Tierra Adentro

Lo apodaron el Jefe Máximo de la Revolución, periodo en el que los sonorenses se rifaban el poder de la República, en el que Plutarco Elías Calles entró tras Adolfo de la Huerta y Álvaro Obregón, y en el que cuando tomó el mando, ya no lo quiso soltar. Como presidente de México limitó el control de la Iglesia y eso desató la Guerra Cristera, 250 mil muertos. El Maximato es el periodo donde él fue el jefe o el jefe tras bambalinas en los periodos presidenciales que siguieron tras él, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez. Mantuvo las riendas de la autoridad gracias a la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecesor del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Fue secretario de Hacienda, de Guerra y Marina, del Trabajo, de Educación Pública, de Gobernación, pero aquí quiero concentrarme en lo que hizo como gobernador de Sonora y la influencia que tuvo su infancia en sus decisiones políticas.

Plutarco tenía tres años cuando su madre murió. Su padre, alcohólico, lo abandonó. De Guaymas, donde nació, se tuvo que ir a Hermosillo, bajo la tutela de unos tíos. Los tíos eran los Calles, y en su honor decidió que su apellido sería compuesto. Plutarco fue también alcohólico muy joven, y supuestamente optó por la sobriedad al casarse a los 22 años en 1899 con Natalia Chacón. Así, limpio de alcohol, fracasó en varios negocios hasta convertirse en revolucionario maderista, revolucionario carrancista, gobernador.

Huérfano de madre, abandonado por el padre alcohólico, al entrar a la gubernatura se dedicó a prohibir el alcohol y a abrir orfanatos. En 1915 inauguró la ley seca, declarando todo alcohol consumido o producido como causa de cinco años de prisión a quien fabricara o vendiera, y dos o tres años a los cómplices. Condenó el alcohol como la causa de la perversión moral, de la criminalidad y del aniquilamiento físico. Papá gobierno se siente responsable.

Para confirmar lo recién dictaminado e inaugurar el juego mortal de escondidas, Elías Calles mandó fusilar a un ebrio de la calle en Cananea. Ignoró así 13% de la economía de Sonora: más de un millón de litros de bacanora se producían en la sierra, desde el municipio de Bavispe hasta Álamos, en todas esas vertientes accidentadas por donde naturalmente vive y se reproduce el maguey, por hijuelos o por inflorescencia.

Bacanora significa “ladera de carrizos” en ópata. El agave que se usa es el AngustifoliaHaw, el espadín, el más común en el país, ancestro del maguey azul tequilero y del henequén. Le dicen espadín por tener las hojas picudas, media estrella de espadas que salen de la tierra. Les gusta el calor, idealmente el de 35 grados, los 40 los cansa, y el frío también. Tardan de siete a diez años en dar la leche predilecta.

A algunos productores o consumidores les fue bien con la ley seca, cárcel por tres o cuatro días sin comer, castigos furtivos, el placer de sobrevivir, el coraje por cada una de las botellas que acabó en las manos incorrectas. La policía, después de colgar o de encarcelar, enjuagaba su saliva en sus propios pecados.

Según un archivo de 1919 analizado por el Dr. Almada Bay, el gobierno buscaba atemorizar a los vinateros de la sierra que recibían a los yaquis rebeldes, con los que trocaban. Los vinateros les daban lo que los indios necesitaran para seguir las correrías, y los yaquis así les daban permiso de continuar con la cocción de la peña en sus territorios.

También en 1919 Adolfo de la Huerta cambió la ley, liberó el vino y la cerveza, y lo prohibido quedó en el alcohol fuerte, en la bebida regional. Benefició así a los descendientes de Bavaria y Francia, y a los pocos productores de bacanora los dejó desfavorecidos, con penas severas. En la sierra desarrollaron señales de humo y mensajeros, niños y jóvenes a caballo o a burro. La policía rural quitaba lo que veía, disparaba a los alambiques, a los productores, al cielo para puro espanto, para dejar claro quién es la autoridad, exceso de autoridad.

Elías Calles quiso ejercer la paternidad que él no recibió. Además de abrir 127 primarias en Sonora, inauguró los institutos, aún vivos en la actualidad, “Cruz Gálvez de Artes y Oficios”, con la misión de enseñarle carpintería, agricultura y mecanografía a los huérfanos de la Revolución. Al referirse al gobernador, los casi mil alumnos le decían “Papá Calles”.

Papá en la política y en la intimidad, con Natalia Chacón tuvo doce hijos. Escribo este artículo en Kino, playa en Sonora, donde festejamos un cumpleaños. Un amigo de Obregón, cuando le cuento que critico a Calles en un texto, me contesta: yo soy su tataranieto. “¿Sabías que se lanzó a la presidencia con el partido comunista?”, me dice. Repartió 62% del territorio a la comunidad agraria. “Hace poco estuve leyendo de él”, sigue, y me lee un poema que escribió Elías Calles, después de visitar a su papá en Arizpe, de donde regresó alcohólico. Duda, se llama el poema. También me cuenta que su tatarabuelo, ya viejo, asistía a sesiones espiritistas en el Instituto Mexicano de Investigaciones Síquicas donde invocaba al espíritu del actor Enrique del Castillo y del poeta Rubén Darío.

Muy recio, muy rígido el tatarabuelo de tantos, Elías Calles, pero desde la silla presidencial no rechazó las botellas de bacanora que le regalaron algunos lambiscones como muestra de consolación por la pérdida de su mujer. Era 1927 cuando le llegaron garrafones de la miel prohibida desde Agua Prieta que él consumió en su pena. Se enamoró luego de una soprano a quien llevó a Europa y desposó. Al dar a luz al segundo hijo, ella murió. Ahora sí, el duelo lo volvió nacional y durante un mes entero. Lo cuenta Armando Ayala en LaepopeyadeMéxico.

El Maximato terminó en Lázaro Cárdenas. Elías Calles creía haber elegido la sucesión de títeres a favor de su gabinete congelado en el Palacio Nacional al proponer al michoacano a la presidencia. Cárdenas apenas pisó el poder mandó patitas para fuera a Elías Calles, fuera del país. Tras vivir en San Diego, Manuel Ávila Camacho le abrió las puertas de México. Calles se instaló los últimos cuatro años de vida en Cuernavaca para plantar árboles e ir a sus sesiones espiritistas. No regresó a Sonora.

La liberación de la ley seca fue un asunto empolvado en el Congreso hasta 1992, durante la gubernatura de Manlio Fabio Beltrones. En el 2000 se reconoció la denominación de origen a 35 municipios de la zona serrana. El bacanora fluye de nuevo como ingreso económico. Los 77 años de prohibición no detuvieron el verdadero flujo del bacanora: continuó siendo, a escondidas, parte de los rituales, medicina ancestral, alimento en sus raíces.


Autores
(Hermosillo, 1991) ganó el Premio Nacional de Poesía Elías Nandino 2023 con Orquídeas de petróleo, editado por el Fondo de Cultura Económica y Tierra Adentro. Publicó Agua vacía (UNISON, 2024), Segunda virginidad (Paraíso Perdido, 2021); y Arigatou goza-y-más (Elefanta/ISC, 2019), premiado en el Concurso del Libro Sonorense y traducido al inglés por Sendb00ks en 2021. En 2020 ejerció como Jefa de Literatura y Bibliotecas del Instituto Sonorense de Cultura. Como productora publicó en The New York Times el documental “The Death Cleaner”, nominado a los Emmy Awards, “Rocío and me” en The New Yorker y “Nigeria’s Dancer For Change” en Al Jazeera. Ha participado en exposiciones desde la pintura, el performance o la escritura en México, Francia, Holanda y Colombia.