Cuéntame una historia conurbánica
Titulo: El Campito
Autor: Juan Diego Incardona
Editorial: Interzona
Lugar y Año: Buenos Aires, 2009, 2013
Tres jóvenes sentados en la vereda, charlando, en una noche de invierno de 1989. De pronto, se escucha una voz grave y desconocida que entona un viejo poema de Julio Flores que alguna vez cantó Gardel. La voz es de Carlitos, hombre nómade que ha cambiado la comodidad de una vida estable por la libertad de las calles y su incesante deambular. Acompañado de su fiel compañero, un gato montés de ojos carmesí, Carlitos se sienta con los chicos y les cuenta una historia. Pero aquella no es una historia cualquiera, ni siquiera una única historia. En ella cabe un relato de aventuras por las calles secretas del Gran Buenos Aires, una batalla épica entre el pueblo peronista y la oligarquía porteña y, por supuesto, el amor. Se trata, pues, de una historia conurbánica.
Así comienza El Campito (2009), novela que se inscribe en la serie de relatos que su autor, Juan Diego Incardona (Buenos Aires, 1971) sitúa en el espacio geográfico y simbólico del llamado ¨conurbano bonaerense¨. Prolongación urbana de la Ciudad de Buenos Aires, extenso, cosmopolita y heteróclita, el conurbano se ubica a medio camino de la capital porteña y la provincia de Buenos Aires. Poblado por más de diez millones de personas, ha generado a lo largo del tiempo diversas representaciones. Muchas de ellas, azuzadas por los medios de comunicación, están ligadas con la marginalidad y la violencia. Al respecto, el autor ha dicho en alguna entrevista que el conurbano está asociado, desde los inicios de la literatura argentina, con la barbarie: desde El matadero de Echeverría hasta Operación Masacre de Walsh, todo aquello que queda por fuera de los límites de la ciudad estaría cruzado por estas coordenadas.
Pero El Campito nos muestra otro conurbano. En clave fantástica, Incardona se anima a poblar este espacio de personajes pintorescos y lúdicos, que viven aventuras desopilantes en lugares marcados por el desarrollo industrial y la historia argentina reciente. Así, la novela se sitúa en una temporalidad precisa: finales de los ochenta, época signada por la hiperinflación, la crisis económica y el recuerdo de una dictadura reciente. A partir de allí, Incardona desplaza las orillas borgeanas un poco más allá de la General Paz –avenida que separa la capital porteña del conurbano bonaerense– para adaptarlas a una nueva realidad contemporánea. El espacio del conurbano es aquél que se sitúa en los bordes: ni capital ni pampa, posee una dinámica propia que linda con el surrealismo y que tiene vida y voz propias. Pero, a diferencia de las orillas borgeanas, ya no estará poblada de malevos, compadritos y cuchilleros que se baten en duelos metafísicos, sino de enanos peronistas, monstruos que habitan el fondo del Riachuelo, cantores de tangos antiquísimos y jardineros hacedores de flores maravillosas recubiertas de aleaciones metálicas.
No es de extrañar que las descripciones de este espacio singular sean tan importantes en la construcción de la novela. La basura y la contaminación producto del desarrollo urbano han dotado a este conurbano fantástico de un paisaje peculiar: ríos de fuego, campos de césped transparente y matorrales habitados por loros barbudos. En este escenario se mueven Carlitos y su gato montés quienes, llevados por su afán aventurero, recorren los innumerables barrios conurbánicos para ayudar a los enanos del Barrio Mercante en su batalla contra la oligarquía, que amenaza con apoderarse de su territorio mediante una invención maléfica y cruel. Un monstruo que, a modo de Franskenstein tercermundista, está hecho de retazos de cadáveres, vestido solamente con la bandera argentina y que tiene las manos de Perón: el Esperpento.
A su vez, al mejor estilo lemebeliano, la novela está cruzada por intertextos musicales. El tango, en la voz de ¨El Cantor¨ y desplazado de su lugar original -la ciudad de Buenos Aires- a las orillas suburbanas, se entremezcla con las estrofas de la ¨macha peronista¨ y ¨Evita capitana¨, para narrar una batalla épica entre clases sociales antagónicas. Precisamente, en este marco, El Campito trabaja con un período histórico que ya es parte del universo cultural argentino: el peronismo. Al igual que con el espacio del conurbano, la novela narra el pasado alejándose de una estética realista, aunque a partir de un anclaje en sucesos históricos fácilmente identificables.
“Para mí el conurbano es un espacio autobiográfico y literario” sostiene Incardona. El Campito incluye, en este sentido, un guiño autorreferencial a su autor. Uno de los jóvenes que escucha la historia de Carlitos y que luego se ocupará de promocionarla entre los vecinos de su barrio se llama, precisamente, ¨Juan Diego¨. Con respecto al ¨espacio literario del conurbano¨ que menciona el autor, podría pensarse a la novela como parte de una serie más amplia de textos que hacen de este lugar geográfico desplazado y olvidado el escenario por excelencia de la ficción. Una suerte de ¨literatura del conurbano¨ que se estaría produciendo ahorita por autores jóvenes que narran este espacio no ya desde la otredad sino desde una perspectiva propia. Dejo esta reflexión para otro momento. Sólo agregaré que si tienen ganas de leer una historia conurbánica de las buenas, El Campito es lo que andan buscando.