Encuentro Nacional de Fototecas y Premio al Mérito Fotográfico.
Hace unos meses, alguien me afirmaba que no se podía hacer historia con la fotografía porque no era una fuente de información «real» y por lo tanto, objetiva. En realidad, las imágenes (ya sea fotográficas o pictóricas) son representaciones de la realidad material, igual que los textos que registran gran parte de la historia de la humanidad. Ante esta afirmativa no respondí nada y todo quedó en una mera anécdota y en la reflexión interna de lo que debí de haber dicho pero que no dije. Sin embargo, vuelvo a ese recuerdo porque ahora cobra mucho más sentido para mí. En general, soy una defensora de la imagen y con eso me refiero a que estoy constantemente justificando su importancia como fuente histórica y como medio indispensable para la enseñanza de la historia.
La fotografía contemporánea y antigua es importante para observar nuestra evolución, las formas y los modos de ser y de hacer de los humanos. No por nada existen eventos de gran relevancia —en el mundo y en nuestro país— en los que se condecora la fotografía, a los fotógrafos y el acto fotográfico. En México, uno de los eventos más importantes de este rubro es el Encuentro Nacional de Fototecas, celebrado cada año (desde hace dieciséis) en el estado de Hidalgo. El encuentro es una labor realizada por parte del Sistema Nacional de Fototecas (SINAFO) que forma parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el que durante tres días se presentan mesas de exposiciones en las que se abordan temas como la historia de la fotografía, la identidad, la memoria visual, y la labor de las fototecas en México. Además se abren talleres y se hace una presentación del número en turno de la revista Alquimia, proyecto en colaboración con el SINAFO, el INAH y el CONACULTA. El objetivo principal del encuentro es promover el estudio entre diferentes disciplinas que parten de la fotografía como documento de estudio y como medio de creación para expresarse.
En el marco del Encuentro Nacional de Fototecas se hace entrega del Premio al Mérito Fotográfico a tres creadores cuya trayectoria ha sido de gran importancia para el desarrollo de la fotografía en nuestro país. Este año el premio fue para artistas que se desenvuelven en géneros distintos: Alicia Ahumada (1956), quien además de ser fotógrafa documentalista, fue una de las fundadoras de la Fototeca Nacional; Elsa Medina (1952), fotoperiodista mexicana que ha trabajado en medios como La Jornada, y Arturo Fuentes (1953), quien retoma el paisajismo y el uso de proceso antiguos en la creación de sus imágenes. Con motivo de estas distinciones, el INAH realizó algunas entrevistas en las que cada fotógrafo comenta la forma en la que se iniciaron en este oficio y sus impresiones sobre las imágenes. Sus declaraciones son relevantes, pues tienen sentido —por lo menos para mí— sobre la importancia de la fotografía en distintos niveles.
En el discurso de Elsa Medina se reflejó el sentimiento de impotencia y el duelo actual de quienes se desenvuelven en el ámbito periodístico de la fotografía. La artista dedicó su reconocimiento a Rubén Espinosa, fotoperiodista que fue asesinado el pasado 31 de julio en la Ciudad de México, junto con Yesenia Quiroz, Mile Virgina Martín, Alejandra Negrete y Nadia Vera. La fotógrafa tenía algo que decir y lanzó preguntas que hacen reflexionar sobre la violencia en la actualidad: «Me pregunto, y quizá ustedes tengan una respuesta, cómo nos verán dentro de 100 años, qué dirán las fotografías de lo qué está sucediendo, qué dirán quienes las vean, cómo se analizaran. ¿Qué dirán entonces las imágenes de los 43 estudiantes de Ayotzinapa hasta ahora desaparecidos? ¿Qué les dirán de nosotros como sociedad a los mexicanos del futuro? Es una responsabilidad del gobierno no hacer como que no pasa nada». Para Elsa, la fotografía está estrechamente vinculada a la historia personal de cada individuo «creo que los relatos de familia van conformando la historia gráfica de tu vida, y que casi en todas partes, pues hay donde aún no sucede, la gente tiene una historia de su vida fotografiada».[1]
La opinión que cada fotógrafo tiene sobre su trabajo es algo que es importante rescatar para entender mejor el sentido de sus imágenes. Para Alicia Ahumada, por ejemplo, la fotografía ha sido un «hilo conductor para ir por la vida». Ahumada es una fotógrafa que además ha pasado mucho tiempo en el cuarto oscuro imprimiendo. Por ello, el premio que recibe este año laurea su visión humana por las fotografías que ha realizado de comunidades indígenas y por ser alquimista, esto en referencia a su trabajo de años como impresora para Graciela Iturbide y Mariana Yampolsky. La perspectiva que tiene Ahumada sobre la fotografía es de compañía y de amparo: «Me hacía valiente, podía viajar sola sin sentirme desubicada. Creo que la soledad es la que me ha llamado finalmente y la foto ha sido una compañera. Ha sido mi sustento y ha sido un sustento muy generoso, nunca me ha abandonado […]». A pesar de que el documentalista registre actividades humanas, su práctica fotográfica es meditativa; el proceso creativo un ejercicio de reflexión interna.
Por otro lado, Arturo Fuentes es un artista documental que ha vivido la fotografía a través de su experiencia en las calles de la ciudad. «Siempre he sido un vago, siempre me ha gustado la calle. Siempre pensaba ser un corresponsal de guerra cuando me gustaba el rollo del fotoperiodismo, me encantaban los trancazos. De hecho mis primeras fotos son de una manifestación del primero de mayo de 1985 […]». Fuentes, a diferencia de Elsa Medina y de Alicia Ahumada quienes tuvieron una influencia importante de Nacho López, se acercó a la fotografía de manera autodidacta. Lo que destaca en su trabajo es que hace uso de procesos fotográficos antiguos.
La importancia de la fotografía como «documento» radica en su naturaleza de registro y por supuesto que es posible realizar estudios históricos con ella. De otra manera, las labores de conservación, resguardo, catalogación y difusión de las fototecas incorporadas al SINAFO, así como los esfuerzos del INAH por realizar eventos que giren en torno a este oficio serían absolutamente infructuosas. Por fortuna, el Encuentro Nacional de Fototecas reúne a investigadores, críticos y artistas con una visión significativa de la fotografía como patrimonio histórico de nuestro país y rescata la valoración que de cada trabajo; a través de sus reflexiones permiten que nos acercarnos al significado de hacer fotografía, y a que nuestra visión como espectadores no se limite a la lectura y la crítica que podamos hacemos de las obras.
Las fotografías de la actualidad quedan como una huella que será analizada en el futuro, serán fuentes «mudas» que representarán algo desde el discurso de quienes las analicen. ¿Las fotografías producidas en nuestra época mostraran la realidad fidedigna de lo que aconteció? No. Pero su objetividad y veracidad podrán ser analizadas con mayor detenimiento y con el apoyo de otros documentos y, al mismo tiempo, éstas servirán de complemento para otras fuentes históricas.
[1] Claudi Carreras, Conversaciones con fotógrafos mexicanos, Editorial Gustavo Gili, pág. 187.