El ejército que limpia Sillicon Valley
(y su playground, la costa central)
Pienso cosas que tal vez ni debo de pensar.
Yo sé que todo trabajo es de honra, pero siempre anhelé no trabajar tan rudo, como en mi país. Uno sembraba la fruta y aprendí todo eso, pero ando lavando platos. Yo tengo esa esperanza, de que si llego a arreglar mis papeles, voy a buscar otro tipo de trabajo, porque es muy pesado trabajar así. Ya son muchos años, casi doce años, trabajando para esa agencia. Y me ha tocado duro, porque empecé en los baños, en los cuartos de los estudiantes, luego sirviendo comida caliente, haciendo ensaladas… va uno aprendiendo de todo, y ahorita estoy de lavaplatos, pero cuando bien les parezca me pasan a cocina.
Cuando tenía quince años, me vine para acá, y ahora tengo treinta, hace quince años. Me trajeron para acá, mi mamá se vino, se casó con una persona que trabaja en el campo, acá estudié High School desde el noveno grado, me gradué. Terminé y ya no quise seguir estudiando, empecé a trabajar en el área de restaurantes, me ofrecieron un trabajo en una gasolinería y empezaba a llegar la gente a preguntarme si no limpiaba yo casas, y así fue como terminé limpiando casas. Fui de un trabajo a otro a otro a otro. Pero desde que tengo quince años limpio, porque mi mamá limpiaba casas. Cuando yo llegué, ella me llevaba con ella a limpiar casas. Por mi cuenta, como cuatro, cinco años.
Tengo dos trabajos, trabajo haciendo la limpieza aquí, y en la ciudad de Monterey, en la noche, después de salir de este trabajo. En la mañana, me levanto a las seis de la mañana para venir aquí, y luego salgo de allá a las once de la noche. Trabajo dieciséis horas al día y me quedan como seis horas de sueño. Al principio no aguantaba, pero luego mi cuerpo se volvió como inmune, y ya no me molesta. Apenas y te puedes imaginar, pero si lo quieres hacer, lo puedes hacer. Al principio pensé que era imposible, trabajar todo el día y solo dormir seis horas, pensé que no iba a poder. Pero si te empujas hasta el límite, puedes hacer todo lo que te propongas.
Trabajo para esta compañía, es una compañía que agarra el mall para limpieza. Doce años, desde que llegué estoy acá, llegué solamente a trabajar. Es mi primer trabajo y el único en el que he trabajado, todo bien, bien. Claro, he visto muchos cambios. El trabajo es el mismo, pero la vida, sí, es difícil.
A veces hago tres casas, a veces dos casas, a veces una. ¡Uy!, ya tengo como treinta y dos años aquí. Tengo tres trabajos: en la mañana limpio casas, luego en la tarde, pues, bueno, ahorita ya no trabajo en un restaurante, pero es porque era demasiado loco, porque estoy haciendo jardines también. Hago jardines, trabajaba en un restaurante y luego en la limpieza de casas.
Soy de México, del estado de… ay, ¡ya hasta se me olvidó!, ¿cómo, si soy mexicana?… de Zacatecas. Soy de Oaxaca, de Pinotepa Nacional, rumbo a Puerto Escondido. De México, de Hidalgo, mi compañera es de Oaxaca. Yo nací en Tulancingo. ¡Qué chiquito es el mundo! Nací en San José, California, en 1993. Me siento viejo, pero la gente siempre me dice que soy joven. Mi madre es Mexicoamericana, mis abuelos maternos son de México, de Jalisco, Guadalajara, aunque yo nunca he ido. Y mi padre es Afroamericano, su familia es del sur, de Alabama, a ellos sí los he visitado, aunque toda mi vida he vivido en California. Yo crecí en un pueblo entre Oaxaca y Veracruz, pero nací, según dicen, en Sinaloa, antes de que me llevaran, y como no fui a la escuela, no hay otra manera de comprobar, no hay manera de que hagan una constancia, un acta de nacimiento, ni nada.
Aquí la vida es muy cara. Aquí casi que con un trabajo uno no gana ni para la renta, ni para la comida. Entonces si quieres, si nomás tienes un trabajo, nada más hasta puedes vivir en un puente, porque nomás ganas para tu comida. Pero si tú tienes dos trabajos, o tres trabajos, pues por lo menos tienes para rentar, pero pues uno nomás renta, como quien dice, nada más para dormir, bañarse y otra vez. Eso es lo único, porque la casa todo el tiempo está sola, todo el tiempo. Tenemos un dicho: “de noche se empreña y de día pare”. Es una adivinanza, ¿cuál es? Es la casa, porque en la noche todos estamos ahí y en el día, nadie está. Por eso es que, ¡ay!, la vida es bien loca.
Estaba tomando un café que sí me daba energía, pero lo dejé de tomar porque me aceleró de más. Mi corazón palpitaba mucho, mi hijo comenzó a leer la etiqueta y me dijo: no es bueno para ti, te puede dar un ataque al corazón. Y pues, me lo recomendó una compañera de trabajo, pero cada organismo es diferente.
Como me estuve enfermando de la presión por tanto estrés, tanta presión y eso, dejé el trabajo del restaurante y ya nada más me dedico a limpiar casas en la mañana y ya en la tarde me voy a hacer jardines y como me gusta lo del jardín ya al final me relaja un poco, pues estoy con las plantas y estoy desestresándome, más tranquilita.
Es lo que me preocupa, las coyunturas. Yo a veces pienso, por lógica, es que agarro demasiada agua caliente, y luego el mismo rato que estoy usando el agua caliente, tengo que usar la fría, porque pues los trastes esos grandes no se puede meter a la máquina. Hay ciertos trastes que sí, otros que no, como vasos platos y cucharas van por la máquina, pero los grandes los lava uno con unos contenedores grandes de diferentes tipos de agua, están muy calientes y tienen un químico muy fuerte, entonces con el tiempo, ya tantos años, yo siento que eso me ha afectado un poco. Le digo, hace como unos seis años, siete, creo, que un doctor de Stanford, fui a la sala de emergencias por un dolor, me dijo que yo tenía fibromialgia y debía tener seguimiento médico. Me dio desinflamatorios, pero ¿cuál seguimiento médico? No, imposible, es muchísimo dinero, entonces yo me lo fui controlando con remedios caseros. A veces no me puedo ni parar de la cama, es algo bien feo, me tumba, me quita energía, cuando me da muy fuerte, no me puedo levantar. Ni moverme para un lado ni para otro, donde me agarre, ahí. Es difícil.
Estuve desempleado por seis meses y me estaba volviendo loco. No me podía quedar en la casa, necesitaba encontrar un trabajo. Hace siete años, mi mejor amigo que trabajaba aquí me recomendó, me dijo que quizás no era el mejor trabajo, pero que te da un salario. Me entrevistaron y le caí bien al jefe y desde entonces trabajo aquí. Y luego cuando nació mi hijo, dije, necesito tener dos trabajos, apenas para sobrevivir aquí, porque todo está demasiado caro y siguen subiendo los precios. Pago renta, un apartamento, un poco más de dos mil dólares. Yo y mi esposa estábamos buscando casa, por aquí, una casa pequeña, pero no bajan de un millón de dólares, es imposible. Los que sí tienen casa, o se los heredan a sus hijos, o tienen trabajos importantes, son policías, jueces, actores. Yo quería ser actor, pero me costaba mucho llorar. Me decían: ¡quiero que llores y estés triste! Y yo no podía. Puedo estar enojado, feliz, pero no soy llorón. Muy rara vez lloro. Hace dos años fue la última vez que lloré, cuando mi papá murió, también de cáncer. Mi padre tenía cincuenta y dos años y mi madre se murió de cáncer cuando tenía treinta y siete. Pienso que fue en gran medida por el estrés. Mi mamá trabajaba en diferentes trabajos, de seguridad, cuando se enfermó, ya dependía del gobierno, y mi padre era mecánico, arreglaba coches. Ellos se separaron cuando yo tenía como tres años. Los estresaban las relaciones que tenían, los problemas, las personas tóxicas con las que tenían que lidiar. Y mi madre era madre soltera, éramos tres hijos de diferentes papás.
No estoy casada, vivo con el papá de mis hijos, tenemos dos niños, un niño de nueve y una niña de siete. Son muy felices, unos niños muy felices. Ellos ya no van a sufrir tanto. En México estudié en escuela de paga, porque mi mamá estaba aquí, de otra manera no hubiera podido. Siempre venir a este país es una cosa buena para las generaciones que vienen. Para la que le toca venir, es muy duro, para mi mamá fue muy duro. Mis hijos ya van a estar bien, en teoría.
Hay muy pocas personas trabajando, muchas personas se fueron recientemente, quedamos como diez u once trabajadores de limpieza en el equipo, y tenemos que encargarnos de ochenta y un edificios aquí, se limpian al menos una vez a la semana si no es que más. Este edificio lo tenemos que acabar como a las tres de la tarde, acabo de sacar toda la basura.
El trabajo ahorita está bien despacio, han sacado a muchísima gente. De hecho, ahorita voy a trabajar en la misma universidad, pero cubriendo a una permanente. Ella pidió sus vacaciones y me llamaron. Pero yo me empiezo a preocupar, porque Stanford ya nos dijo a todos los que vamos de agencia, hicieron una reunión y nos dijeron que van a estar sacando poco a poco a todas las personas que no tienen documentos. Que no lo tomáramos de forma personal o como racismo, pero que las agencias estaban cobrando costos muy altos por empleado y que a ellos no les conviene estar pagando treinta y cinco, cuarenta dólares la hora por uno de agencia, cuando ellos están pagando veinticinco dólares la hora directos y tienen derecho a oculista, a todos los beneficios, vacaciones pagadas y todo. Nos dijeron: con eso de la pandemia, hemos perdido mucho, mucho, dinero, entonces ya no nos conviene estar agarrando personas de agencia, todos trabajan muy bien, y todo el que ya tenga su estatus bien puede aplicar directo, namás nos dicen y les ayudamos. Y han salido un montón ya. Los están sacando porque no tienen documentos legales, entonces, lo sacan a uno que va de agencia a trabajar allí. Nosotros no hacemos trato directo con Stanford. Las agencias están cobrando muy alto, estaban negociando, pero no llegaron a ningún acuerdo, de que Stanford quería pagarle a las agencias veinticinco dólares por empleado y que nos dieran a nosotros veinte. Las agencias quieren más dinero para pagarnos menos a nosotros y ellos quedarse con más. Y como han estado sacando a mucha gente, yo voy viendo que tengo que buscar trabajo en otro lugar. Lo malo es que en otro lugar no creas que te van a pagar veinte dólares. En todo trabajo, es el mínimo, a menos que seas de oficina, te pagarán un poquito más, pero el mínimo está a diecisiete y algo. ¿Tú crees que vamos a sobrevivir cuatro personas pagando una renta de dos mil ciento setenta y cinco dólares con eso?
Pues, no sé si la compañía se queda dinero. Nos pagan a nosotros nomás nuestro salario, por hora, nos pagan el mínimo. No sabría decirte. Pero de que lo hacen, de todos modos uno no sabe nada, no les conviene. No le van a decir a usted. ¡Quién sabe! Nosotros hacemos nuestro trabajo y ya.
Hago mi trabajo, yo cumplo. No sé mis compañeras, cada quien tiene su opinión, antes había más trabajo, ahora está solo el mall, ahorita nomás somos tres, una en la mañana, dos en la tarde, muy poquitas. Todo está muy caro, está muy solo esto. Ya no hay locales, ya no hay trabajo, negocios, la renta está muy cara y no les alcanza y si no viene gente, ¿a quién le venden? Nosotras cumplimos con hacer nuestro trabajo, de hecho habían dicho que iban a cerrar hace un par de años para remodelarlo y arriba para hacer apartamentos, pero siempre no. No hay mucha gente, pues.
Está difícil, cuando no es un obstáculo, es otro, pero algo pasa.
La vida es breve y necesitas disfrutar lo que tienes. Siento que, en la edad en la que estoy, necesito disfrutar más la vida. Mi esposa me dijo el otro día que se sentía como que era una madre soltera, porque no estoy en la casa, casi nunca me ven. Por eso hoy me tomé el día, llamé y dije que estaba enfermo, para disfrutar el día. Y como es viernes, estoy listo para irme a ver una película. Voy a ir con mi esposa, me encanta la ciencia ficción. Mi esposa es maquillista en una tienda. Durante el día, dejamos a mi hijo, tiene tres años, con sus bisabuelos, mis abuelos, o con mi suegra. Y quien salga primero, pasa a recogerlo. No confío en otras personas para que cuiden a mi hijo. Tener un hijo te cambia la vida, te hace crecer muy rápido. A mí me cambió la vida, porque antes yo me metía en muchos problemas.
Ahorita, gracias a Dios fíjese que vendí comida, ayer y hoy, porque la universidad me descansó sábado, domingo, lunes y hoy martes, y nada más voy a ir cuatro días. Está faltándome trabajo, pero como tenía yo ahí un poco ahorrado dije voy a vender algo para sacar algo extra. Así me voy a ir ayudando hasta septiembre, porque está muy despacio.
Nosotros allá en el rancho de mi mamá, cuando mi mamá se separó, porque también se separó de mi papá, cuando ella brincó a la otra ciudad, tuvo que vender comida para sobrevivir. Porque allá se acostumbra, que, si la mujer se va, no recibe ningún tipo de apoyo del hombre de nada. Era una vida difícil. A veces trabajaba en fábricas. De ahí se empezó a poner violenta esa ciudad y se tuvo que retornar para atrás y hasta la fecha ahí está, porque había muchos asaltos.
Y sí, pues si se me ocurre la idea esa de vender. Me dice mi hijo, ¡ay mami!, dice, voy a trabajar duro para ver si te compro un lugar donde puedas vender tu comida, dice, ¡eso te dejaría dinero! Deja dinero la comida, pero es pesado. Y pues ahí ando, echándole ganas, porque estamos sobre la renta otra vez.
Vivimos en tiempos violentos. Así pasa la vida, es muy sorprendente para nosotros, es muy difícil. Yo soy testigo de Jehová. Y la Biblia dice claramente eso, van a ser tiempos difíciles, y me estoy preparando psicológicamente, porque es la realidad, lo estamos viendo. Solamente las personas que no creen o no estudian la Biblia, no ven que en realidad son cosas que tienen que suceder. Muchas personas están buscando donde vivir, de hecho, nosotros tenemos un tiempo en unos apartamentos y ellos quieren que nos vayamos, ya nos pidieron el apartamento. Entonces nos vamos en agosto, porque nos aumentaron el doble de renta. Están pidiendo tres mil dólares. Es mucho, nosotros no podemos. En realidad, no podemos. Tendríamos que trabajar doble turno de trabajo mi esposo y yo para poder sobresalir. Un cambio repentino así, nosotros no podemos. Y veo la violencia en los jóvenes, los niños, tan chiquitos en las escuelas, tantas cosas que han pasado, como balaceras. Ahorita los niños en la pura tecnología. No aprenden valores, aprenden violencia, porque los juegos, los padres, los dejan ahí, más bien para los niños su niñera es el internet. La tecnología, eso es lo que te digo que tristemente es la realidad, los jóvenes de hoy en día, y a veces los padres tienen que trabajar y dejar a sus hijos, es la situación, entonces, pues, de que se están viendo muchas cosas, muchos cambios, pues sí, y aún más lo que falta, lo que viene. Pues no sabemos, muy pronto. Y los gobiernos, prometen, pero no cumplen. Estamos viviendo en este reino, pero anhelamos el otro.
Vivo en el área de Santa Cruz. Es muy caro. Me gusta el trabajo. Y es que depende, aquí el trabjo de limpiar casas es más caro que en otros lugares, pero porque la vida es muy cara aquí también. La paga, se escucha como que es mucho, pero por las rentas y lo caro que está todo. Aquí es imposible la renta.
Pero es muy loco aquí es demasiadísimo caro, yo vivo aquí, en Santa Cruz, por un estudio o un apartamento de una recámara y su salita y cocina y eso, para uno dos mil, dos mil quinientos, para un trabajo nada más, no alcanza para la renta, así que tiene uno que trabajar muy duro, y como yo soy madre soltera, tengo todavía que trabajar más.
Tengo tres hijos. Por eso para todo tengo que sacar para la comida y para todo, porque a mí casi no me gusta pedir ayuda, que diga que ¡ay voy a pedir comida! A mí no me gusta casi, yo les enseño a mis hijas también que cuando uno quiere salir adelante puede luchar uno y así con su frente en alto, nadie tiene que decir ¡ah, porque yo le ayudé! A fuerza de mi trabajo, el orgullo propio. Nosotras de por sí, también nosotras como somos oaxaqueñas, nos gusta ser luchonas, trabajar. Como todas las personas claro, pero nosotras venimos de un estado que es muy difícil también y cuando tenemos la oportunidad de estar aquí y trabajar, luchar duro para salir adelante, pues lo hacemos.
Yo empecé a trabajar desde niña, desde los nueve años, porque mi mamá tuvo catorce hijos y de esos catorce, pues era muy difícil la vida, teníamos que echarle los kilos.
Crecí seis, siete años en San José, hasta la secundaria, cuando me mudé a la costa central, mi mamá se enfermó de cáncer y murió, y yo me quedé con mis abuelos paternos. Ahora estoy casado y tengo un hijo, aunque mi esposa quiere cuatro hijos más.
Mi mami cuando ella se vino, llegó porque mi tía, su hermana, estaba aquí desde hace más tiempo, llegó a Santa Cruz. Yo soy dreamer. Quiero continuar creciendo el negocio, quiero seguir expandiéndolo. Tengo dos chicas que me ayudan, y trabajamos de lunes a viernes, descansamos usualmente sábado y domingo a menos de que, como el día de hoy, salga algo.
Yo pienso mucho en mis hijos, de que pues, en este país, yo no sé… Mi hijo, que tiene ya veintiún años, yo me siento frustrada de mirarlo que él no avanza mucho. Sí tiene trabajo y todo, pero a su edad no tiene un carro, lo que gana pues no es mucho, porque pues está estudiando también y no sé, como que siento que estoy atorada junto con ellos, como que no avanzamos mucho, eso me frustra mucho.
Yo digo: mi salud no está muy bien, y aparte lo que más se me ha venido a la cabeza, es que si a mí me llegan a sacar del país por la razón que sea, ellos no se van a ir, no se van a ir. Y sería una locura intentar volver de manera ilegal, mucha gente lo hace, pero yo siento que yo ya no lo haría, porque ya no tengo la condición de hace veinticinco años, es mucho caminar por lo caliente, desiertos, el cerro, por donde lo pasen a uno, y como tengo asma, sería algo tonto que intentara venir de manera ilegal. Los vería hasta que ellos quisieran ir a verme. El mayor padece de depresión, se recuperó de anorexia, depresión, y la droga. Ya no lo hace, pero tengo que estarlo motivando. Y me agota.
Nosotros nos vamos a mudar a México, ya mis hijos ya casi todos tienen su vida, porque aquí ya no la hacemos aquí, y pues no se puede. Estamos pensando en regresar, a ver qué pasa, ya que lo que digan, en la fecha señalada para salir. Mis hijas están en otros estados, quieren que nos vayamos para allá, en otros lados está el costo de vida mejor. Es lo que estamos planeando, vamos de mal en peor.
He tratado de agarrar apartamento de esos de bajos ingresos, pero aquí todo es los papeles. Si tienes papeles te dan ayuda de muchas maneras. No es gratis lo que dan, pero es menos de lo que cuesta lo real. Una señora dice que ella agarró un apartamento de bajos ingresos por setecientos dólares: empresas muy ricas agarran condominios y para no pagar impuestos, agarran de setecientos apartamentos, unos diez, y se los dan a personas de bajos recursos, es lo que dice ella.
En una situación así está todo el mundo, no nada más yo, sino muchas personas están en lo mismo y a veces peor todavía. Está difícil.
Vivir acá es cada vez más difícil. Estados Unidos, antes era un país próspero, toda la gente que venía aquí se beneficiaba. Es la realidad, era muy diferente. No había tanta violencia y ahorita ya no estás segura en ningún lado. Justamente yo decía, me fui de la violencia en México, y ahorita ya donde quiera. La situación está bien difícil. La violencia está donde quiera que sea, está al orden del día. Ya no eres libre de salir. No sabemos, todos estamos expuestos, cualquier situación, pero la violencia, ahí está. Ya ves, que hasta en los malls hay balaceras. Entonces, esa es la realidad. De que hay cambios, hay cambios y sigue habiendo. Y van a seguir, no sabemos cuánto duremos acá, va a haber más cambios, todo está subiendo.
Yo soy de la mentalidad de que tenemos que adaptarnos a vivir con lo que tengamos, porque no te puedes frustrar por decir yo quiero tener lo que tiene mi amigo. La vida es simple, nosotros la hacemos difícil, yo ya me adapté al nuevo lugar que estoy, no es un lugar como el que teníamos, pero no estamos en la calle, tenemos donde llegar y bañarnos, donde comer, eso es más que suficiente. Pero si nos ponemos a querer algo que es imposible por la situación económica, eso nomás nos va a traer más frustración y angustia.
Quizás lo peor que he escuchado es algo que le pasó a mi supervisora, alguien se enojó con ella, y le dijo: al final del día no eres nada, porque solo vas a ser una conserje por el resto de tu vida.
Y ser conserje, no es fácil, apenas lo estoy pensando, pero no es fácil, siempre tienes que estar de pie y listo para moverte, a lo siguiente. No estás en un solo lugar todo el día y siento que nos imponen mucha presión, porque constantemente nos monitorean, los de arriba. Si no hacemos algo correctamente, le dicen a la supervisora y ella nos regaña a nosotros. Y a veces hay algunas personas con las que te topas que te ven y solo piensan que eres un conserje, y te dicen: ¡ten, aquí está mi basura! Y no te ven, no te dicen ni hola. Y aquí como hay personas de diferentes culturas, algunas culturas nos ven como de clase baja. Y otros nos tratan como seres humanos, nos preguntan ¿cómo estás? Algunos son muy amigables. Un día estaba en un edificio en el que le pregunté a una señora ¿necesita que vacíe su basura? Y sin verme, ni decirme absolutamente nada, me la aventó al piso. Ni gracias ni nada. Eso no me molesta, porque yo sé quién soy como persona: soy humilde, soy trabajador. Hago lo que tengo que hacer para mantenerme y para mantener a mi familia.
Hay personas buenas y hay personas malas. Hay personas que quieren que la gente por una miseria de dinero haga cosas que no. Pero hay personas, casi la mayoría de las personas a las que yo les limpio su casa, que son bien buenas personas. Pero hay otras que también son bien negreras. Negreras, decimos, verdad, pero es porque son bien como, por decir así, si me pagan a veinte o treinta dólares la hora, quieren que haga un montón de cosas y que haga el trabajo rápido. Pero ahí voy.
Mi trabajo me gusta. Conozco mucha gente nueva, por lo regular todos nuestros clientes son personas de buen corazón, muy generosos, aprendo muchas cosas porque trabajo con todo tipo de gente, desde personas que han trabajado en un banco y que han hecho lo que yo estoy haciendo, hasta personas que trabajan en la NASA, en Intel, o en Google. Conozco, eso me gusta, mucho tipo de gente. Y la otra cosa es que puedo ayudar a personas a tener una mejor calidad de vida porque ellos no tienen que preocuparse por tener su casa limpia, y eso pienso que en la vida de las personas es una cosa buena: tener su casa limpia. Los ayuda de muchas maneras. Eso es lo que me gusta, ayudar a las personas y conocer mucho tipo de personas.
Mi trabajo significa: trabajo en equipo y responsabilidad. Trabajar junto con otras personas. Y hacer un trabajo que casi nadie quiere hacer, porque las personas en general no quieren limpiar lo que deja otra persona o las tazas de baño sucias. Al principio era difícil, pero conforme seguía en el trabajo, ya me dejó de importar. Solo hago mi trabajo. Cuando veo a los inmigrantes trabajando bajo el sol, en los campos de alrededor en Watsonville o en Salinas. Casi ninguna persona quiere hacer eso, yo incluso no creo que podría estar bajo ese sol inclemente, me desmayaría.
En este trabajo, trabajo con personas con discapacidades, pero yo no tengo una discapacidad, solo necesitaban gente. He aprendido mucho trabajando con personas con discapacidades, es muy diferente. Me sale de manera natural relacionarme con ellos, y como yo soy extrovertido, empiezo a platicar con ellos. Hay algunos que no pueden leer, y a otros les cuesta comprender, les tienes que repetir lo que tienen que hacer varias veces, requiere mucha paciencia y hay que alentarlos. No importa quién seas, en este mundo tenemos que vivir juntos. Veo gente peleando en la televisión, discriminación, guerra, y pienso: todos nos odiamos, pero ¿para qué? Yo los quiero a todos, soy ese tipo de hombre. Me di cuenta hablando con todo tipo de personas, de diferentes culturas y yo los quiero a todos. No podría dañar a alguien solo por cómo se ven.
Lo mejor que me ha pasado es que me reconozcan por ser buen trabajador, alguien que viene a trabajar contento y que trata a los demás con respeto, sin importar quien seas. Ese es el mejor reconocimiento para mí.
A veces tienes que hacer lo que tienes que hacer.
[Esta crónica está escrita enteramente con sus voces, las voces de quienes tienen como profesión limpiar. Le debo todo a Cristina, Jarold, Génesis, María y Laura, quienes me permitieron tomar sus voces para ensamblar esta polifonía que representa una mínima parte de las historias de quienes se encargan de mantener con dignidad y limpieza una zona de los Estados Unidos que produce y gana más dinero per cápita que países enteros. Es un lugar a veces invivible, dado el costo de vida, las rentas, el costo de la comida y sostén de una familia. Rara vez se reconoce lo que aportan los inmigrantes y trabajadores por salarios mínimos. Muchos de ellos no tienen documentos legales o, papeles, como dicen ellos. La mayoría de ellas vienen de América Latina y muchísimas de mi propio país. Son el ejército que limpia Sillicon Valley, universidades, empresas, oficinas, casas e instalaciones federales. Y la zona de la costa central de California, donde la gente con dinero suele ir a la playa los fines de semana y rentan casas u hoteles. Gran parte de este tipo de trabajadores trabajan para agencias que fungen como intermediarias entre quienes necesitan los servicios y los propios trabajadores. Las agencias se quedan con una tajada enorme de sus salarios. A los trabajadores de limpieza se les invisibiliza. No se les trata como a seres humanos. Esta crónica es testimonio de sus voces, las dificultades que enfrentan para sobrevivir, pero también de sus aspiraciones y sueños. Sobre todo, es testimonio de su trabajo y fuerza.]