglo XIX.
Además, las breves incursiones que hace en terrenos difíciles sólo vuelven el viaje más interesante, permitiéndonos vislumbrar el horizonte oscuro o demasiado luminoso del conocimiento profundo, pero devolviéndonos de él justo a tiempo para dejarnos en la boca el delicioso sabor de saber más sin haber corrido demasiado riesgo.
Errores geniales que cambiaron el mundo, de Mario Livio, Ed. Ariel, 2014.