El morboso personaje de la miseria humana
Titulo: Tan poca vida
Autor: Hanya Yanagihara
Editorial: Lumen
Lugar y Año: México, 2016
La amistad, y en especial aquella que se da entre hombres, es un tema que se toca muy poco en la literatura. En Tan poca vida la amistad entre Jude, Malcom, JD y Willhem es, de forma refrescante, tomada más en serio que las relaciones sexuales y románticas. Estamos ante cuatro hombres que, claro, tienen problemas para hablar de sus sentimientos, pero que no dejan de intentarlo y que encuentran solaz en el vínculo que los une. Esta característica le da una nueva mirada a la ya bien conocida historia de los artistas que tratan de hacerse un lugar en la difícil jungla de asfalto de Nueva York. La forma en la que poco a poco van uniendo sus vidas, presentando a sus familias, volviendo parte a los otros de sus proyectos, será reconocible para cualquiera que haya tenido amistades duraderas y estos pasajes se convierten en el ancla de los personajes cuando la novela da un giro para convertirse en la historia de la terrible infancia de Jude.
Jude es diferente y nos enteramos desde el principio: mientras que Willhem es un blanco de ascendencia europea, JD es hijo de una inmigrante negra haitiana y Malcom viene de una prestigiosa familia afroamericana, la etnicidad de Jude es desconocida. Si los otros tres son artistas (actor, pintor y arquitecto, respectivamente), Jude es abogado. Además, es portador de una discapacidad de origen desconocido que lo hace cojear y que en ocasiones le causa dolores insoportables. Ah, pero Jude también se automutila. Sus amigos saben o intuyen todo esto, pero hacen lo posible por actuar como si todos estuviesen en las mismas circunstancias.
Justo cuando los estamos conociendo mejor, JD y Malcom desaparecen por completo como personajes con un punto de vista propio y sólo entran a escena cuando deben interactuar con el otro par, o para crear obras inspiradas en ellos. En total, entre los dos construyen lo que parece ser un millar de cuadros y casas inspirados en sus amigos más interesantes. JD es quizá la mayor pérdida para el lector. Su personalidad grandilocuente y divertida le da cierta levedad a una novela que la necesita, pero además, al hacerlo a un lado, Hanya Yanagihara deja incompletas ciertas provocadoras ideas sobre raza, sexualidad y migración que esboza en los primeros capítulos pero a las que nunca vuelve. Con JD fuera de la jugada por un comentario insensible y el conflicto de Malcom reducido a no saber si casarse y tener hijos o no, Jude y Willhem se convierten en un par inseparable cuya relación irá evolucionando de la amistad más pura al amor más sincero. Con este cambio viene la necesidad de que Jude confronte las cicatrices físicas y metafóricas de su infancia, un proceso que transporta al lector durante páginas y páginas al abuso más terrible.
Jude está convencido de que las personas que lo aman, desde Willhem hasta sus padres adoptivos (sí, aparecen así, de la nada, tanto en este texto como en la novela) y Andy, el único médico al que le permite acceso a su cuerpo herido, no serán capaces de soportar la realidad de su historia y, al contarla, la autora quizá quiere probar ese mismo punto. No importa cuánto amemos a una persona, incluso si es ficticia, casi nadie tiene la entereza de ánimo como para conocer hasta el mínimo detalle de la miseria humana.
La historia de Jude no es única, es parte de un enorme problema global de abuso infantil, pero Yanagihara no contextualiza ese abuso. La novela no pretende servir como una denuncia social, eso es claro, pero no estoy segura de cuáles son entonces sus intenciones. Por momentos parece que sólo quiere enumerar las cosas malas que pueden pasarle a una persona buena en menos de seis décadas, pero la literatura no es simplemente una sucesión de hechos. Sin marcos de referencia, es imposible vislumbrar siquiera lo que quiere decirnos Yanagihara sobre su universo ficticio y sobre el mundo real en el que se basa. Tan poca vida no ofrece respuestas, más allá de un abundante sufrimiento.