Tierra Adentro

Manuel Solano (Estado de México, 1987) nació con melancolía y en su vivir la ha moldeado con delirio. Es un personaje de un cuadro de Caspar Friedrich traído por alguna nodriza a un campo de batalla posmoderno, cuya arma es un humor sofisticado en ironía. Su primera etapa de producción (2007-2013) está marcada por su interés en la moda como código cultural del cual se apropia y registra -a manera de crónica visual-. Personalmente la retoma como una configuración ideológica que le permite transmutar constantemente. No sucede lo mismo en esta nueva etapa de trabajo (2014), en la cual hay, incluso, un cambio de usos de materiales. El óleo, en el caso de la pintura, ha sido sustituido por el acrílico por su ductilidad y rapidez. El bastidor por hojas de papel, el pincel por plumones que generan una cercanía a lo primigenio de la infancia. Si bien existen dos periodos de producción artística de Solano muy delimitados, su postura artística no ha cambiado, al contrario, se ha reafirmado: moldear el caos del mundo a partir de lo íntimo y utilizar la melancolía como postura política. Finalmente, Manuel es un artista neoromántico en la era de la banalidad: aprehende el mundo, lo cuestiona y se fastidia de él.

A lo largo de la historia encontramos varios autorretratos que descubren en los animales alegorías de gran fuerza poética, como el famoso autorretrato de Rembrandt, El buey desollado (1655) o Ciervo herido (1946), de Frida Kahlo. En ese sentido puede inscribirse Hallway.

Cuando tenía 20 años tenía una obsesión por el venado por ser un animal que posee cierto porte, pero a la vez es vulnerable y huidizo, aun cuando para Disney es el príncipe del bosque. A la distancia y con lo que me preguntas, efectivamente puede ser un autorretrato, un venado herido a punto de morir.

Tu trabajo también cuestiona las políticas de la imagen a partir del fetiche. En una era moldeada desde lo mediático y el espectáculo Pearl Bim opera de manera crítica ante la aparente ingenuidad de creer que todavía existe la privacidad y que podemos escaparnos del Big Brother Orwelliano.

Sí. El que exista en el video un escenario, un personaje que soy yo con el culo lleno de diamantina modifica el significado del cono: de un sentido sexual, incluso pornográfico, a uno mágico que transforma ese objeto, incluso escultórico. De ahí que el video –más que un registro– funcione como un hecho furtivo que luego es visible para todos.

En la dimensión de tu producción subyace un sentimiento de pérdida, me viene a la mente Self portrait crying, fotografía que, además, es característica del ejercicio fotográfico contemporáneo desde las plataformas digitales.

La noche antes de que me enterara que tenía VIH me tomé esa foto, pero yo no lo sabía. Lloraba por mi vida ida al carajo. Fue un momento que me di cuenta que los últimos seis años habían sido un error y que la había cagado enormemente. Estaba llorando porque sentí que había perdido la música.

Finalmente, me gustaría resaltar, por una parte, la importancia de elementos autobiográficos en tu obra, como Aquaerobics, que, además, funciona como index de una época: la década de 1990. Y, por último, la posición retadora que representa tu producción actual.

Aquaerobics es una obra muy lúdica –que de no haber perdido la vista– me hubiera dado mucho miedo hacer una obra así. Es una pieza que no aspira a nada más que lo que ves y escuchas: una escena de una alberca en hotel con un wey que está dando instrucciones con música espantosa. Y, como dices, me recuerda a mi infancia, cuando íbamos a Ixtapa en verano, al Hotel Cristal. La instalación es una atmósfera festiva con música kitsch, es algo que al final de cuentas representa sentimientos míos, relacionados a mi infancia, con cierta nostalgia por esos momentos, pero que al final perturba, cuestiona e identifica al espectador…, es algo que me sorprende.

 

*Manuel Solano estudió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, La esmeralda (2008-2012) y en ENSBA Lyon, en Francia (2011-2012). Ha expuesto de manera individual y colectiva en Canadá, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Italia y, por supuesto, México.

 


Autores
(México, 1985). Curador independiente y escritor de arte. Es codirector fundador del Coloquio iberoamericano de crítica de arte. En 2014 publicó Mitos oficiales (Periferia). En ese mismo año formó parte de la primera generación de la Escuela de crítica de arte / Proyecto Siqueiros. Actualmente es cocurador de El futuro no está escrito, proyecto que participará en la 56ª Bienal de Venecia.