Tierra Adentro

La manera en que el gobierno de los Estados Unidos maneja todo tipo de cosas suele levantar muchísima polémica; en el ámbito de la cultura y los medios de comunicación no es la excepción, pero tampoco puede negarse que también establecen políticas de trabajo de largo plazo que entregan buenos dividendos. Ahí están la manera en que opera el MOMA y la cadena de Radio Pública (NPR, por sus siglas en inglés). Basta mencionar que a través de los años una estación como KCRW de Santa Mónica ha sido un ejemplo de la más inteligente y arriesgada vanguardia radiofónica. Ahora que nuestro Instituto Mexicano de la Radio vive una de sus etapas de crisis —debido a un mal relevo en su dirección y gerencias— más valoro la calidad de las estaciones que pertenecen al estado en el país del norte. Precisamente gracias al recuento anual de la NPR fue que descubrí a una agrupación que concentra en su seno a lo que puede entenderse como música de avanzada.

Se trata de un trío que comenzó en California y ahora se ha establecido en Brooklyn, conformado por músicos de origen árabe: el bajista Aakaash Israni, Amino Belyamani al piano y el baterista Qasim Naqbi. Juntos se hacen llamar Dawn of Midi y su música cuestiona los cánones establecidos. No se trata de un proyecto de jazz fusión, tampoco de electrónica y no parece que quieran hacer minimalismo académico —ese que está cercano a la música clásica— sino que aglutinan todo eso en discos que desconciertan pero que crean ambientes llenos de tensión y aun en su parquedad nos emocionan.

Dysnomia (Thirsty Ear, 2013) es una obra que lleva un paso adelante los hallazgos de su debut First (2010). La tercia no se dedica a improvisar, como en el free jazz; cada elemento aparece tras un cálculo meticuloso. A la hora de explicar lo que hacen hay que decir que los expertos apuntan que van incluso más allá de lo que se espera del minimalismo. Suelen trabajar apenas con un par de notas. Este segundo álbum abre con dos de ellas que provienen del contrabajo y se sostienen; al cabo de un momento que se alarga aparecen otras dos que lanza el piano y la cosa se sigue distendiendo, hasta que la batería se incorpora y se va aglutinando la pieza. Muy poco a poco la velocidad se modifica y algún que otro detalle sonoro desfila por allí. Van interviniendo los instrumentos para modificar su timbre y cuando te das cuenta ya tienes algo muy distinto a lo del principio. La transición casi no se nota y al percibirla te sorprende.

Hay una parte de la crítica que señala que dan un nuevo matiz al asunto del drone –una repetición cíclica-; lo que pasa es que los Dawn of Midi van variando de un modo casi imperceptible, pero aceptemos que si acuden a la repetición como en el drone o el minimalismo, pero allí no se instalan, puede decir que replican esos procesos de cambios muy sutiles que hay en la naturaleza (pienso en ese corto en el que el cadáver de un lobo se pudre en unos pocos segundos antes nuestros ojos).

Dysnomia va transcurriendo y nosotros —los escuchas— quedamos atrapados dentro. La experiencia sensible es misteriosa y placentera, aunque parezca que escuchamos lo mismo. El periodista argentino Marcelo Cohen explica la propuesta de la siguiente manera: “En todo caso, contiene cuarenta y seis minutos de música muy compuesta en nueve secciones continuas… Uno está transportado, tal vez a ese sentimiento de fondo que para los filósofos del cerebro es “nuestra imagen del paisaje corporal cuando ninguna emoción lo sacude”. Pero al rato, esperando que aparezcan nuevas permutaciones, uno además se entusiasma”.

Si además observamos con atención la portada del disco, que es una obra del artista suizo Fabian Oefner, nos sumergimos en un plano en que se mezcla ciencia y arte. El fotógrafo utiliza a la fuerza centrífuga y logra una imagen de una sobria belleza a partir de un flujo turbulento. Con todo, no logramos discernir el origen real del título. Existen tres vertientes. La disnomia es un desorden del habla que ocasiona que se olviden palabras o se tenga dificultad para recordar palabras específicas que se quieren usar al hablar o escribir. En segundo lugar, parala mitología griega, Disnomia era un demonio o espíritu que personificaba el desorden civil y la ilegalidad. Mientras que a partir del 2005, se eligió como nombre para designar a (136199) Eris I Disnomia, satélite del planeta enano Eris.

Dysnomia, sucesor del Live (que sólo apareció en digital en 2011) es un trabajo que interroga en cada uno de sus aspectos y cuidado al máximo. Tan así que fue grabado en vivo y posteriormente mezclado por Rusty Santos, acostumbrado a trabajar con heterodoxos como Animal Collective, Owen Pallet y DJ Rashad.

Dawn of Midi crea una música que produce efectos directos sobre la parte física pero destinada a atrapar a la mente a través de patrones que casi provocan una sensación cercana a la hipnosis. A fin de cuentas son admiradores a partes iguales de la electrónica de Aphex Twin, del kraut rock de la leyenda alemana Can y del Dr. K Gyasi (legendario músico ghanés que fuera uno de los mejores exponentes del highlife music).

Así tres músicos tan brillantes como Amino Belyamanies (marroquí), Aakaash Israni, originario de India, y Qasim Nagvi, nacido en Estados Unidos pero hijo de inmigrantes paquistaníes, redimensionan algo que comenzó siendo un concepto llamado “acústico-minimal”; hoy por hoy las etiquetas no les sirven… mientras tocan abren puertas de la percepción que permanecían clausuradas.


Autores
De los años sesenta tomó la inconformidad recalcitrante; de los ochenta una pasión crónica por la música; de los noventa la pasión literaria. Durante la década de los dosmil buscó la manera de hacer eclosionar todas sus filias. Explorando la poesía ha publicado: Loop traicionero (2008), Suave como el peligro (2010) y Combustión espontánea (2011). Rutas para entrar y salir del Nirvana (2012) es su primera novela. Es colaborador de las revistas Marvin, La mosca, Variopinto e Indie-rocks y los diarios Milenio Hidalgo y Reforma, entre otras publicaciones.